Esto es lo que se conoce hasta ahora de uno de los crímenes más oscuros de España: teorías de la conspiración sin confirmar, terceras vías en la investigación y unos huesos humanos hallados en la fosa de La Romana en pleno auge del caso.
El 14 de junio de 2019, Netflix estrenaba el documental ‘El caso Alcàsser’, reconstruyendo y analizando uno de los sucesos más oscuros de España. A punto de cumplirse 28 años de la desaparición de las tres niñas, el crimen todavía deja muchas preguntas sin resolver y los ciudadanos aún siguen en vilo ante el hecho de que uno de los culpables permanezca en paradero desconocido sin haber asumido la culpa. Coincidiendo con el aniversario del caso, las teorías conspiranoicas que siempre han rondado la investigación siguen cobrando vida y, aunque no ha habido de momento ninguna hipótesis que confirme estas especulaciones, la teoría oficial —aquella que aún perdura y que siempre defendió la Guardia Civil— pende de un hilo cada vez más fino: ¿se fugó realmente Antonio Anglés?, ¿hubo más culpables? A estas incógnitas se suma la última pista, la evidencia más reciente en relación con el caso después de que un juzgado de Instrucción de Alzira (Valencia) abriese la veda a otra posible hipótesis: podría haber habido fallos en el levantamiento de los cuerpos de las tres víctimas en 1992.
En homenaje a los 75 días de búsqueda de Desireé Hernández, Miriam García (14 años) y Toñi Gómez (15 años), este es un resumen de lo que se conoce hasta ahora del triple asesinato, secuestro, violación y tortura de las ‘niñas de Alcásser’ que conmocionó a España y convulsionó a las televisiones, que convirtieron el pueblo valenciano en un plató.
Cronología del crimen
- 13 de noviembre de 1992. Miriam, Toñi y Desireé salieron de sus casas en la localidad de Alcàsser para dirigirse a la discoteca Coolor —ahora derribada— en el municipio de Picassent. Antes de llegar a ella (donde nunca entraron), hicieron una parada en una gasolinera que estaba de camino. Las tres jóvenes carecían de coche para poder llegar hasta el local, por lo que decidieron hacer auto-stop justo a la salida del pueblo. Allí, las recogieron Francisco Hervás y su novia Mari Luz, quienes las dejaron en la gasolinera Marí Picassent, a las afueras. Fue ahí donde se encontraron con Antonio Anglés y Miguel Ricart, dos jóvenes que se ofrecieron a acercarlas en su Opel Corsa.
Horas más tarde, sin tener señales de las chicas, los padres salieron en su búsqueda. Llegaron incluso a entrar en la discoteca en la que las tres menores debían haber pasado la noche.
- 27 de enero de 1993. Dos apicultores que se encontraban por la zona descubrieron los cuerpos de las menores en una fosa —actualmente vallada por los agentes rurales y con plantas que rinden homenaje—, con agua en el barranco de La Romana, en el término de la localidad de Tous (Valencia). Los cadáveres estaban semienterrados, juntos y cubiertos por una alfombra. En esa misma zona, se encuentra el caserón en el que se consumaron los hechos.
Según las investigaciones policiales, Anglés y Ricart recorrieron con su coche alrededor de 20 km desde la gasolinera donde se encontraron con las jóvenes hasta el caserón en el que presuntamente se cometieron los crímenes. Partiendo de ahí, trasladaron a Toñi, Miriam y Desireé hasta una fosa en La Romana, Tous, localizada a unos 700-800 metros de la edificación. En una zona próxima a la fosa, los investigadores toparon con un volante médico a nombre de Enrique Anglés, hermano del sospechoso, lo que condujo a los agentes hasta la vivienda de este, en Catarroja. Solo separaron unos segundos a los efectivos policiales del perseguido, quien consiguió saltar por la ventana de una de las habitaciones y huir atravesando los tejados.
- 28 de enero de 1993. La Guardia Civil detiene a Ricart, apodado ‘El Rubio’, quien confiesa ante los agentes haber participado en el crimen. Enrique Anglés también fue arrestado para posteriormente quedar en libertad el 30 de enero de 1993.
