A José Giovanni nunca pareció preocuparle lo bonitas o sofisticadas que pudiesen quedar sus películas o sus novelas. Era un autor visceral. Su material, que fue al menos en parte su vida, fue sublimado por la decantación a la esencia de Jaques Becker, esa concentración perfecta que es La evasión, o por un proceso de estilización icónica singular aplicado por Jean Pierre Melville, en Le deuxième souffle, por ejemplo dando lugar a la tragedia noir. Frente a la precisión gélida, el fascinante ballet de gestos y planos, la sintaxis y la gramática ascética de estos Giovanni proponía otro tipo de concisión, más tosca y prosaica; más inmediata. Dennis Lehane le decía a Víctor Guillot en una
Le Gitan, o Alias: El Gitano como se estrenó en España, hacía el octavo título de su filmografía como director. Adaptaba su propia novela Histoire du Fou de 1959 la cual transforma a su vez en una variación, medio reimaginada, sobre las andanzas del gánster real Mommon Vidal y la banda de Los Lioneses; esos mismo que ahora recupera Olivier Marchal en un film que, en sus mejores momentos, aquellos que suceden en un presente lleno de viejos pistoleros, tienen mucho de la ética y la prosa fílmica de Giovanni. Le Gitan, como Les Lyonnes, es un film masculino, de perspectiva, psicología y ética viril. Incluso el personaje femenino de mayor protagonismo, el interpretado por Annie Girardot, participa de unos códigos de lealtad y amistad por completo viriles. –Nota bene: ignoro si de manera buscada o fortuita Giovanni reúne a tres de los protagonistas de Rocco y sus hermanos: Alain Delon, Annie Girardot y Renato
Bolt está encarnado por el gran característico Marcel Bozzufi y queda retratado siempre como un profesional, de igual rango moral que sus oponentes y solo diferenciado por su posición en el tablero del juego social. No será de extrañar que cuando Giovanni se centre en exclusiva en los policías, la magistral Último domicilio conocido (Dernier domicile connu, 1970), su mirada hacia ellos se idéntica a la que dirige a los criminales: ambos son desclasados. Si la sociedad no quiere a los malechores, a los policías se limita a tolerarlos como un mal necesario para contener a los primeros.
Sigue las peripecias trenzadas de dos profesionales del crimen de muy distinta extracción social, cinematogáfica también, son arquetipos representativos de mundos opuestos que aquí se reconocen como variaciones de una misma rama base cuando al fin, en una de las secuencias cumbres del film, se vean cara a cara. Por un lado Paul Meurisse; un ladrón de guante blanco retirado que lleva la fatalidad en el rostro, un lúcido existencialista que ha aceptado la imposibilidad de combatir el destino. Un personaje melvilliano, un Bob Le Flambeur en un universo estético que no le pertenece. El físico y el ascetismo interpretativo de Meurisse retrotraen de inmediato al Jean Servais de Rififí, y con el al universo de otro gran escritor criminal, y escritor y criminal como Auguste Le Breton.
Por el otro Alain Delon; el protagonista desclasado y condenado a la violencia que es puramente Giovanni, ya estaba de hecho en el Lino Ventura de Classe tous risques (Claude Sautet, 1960). Delon es usado por el cineasta y novelista de manera muy diferente a como lo emplea Melville. Para este es un figura isomórfica que contiene en si misma lo elementos definitorios de la obra general; su imperturbabilidad es una máscara formalista que permita al director eliminar cualquier vínculo con la representación realista. Giovanni, en cambio prefiere a Delon en papeles de hombre contra el destino; explícitamente una de su colaboraciones se titulará Comme un boomerang (La última esperanza, 1976) y otra, Dos hombres en la ciudad (Deux hommes dans la ville, 1973), será una versión de Los Miserables. Tipos que defiende su libertad como sea y donde Alain Delon cumple como alter-ego idealizado de Giovanni, que sabía muy bien que eran las entrañas del sistema y que significaba perder la libertad; tema este central en su obra. Su concentración de gesto ofrece una mezcla de determinación, violencia
Meurisse y Delon son dos formas opuestas de virilidad y dos formas contrarias de esa entraña del polar que es la fatalidad. ¡Fatálitas!, que exclamaría Cherí-Bibi. Ambos saben lo mismo: su elección vital les condena a la brevedad y el fracaso. Son hombres marcados para morir o perder. Pero mientras Meurisse acepta con estoicismo, Delon da pelea. De ahí que la no-gestualidad de uno es relajada y la del otro crispada.
De nuevo esta dicotimía sirve para un ejercicio de dos velocidades de narración y puesta en escena: calma y tormenta, quietud y acción, reflexión y violencia. Diálogos llenos de sobrentendidos o reconocimiento y admiración hacia un sentido primordial del oficio son contrapunteados por secuencias de atracos, persecuciones, ejecuciones y tiroteos. Todo unificado bajo, es vez sí, un unívoco sentido de la concisión estético-narrativa. Seca, romántica a su manera, desesperanzada pero orgullosa. Le Gitan define a José Giovanni.
José Giovanni
1975
Francia
102 min.
Guión: José Giovanni según su novela Histoire du Fou (1959)
Fotografía: Jean-Jacques Tarbès
Música: Claude Bolling
Montaje: Jacqueline Thiédot
Reparto: Alain Delon, Paul Meurisse, Annie Girardot, Marcel Bozzuffi, Bernard Giraudeau, Renato Salvatori, Maurice Barrier, Maurice Biraud, Nicolas Vogel