Amín, nuestro protagonista, se siente traicionado por su mujer, pero cuando va a la parte palestina, se va dando cuenta que no conocía a su mujer, que tanto la ha soñado, que no la ha vivido. Que ella no era feliz y que él se había olvidado de su propia identidad palestina. Comprueba con sus propios ojos cómo viven los palestinos tras el muro, en esas ciudades que apenas existen, con unos jóvenes muertos por dentro, sin futuro. A pesar de eso , sigue sin comprender " todas esas historias de violencia redentora", ni la inculcación del odio y la venganza. Sigue pensando que la única Causa válida para él es " reinventar la vida", por eso se hizo cirujano. Conoce a Zeev, un judío ermitaño que vive en el lado palestino. Es un personaje muy interesante. Él tampoco entiende el sacrificio, ni el martirio, pero tampoco el muro ni la venganza.
El personaje de su mujer y el de Kim, su amiga, creo que quedan bastante desdibujados. No nos deja conocerlos bien.
La única escena que da paz y conecta con el rumor del cosmos, ajeno a toda las batallas y guerras, es la de la descripción de Jerusalén : " En el cielo, donde tantos sueños se diluyeron antaño, el creciente de la luna se cubre con una nube...A pesar de la afrenta de ese muro de todas las discordias, la desfigurada Jerusalén no se da por vencida...El silencio es un remanso de paz. La brisa chirría por entre el follaje, cargada de inciensos y de olores cósmicos. Basta con escuchar atentamente para sentir el pulso de los dioses, tender la mano para recoger su misericordia, mostrar entereza para fundirse con ellos."
Ojalá algún día prevalezca el derecho a la vida y a la dignidad, y se dejen atrás la venganza , el odio y los sacrificios, y toda esa tierra se convierta en una Jerusalén sólo "odalisca" , "santa", "inmutable",y " templo" . Nunca más " campo de batalla".