- 5 de septiembre de 1997. La Audiencia Provincial de Valencia lo condena a una pena de 170 años de prisión por tres delitos de asesinato, tres delitos de secuestro y cuatro delitos continuados de violación. Sin embargo, el tribunal seguía considerando al fugado como principal culpable.
- 4 de abril de 2001. La delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Carmen Mas, informa de que los huesos hallados un año antes en el puerto de Dublín (última pista que se tuvo de Anglés) no pertenecen al sospechoso.
- 29 de noviembre de 2013. Miguel Ricart sale de la prisión de Herrera de La Mancha tras la derogación de la Doctrina Parot. Solo cumplió 21 años de condena.
- 24 de junio de 2019. Una pareja acudió a la fosa de La Romana, donde aún se atisbaba parte del ‘altar’ que se levantó en torno a la zona en la que se encontraron los cuerpos de las víctimas, y encontró lo que parecía una colilla blanca pero que en realidad era un hueso humano.
- 18 de septiembre de 2019. Luis Frontela, el principal médico forense que practicó las autopsias de los cuerpos, expresó, tras años de misterio, cuál es su teoría con respecto al caso. Según él, el principal sospechoso del triple crimen no llegó a fugarse de España. Así, reveló en ‘Cuarto Milenio’ cuál es la tercera vía que ha barajado desde el principio el forense que siempre puso en duda la labor de la Guardia Civil.
- 21 de febrero de 2020. La jueza de Alzira que recibió el traspaso de la causa del crimen de Alcàsser emitió una comisión rogatoria internacional para tomar declaración al capitán del navío City of Plymouth, el barco en el que Antonio Anglés huyó de España. El documento estaba dirigido a Reino Unido, donde reside actualmente Kenneth Farquharson Stevens, el entonces patrón del buque.
- 10 de noviembre de 2020. En el mismo juzgado de instrucción, Alzira confirma, tras conocer los resultados del análisis forense de los huesos hallados por la pareja de excursionistas, que los restos óseos pertenecen a una de las tres víctimas del triple asesinato.
¿Quiénes eran los sospechosos?
Miguel Ricart Tárrega y Antonio Anglés Martins se conocían desde hacía años porque eran vecinos del municipio de Catarroja (Valencia). El primero, en especial, arrastraba un largo historial delictivo en la región: drogas, amenazas y renombre en turbias historias.
Anglés, nacido en São Paulo, fue condenado a ocho años de prisión por secuestrar a su antigua pareja. En el momento del crimen de Toñi, Desireé y Miriam disfrutaba de un permiso penitenciario que aprovechó para escapar de las rejas. Para poder pasar desapercibido entre los vecinos, se mantenía oculto en viejos caserones olvidados, como el de La Romana.
La prueba ‘definitiva’ que llevó a los agentes hacia ambos amigos fue un justificante médico encontrado en las cercanías de la fosa en la que aparecieron los cuerpos. El informe estaba firmado a nombre de uno de sus hermanos, quien en su momento fue fichado como sospechoso. Esto guió a los investigadores directamente al domicilio particular de la familia Anglés.
Lo último que se ha sabido de Ricart tras su salida de la cárcel es que, como se prevé que hizo su compañero, salió de España para desaparecer, posiblemente en Francia. No se ha vuelto a saber nada de él.
La fuga de Antonio Anglés
Un día después de encontrar los cuerpos de las tres chicas, los agentes se personaron en el domicilio de Catarroja para proceder a su detención, pero no lo consiguieron. Solo unos segundos los separaron del perseguido, que logró saltar por la ventana de una de las habitaciones y salir huyendo por los tejados de las casas colindantes.
Anglés alcanzó la Estación del Norte de Valencia. Allí comenzó su cambio de imagen para pasar desapercibido y entró en una de las peluquerías más cercanas —a la que pudo acceder bajo una de sus falsas identidades—, donde se tiñó el pelo de rubio para evitar ser reconocido.
