El balón de playa rojigualda se pinchó

Publicado el 12 julio 2018 por Trescuatrotres @tres4tres

Los redactores de trescuatrotres damos nuestros últimos golpes de teclado a la espera de unos días de descanso. El balón, sin nuestros artículos, no dejará de rodar, mientras el próximo domingo las escuadras de Francia y Croacia lucharán por el cetro mundial que hace 8 años conquistamos, los equipos de la llamada mejor Liga del Mundo ya han empezado a calentar motores. Las noticias de fichajes, bajas y resultados de amistosos se mezclarán con las imágenes de una gloria que ya nos resulta lejana.

Esta situación de decadencia en el panorama mundial se fundamentó sobre el egoísmo de varios componentes de la Selección. Por una parte Julen Lopetegui, que con la mano izquierda frenaba las ansias contractuales de sus jugadores para que se centrasen únicamente de la selección española y con la otra estrechaba la mano de Florentino Pérez. Por la otra el propio Florentino, acostumbrado a ir con la billetera por delante, la negativa de varios entrenadores de primera línea le hizo virar hacia el director de la selección nacional, sin querer percatarse de que ese arrebato iba directo a la línea de flotación de las ilusiones de millones de seguidores de la rojigualda. El tercer actor fue Luis Rubiales, nuevo presidente de la Federación, quien tomó la solución más éticamente respetable y deportivamente reprochable, por mi parte creo que fue la más correcta para establecer un nuevo rumbo en la selección. El fracaso de la selección española, con muchos jugadores fuera de forma, con un entrenador tan valiente para afrontar el reto como poco preparado para culminarlo, con estrellas sobrevaloradas y grandes jugadores olvidados tropezó con la correosamente débil Rusia, fue la crónica de una muerte anunciada. Al cuello de Rubiales se lanzaron las hordas mediáticas, señalándolo como el único culpable y salvando a los dos protagonistas pertenecientes al equipo de la capital.

Había que reconstruir al equipo, dotarle de un nuevo líder. Los medios de comunicación intentaron vender a sus más afines candidatos: Míchel, Quique Sánchez Flores, entrenadores que contaban con amigos en diferentes plataformas mediáticas. De repente se filtró un nombre, el enemigo de los micrófonos, el antipático, el que da la respuesta menos diplomática, el que odia las ruedas de prensa, Luis Enrique Martínez. Luis Enrique, el mejor entrenador disponible y uno de los mejores entrenadores de la historia reciente del fútbol español. Dos Ligas, tres Copas del Rey y una Supercopa de España. Una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa y una Copa Mundial de Clubes. Todo en tres años. En el año 2015 elegido mejor entrenador de la Liga, mejor entrenador de club del mundo (según una valoración estadística y por tanto objetiva) y mejor entrenador del mundo según la FIFA. Incuestionable, salvo para la prensa española.

Primero llegaron las críticas por su actitud con la prensa. Nadie recordaba que bajo ese criterio Luis Aragonés pasó de ser un cascarrabias señor entrado en años, a un simpático señor entrado en años por obra y gracia de una Eurocopa. Los mismos medios que pedían su destitución un año después solicitaban su renovación, por ser accesible a los medios, por cohesionar el grupo. España necesita un entrenador que ponga a los mejores, que en base a ellos disponga el esquema táctico más adecuado y que sepa cambiar el rumbo de un partido desde el banquillo y ese es Luis Enrique. Las sonrisas en las ruedas de prensa y las palmaditas y filtraciones a los locutores de turno solo incrementan el ego periodístico, pero no aumentan un ápice el palmarés de la selección española.

Luis Enrique supo estimular a Messi, a Piqué, removió el esquema de juego del Barça. Se erigió en protagonista del equipo, máximo responsable de todo y líder del grupo. Es cierto que en la selección tendrá que chocar con muchos egos, pero no más grandes que los del tridente que dirigió en el Barça. Se habla de que no es un seguidor a pies juntillas del esquema de toque de España. Tonterías, si vemos este Mundial las selecciones que carecen de un esquema defensivo coherente y férreo no han llegado lejos. Croacia, con un centro del campo de altísima calidad con Rakitic y Modric tiene en ambos al máximo exponente del fútbol moderno, calidad con despliegue físico. Ese fútbol de toque de Isco, Iniesta, Silva y Asensio fracasó en el Mundial, porque estaba exento de sacrificio sobre el campo. Los jugadores españoles antepusieron el lucimiento personal con ruletas, regates, toques incontables y conducciones eternas de balón antes que el beneficio del grupo. Y eso es algo que Luis Enrique no va a permitir, y si alguien lo hace no será nombrado en las convocatorias.

De igual manera Luis Enrique, por su carácter, por el entusiasmo y la exigencia tanto física como mental que impone tanto a sus jugadores como a su equipo de trabajo, tendrá un periplo corto en la selección, no creo que más allá del próximo Mundial. Esperemos que aunque breve sea exitoso.

Luis Enrique es el seleccionador nacional, nuestro seleccionador, pese a quien pese.

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