Ayer sábado quedé de piedra cuando pasé por la caja de un Supermercado Froiz y la cajera me preguntó si compraba algo para el Banco de Alimentos. Le dije que no. La cajera calló. Yo también. Pero me vinieron ganas de soltarle que les comprar ella o sus jefes del supermercado alimentos. Reconozco que no tenía el día derecho. Antes de entrar en el supermercado estuve contando la calderilla para hacer mi compra. Por eso no era buen momento para pedirme solidaridad con los “pobres” del Banco de Alimentos. Yo también soy pobre y me jodo.
Quienes no se joden son los listos de los supermercados. ¡Que fácil es disparar con pólvora del Rey! Los supermercados dan al Banco de Alimentos lo que el cliente paga. ¿Seremos tontos? Los clientes pueden ir al susodicho Banco de alimentos y darles dinero para que compren lo que necesiten para las entidades benéficas que supuestamente ayudan a los pobres. Pero no, el truquito está en incrementar las ventas de los supermercados en nombre del Banco de alimentos.
Mi siguiente noticia del Banco de Alimentos fue en la radio. Decía que era el Día del Banco de Alimentos en los supermercados. Agradecí a la cajera del Supermercado Gadis, en el que completé mi compra, que no me pidiera nada. Tuvo la delicadeza de no hacerlo. No creo que me hubiera quedado callada. Hay que saber a quien se pide. Yo también paso necesidades y me aguanto. No como lo que quiero, no; como lo que puedo, y muchas veces comería más si tuviera la cartera más llena.
Hoy domingo la noticia es que el Banco de Alimentos ha incrementado ayer sábado las ventas de los supermercados. Por supuesto no lo dicen así los periódicos. Hay que ser políticamente correctos. Dicen que ha sido un éxito la recogida de alimentos en los supermercados. Ojalá esos alimentos vayan a parar a los estómagos de los pobres. Repito ojalá. Y repito también: hay otros pobres que salimos adelante estirando nuestra miseria, la miseria que ganamos trabajando para los cabrones capitalistas.