Durante un tiempo, ni las autoridades ni los ciudadanos pudieron dar con él. Hasta que finalmente, sobre febrero de 1993, fue rastreado en la localidad de Minglanilla, en Cuenca. Allí, se le volvió a perder la pista para volverla a encontrar un mes después en Portugal. Según las investigaciones, allí también le faltó poco para ser capturado por las autoridades, aunque finalmente se libró. Al parecer, el prófugo se encontraba en casa de un toxicómano al que robó su documentación.
En territorio luso se coló como polizón a bordo de una mercante irlandés, donde sí pudo ser retenido en el camarote tras ser reconocido. Pero, unas horas antes de desembarcar y atracar en Irlanda, las autoridades lo perdieron de vista. Durante todo el tiempo en el que el fugitivo estuvo supuestamente retenido, trató de ocultar sus brazos cubierto de tatuajes, una de las señas de identidad que la Policía y la Interpol ya se habían encargado de hacer llegar a los distintos efectivos policiales.
Al día siguiente encontraron un salvavidas flotando en el mar; esa fue una de las pistas que llevaron a pensar que Anglés murió en esas aguas.
Actualmente, sigue siendo uno de los delincuentes más buscados por la Interpol con prioridad absoluta (código rojo). La opinión pública parece dudar entre dos opciones, que Anglés ya esté muerto o que, en realidad, nunca hubiera salido de España.
De hecho, fue el propio Ricart quien, en una entrevista telefónica desde la cárcel a ‘Espejo Público’ en 2012, admitía que, para él, su ex-compañero murió a manos de la Guardia Civil en Valencia. Pero en 2017, una periodista de ‘Interviú’ anunció que un testigo había visto a Anglés en Nueva Jersey y afirmaba que uno de los hombres más buscados vivía allí y se ocultaba bajo una identidad falsa. Su declaración coincidía con la de otro ciudadano de origen cubano que aseguró ante la Guardia Civil haber visto al mismo prófugo en 1994. Al parecer, el acusado acudió ante esta persona, tan solo un año después del crimen, en busca de un trabajo.
Juan Miguel Pérez López, por entonces Comandante de la Guardia Civil encargado del caso, afirmaba a La Sexta en el pasado año 2018 que fue la presión “mediática y política” lo que impidió que los agentes pudieran atrapar a Anglés.
Pintalabios, relojes y un par de monedas
El doctor Luis Frontela (caso de Sandra Palo o el asesino en serie ‘El Arropiero’) fue el forense encargado de realizar las dos autopsias a los cuerpos de Miriam, Toñi y Desireé; la segunda practicada a petición del secretario de Estado para la Seguridad en el Gobierno de Felipe González, Rafael Vera.
El 27 de enero de 1993, la comisión judicial de Alzira se desplazó hasta Alcàsser para analizar los cadáveres. El juez instructor del caso recayó en la figura de José Miguel Bort Ruiz. Para el magistrado, uno de los detalles más llamativos fue la escena del crimen por la gran diversidad de objetos que aparecieron por la zona de la fosa.
Además de las lesiones internas de los cuerpos que certificaban que las tres jóvenes habían sido violadas anal y vaginalmente, se encontraron otros detalles significativos que pudieron servir para imaginarse lo que ocurrió aquella noche, como que las menores murieron de un disparo en la cabeza.
En los cuerpos de las tres chicas se habían producido desgarros e incluso amputaciones, como la de la mano de una de las menores y otros detalles mucho más escabrosos. Pero, entre las pertenencias de las víctimas, únicamente se salvaron tres relojes de pulsera, dos barras de labios, unas monedas sueltas y algunas piezas de joyería.
También captaron un cabello del sospechoso en uno de los guantes tirados en el suelo cerca de la fosa.
En este último análisis, también efectuado por Frontela, hallaron algo que, en principio, había pasado desapercibido en un primer muestreo: una Cruz de Caravaca que apareció en la espalda de Desireé, incrustada en una de las vértebras de la columna.
En las mandíbulas se percataron de que faltaban un par de dientes y de muelas a dos de los cuerpos y, en algunas zonas, la piel estaba ‘intacta’ en comparación con el deterioro en otras áreas. Los informes forenses contradecían las palabras de algunos médicos, según los cuales las heridas de la piel y la falta de dientes podrían haber sido obra de algún animal. Pero Frontela siempre desestimó esta teoría.
