Es verdaderamente fascinante ver como estas dos grandes estrellas interactúan juntas. La relación que existe entre los dos protagonistas a pesar de sus diferentes personalidades es muy tierna, a la vez que cruel. Ian McKellen interpreta el papel de abnegado amigo y ayudante cuyo trabajo no se ve reconocido, lo que hace que su parte en el final de la cinta sea más emocionante y sobrecogedor.
Por otro lado, Anthony Hopkins se corona con una actuación que pone los pelos de punta de principio a fin. Despierta en el espectador unos sentimientos de amor/odio que sabe explotar de forma que lo deja emocionalmente exhausto, casi como su propio personaje. De este modo, la identificación entre personaje y espectador resulta inevitable en temas tan humanos como son la ansiedad, el miedo, el olvido, o la mortalidad.
Además de estar situada en un teatro, la dirección de la película recuerda a una representación teatral, con tomas largas, sin muchos cortes, y en un espacio reducido y limitado.
La película estuvo nominada a los Globos de Oro a la mejor película para televisión, y a los BAFTA a mejor diseño de vestuario, peluquería y maquillaje.
- Valoración: 8/10
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