Una de las pistas que marcó un punto y aparte en el caso de Alcàsser fue el hallazgo de más de 60 pelos en los restos en el primer examen. Tras llevarlos a analizar al Instituto Nacional de Toxicología, determinaron que solo 29 de ellos podían servir para hacer un estudio de ADN. Así supieron que, de estos cabellos, tres pertenecían al pubis de Miguel Ricart.
Asimismo, en la ropa de una de las jóvenes también hallaron un pelo canoso y, según el informe de Frontela, dos cabellos localizados en la manta que envolvía los cuerpos pertenecían a Anglés y a Ricart. Pero se encontraron otros dos que no correspondían con los sospechosos. Según declaraciones del doctor en una entrevista en ‘Cuarto Milenio’, la Guardia Civil requirió esas muestras. Él las entregó y ya no volvió a saber más de ellas ni pudo analizarlas más detenidamente.
Con todo, el forense defendía que los 29 pelos analizados pertenecían a un total de siete personas diferentes sin que se supiera su identidad. Algunas sospechas se inclinaban a Roberto Anglés —hermano del fugado— como un posible tercer implicado, pero nunca pudo llegar a demostrarse. Una de las teorías que baraja Frontela es que las jóvenes no fueron asesinadas en la fosa de La Romana, sino en otro lugar, aún desconocido, desde donde fueron trasladadas.
El pasado mes de abril, el forense adelantó en una entrevista que “en dos o tres meses” se daría a conocer una “tercera vía” sobre el caso que implicaría a una persona más. Según el mismo, este nuevo sospechoso podría pertenecer a la familia Anglés.
El médico dejó así nuevas incógnitas en un caso en el que siempre ha habido lagunas. Según declaró, cuando le pidieron realizar una segunda autopsia, le hicieron firmar un documento en el que acreditaba que el primer análisis realizado se había efectuado correctamente. También se sorprendió cuando le presentaron los cuerpos sin las cabezas de las víctimas, una prueba clave puesto que ahí se encontraban los orificios de la bala que provocó la muerte de las menores; como también comprobó que los cuerpos habían sido lavados y en la piel no había casi rastro de “lesiones, dedos y manos”.
Tras estudiar las prendas de ropa, Frontela descubrió que en la alfombra con la que habían cubierto los cuerpos había restos de esperma. Unos rastros que tampoco pudo llegar a estudiar porque el juez pidió la vuelta de las prendas.
Las familias después de Alcàsser
Fernando García, padre de Miriam, ha sido el rostro más mediático entre los familiares de las jóvenes. Este inició una campaña pública en la que exigía justicia. Su testimonio siempre ha sido el primero en aparecer ante las cámaras. Pero, tras el crimen y el aparente barrido que el mundo de la televisión hizo del caso años después, García levantó una tienda de colchones en la localidad de Catarroja frente a la casa en la que vivió Anglés. Su esposa, falleció.
Por su parte, Rosa Folch, madre de Desireé mantuvo su dolor en la soledad y escapó lo que pudo de las hambrientas cámaras de televisión. Los padres de Toñi continúan viviendo en Alcásser.
Pero ¿qué ha sido de la familia de los sospechosos? De los Ricart no se conoce demasiado, pero fueron los parientes de Anglés —considerado el autor principal— quienes despertaron mayor interés en medios y opinión pública por el historial delictivo de uno de sus miembros.
Tras lo ocurrido, y con el consiguiente escándalo que atrajo, su familia de origen brasileño se cambió el apellido por Martins Monroig. Su madre, Neusa, llegó a conceder entrevistas en su momento en las que aseguraba que, de ser ciertas las acusaciones contra su hijo, preferiría que estuviese muerto. Sus hermanos, Carlos y Roberto, también se han deshecho de su antiguo apellido; mientras que su hermana optó por un cambio más radical y adquirió el nombre artístico de Kelly Faces, conocida por haber participado en el programa ‘Tú sí que vales’.
Años después del juicio (2005), la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional condenó al Estado a indemnizar con 300.506 euros a cada uno de los progenitores de las tres niñas de Alcàsser ya que, aunque la sentencia absolvió inicialmente al Estado de toda responsabilidad en relación al caso, finalmente se culpó a la Administración Pública de la concesión en 1992 del permiso penitenciario, aprovechado por Anglés para darse a la fuga.
Incógnitas y teorías que rodean el caso
Desde el momento en el que empezaron a salir las primeras investigaciones, los testimonios del entorno de las víctimas y los posteriores resultados de las autopsias, el caso Alcàsser se convirtió en un hervidero de teorías, a cada cual más disparatada.
Entre ellas, hubo una que reinó sobre las demás y que, aunque en un principio se atribuyeran a simples paranoias o intentos de rozar un minuto de gloria en la televisión, al final fueron adquiriendo otro matiz: desde vídeos ‘snuff’ hasta la implicación de las altas esferas.
Sus defensores, como el escritor Juan José Requena, creían que, en realidad, Anglés y Ricart habían sido meros peones de un depravado juego por parte de personajes de gran influencia y que, gracias a su poder y contactos, habían logrado inculparlos de un crimen que ellos cometieron. Nunca ha habido pruebas que corroboren tales declaraciones.
Uno de los días más negros de la historia de la televisión en España. 29 de enero de 1997, cuatro años después de la aparición de los cuerpos de las niñas de Alcàsser. Fernando García, padre de una de las niñas, y Juan Ignacio Blanco, periodista y criminólogo, sueltan la bomba en un programa de televisión (‘Esta noche cruzamos el Mississippi’’, presentado por Pepe Navarro): los autores del crimen de Alcàsser no serían Anglés y Ricart, sino tres hombres poderosos vinculados al PSOE y dedicados a grabar ‘snuff movies’: Alfonso Calvé, psiquiatra y ex gobernador civil de Alicante; José Luis Bermúdez de Castro, productor de cine, y Luis Solana, ex presidente de Telefónica.
Curiosamente, el mismo día que se encontraban los restos humanos en la fosa donde aparecieron las menores, Juan Ignacio Blanco fallecía.
Hasta su fallecimiento en 2019, Blanco manifestó estar en posesión de una cinta de vídeo snuff protagonizada por las tres niñas. Blanco aseguraba que, unos diez días después de que él llegase a Alcàsser, el párroco del municipio llamó a medianoche a Fernando García para que acudiera a la iglesia. Allí, García recibió un sobre con una cinta VHS en su interior cuyo contenido visionaron García, su hermano y Blanco. En una de las escenas aparecían Míriam y Desirée tumbadas en sendas camillas. A su alrededor había un grupo de personas, algunas conocidas y con gran relevancia social y económica, que torturaban a las niñas realizándoles cortes con un bisturí. Blanco sostenía que había hecho llegar una copia de la cinta al ministerio del Interior y que no había obtenido respuesta por parte de las autoridades.
Sin embargo, una serie de circunstancias ponen en entredicho la veracidad de este relato: primero, Juan Ignacio Blanco siempre se opuso a mostrar el vídeo; segundo, el párroco de Alcácer aseguraba que nunca entregó ningún sobre a Fernando García; y tercero, el propio García niega haber recibido o visto tal vídeo. Sin embargo, en relación con este último punto, semanas después del fallecimiento de Juan Ignacio Blanco en julio de 2019, el programa de televisión ‘Cuarto Milenio’ entrevista a Fernando García y se contradice al cambiar de nuevo de versión afirmando en esta ocasión haber tenido contacto físico con la cinta pero que nunca ha observado su contenido.
Además de las conspiraciones, surgieron multitud de interrogantes, como el robo de una Honda CBR que los investigados arrebataron a un vecino —se dice que la fosa en la que hallaron los cuerpos tenía la misma forma que la moto— y posteriormente fue encontrada en el caserón de La Romana; la eterna duda sobre el grado de participación de ambos sospechosos en los delitos que se les imputan; qué los motivó a cometer el triple secuestro, violación, tortura y asesinato o por qué no se hallaron restos de sangre en el caserón en el que presuntamente las menores fueron tan atrozmente torturadas.
Ahora, cuando ya se han cumplido los 28 años del triple crimen, las hipótesis se siguen sucediendo. La última procede, de nuevo, del programa ‘Cuarto Milenio’; tras un especial conducido por el propio Jiménez, una nueva teoría vuelve a desmontar la versión oficial —defendida por la Guardia Civil—: ¿estamos señalando a los verdaderos culpables? El psiquiatra y forense invitado al espacio, José Miguel Gaona, cree que no. En su opinión, el historial delictivo de Ricart y Anglés no coincide para nada con el del los sádicos asesinos de García, Hernández y Gómez: “No tenían, que yo sepa, antecedentes de delitos sexuales y, de repente, debutan con un grado de violencia, de sadismo tremendamente elevado que no se corresponde”.
Pero entonces, ¿quién cometió los crímenes? La respuesta apuntaría a lo que el periodista Juan Ignacio Blanco siempre defendió en vida; las supuestas cintas ‘snuff’. Según Gaona, en aquel caserón —donde presuntamente se produjeron las vejaciones y torturas— pudo haber diferentes niveles de participación: quienes ejecutaban y quienes miraban. Sin embargo, hasta el momento, todas estas teorías con meras especulaciones ya que nunca ha habido pruebas empíricas que las sustenten; con todo, el doctor llega a una clara conclusión: “Desde el punto de vista de la psiquiatría forense no es imposible porque nada es imposible, pero desde luego no es lo usual”.
Periodismo basura
Durante los meses en que las adolescentes se encontraban desaparecidas, prácticamente todos los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia. Programas de televisión como ‘Quién sabe dónde’ (TVE-1) de Paco Lobatón sensibilizaron al país durante su búsqueda. Sin embargo, muchos analistas coinciden en señalar que la noche del 27 de enero de 1993 fue el inicio de la telebasura en España. Esa noche se conoció el hallazgo de los cadáveres y el programa De tú a tú (Antena 3), presentado por Nieves Herrero y Olga Viza, trasladó su plató a Alcàsser. El programa contó con la presencia de los familiares de las desaparecidas, cuyo dolor fue retransmitido en directo a medida que se iban conociendo los macabros detalles de la recuperación de los cuerpos. El programa y la propia Nieves Herrero fueron enormemente criticados por estos hechos durante años.
Por otro lado, durante el juicio a Ricart (1997), los programas ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’ (Telecinco) de Pepe Navarro y ‘El juí d’Alcàsser’ (Canal Nou) de Amalia Garrigós también generaron mucha polémica por centrarse en los aspectos más morbosos de los asesinatos con el fin de conseguir buenos datos de audiencia. En ellos se mostraron fotografías de los cadáveres y se discutieron temas escabrosos, como si las muchachas tenían la regla o si se les habían quemado los pezones.
El periodismo basura no se limitó a la televisión y alcanzó también a la prensa escrita. En abril de 1997, el polémico abogado Emilio Rodríguez Menéndez firmó y publicó una supuesta entrevista con Antonio Anglés en el diario Ya, del que era editor. Las fotografías de Anglés que aparecían en la entrevista fueron analizadas por la Guardia Civil, que desde el primer momento negó que se tratase del fugitivo. Dos meses más tarde, la revista Interviú desveló que se trataba de una manipulación informativa tramada para aumentar las ventas del diario que atravesaba una fuerte crisis económica. El falso Anglés resultó ser un modelo argentino que aseguraba desconocer la intención con la que le fueron tomadas las fotografías. El director del diario, José María de Juana, dimitió de su cargo.
Las películas snuff o vídeos snuff (del inglés snuff out, que significa «morir» o «apagar» en sentido figurado) son vídeos cortos de asesinatos, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio, entre otros crímenes reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) con la finalidad de distribuirlas comercialmente para entretenimiento. Hasta la fecha nunca se ha logrado comprobar la existencia real de uno de estos filmes, si bien algunos mitos han surgido al respecto, la mayoría se han comprobado como películas normales con efectos especiales donde no se cometieron delitos reales contra seres humanos.