Perdido ante los acontecimientos, privado de esa autoridad y seguridad que le ha permitido ser considerado el mejor equipo de Europa y levantar la Euroliga, el Barça perdió el norte en su primera cita de la final de la Liga. Error propio y virtud ajena, la de un Caja Laboral vencedor por 58-63, más entero y certero en las partes que más se recuerdan de un partido y de un texto: el inicio (4-16) y el final (2-9). Los dos instantes de mayor lucidez y clarividencia de Marcelinho Huertas, que anotó en ese tiempo nueve de sus once puntos y con su brújula guió a su equipo a neutralizar el factor cancha y cortar la racha de 33 triunfos consecutivos en el torneo de los azulgrana en el Palau. Una trayectoria inmaculada iniciada después del último desengaño, el 3 de enero de 2009 y también con el Baskonia como rival.
Acostumbrado a llevar la batuta, el Barça se sintió incómodo sin ser quien dictase las pautas de los acontecimientos, por más que los fuese resolviendo con parciales tan extraordinarios como postizos. Resolvió Xavi Pascual que a su equipo le faltaron paciencia, tranquilidad y que no se reconoció (identidad) ni tuvo la suficiente intensidad. Podríamos añadir puntería (algo más del 35), rebotes (35 por 41), pero sobre todo convicción, solidez y regularidad, por más que anotase la misma cifra en los tres primeros cuartos: 16 puntos. Una cifra muy mediocre.
Rebajar los méritos
A pesar de sus carencias, el Barça supo rehacerse de la mayoría de entuertos. El primero, nada más empezar. Al monólogo inicial del Caja Laboral y en particular de Huertas y Splitter (16 puntos y seis rebotes) respondieron los azulgrana con el corazón en la mano y la puntería como impulso: cuatro triples en los tres últimos minutos del primer cuarto permitieron al Barça dejar la desventaja en la mitad (16-22) y en un tercio, tras la única canasta de Morris (18-22 a los 11m 06s). Es lo que tiene el Barça, que actúa como la gran mayoría de las personas: rebaja los méritos del otro con facilidad pasmosa. Pero con esa misma facilidad volvió a ceder, a permitir que English y Splitter se sintiesen como en su casa y recuperasen la renta (22-34 a los 16m 34s).
“No nos pueden meter ni una canasta fácil”, exigía, con los ojos encendidos, Xavi Pascual, satisfecho con el 10-0 final antes del descanso en 3m 05s (32-34). Un parcial repartido entre el único triple (¡y canasta!) de Ricky (1/5) y siete puntos de Navarro (17, 5/15), protagonista del inicio fulgurante de los locales en la segunda parte, con un triple y dos asistencias para Ndong (12 puntos). Un tiro de tres de Mickeal dio a los azulgrana su mayor ventaja (43-36 a los 24m 15s, parcial de 21-2) y sirvió de punto de partida para la fe y reacción del Caja Laboral, al que le sobran jugadores decisivos: empezó el trayecto Huertas y lo continuaron Ribas y sobre todo San Emeterio (diez puntos) y Teletovic (11), que con dos triples entre el final del tercer cuarto y el último sirvieron para empatar a 48. E igualado se mantuvo el partido hasta el empate a 56 (a 5m 28s). A partir de entonces el Barça sólo supo anotar dos tiros libres. Perdió completamente el norte. Comprensible si se revisa la estadística y se ve que Lorbek y Sada no anotaron y que entre Mickeal y Basile se repartieron once puntos.
Más significativa todavía fue la cifra de sus tres bases, que únicamente repartieron una asistencia. El titular, Ricky, completó probablemente su partido más desafortunado como profesional: 1/8, una pérdida y -6 de valoración. En los últimos minutos se jugó dos triples, hizo una pase picado malo a Ndong y vio cómo Huertas, su ex compañero en Badalona y al que eclipsó, sacaba su brújula y con un triple a 3m 03s y una entrada a 1m 08s (38-63) dejaba más cerca la inesperada victoria visitante. Huertas forzaría la pérdida de Morris en la siguiente jugada y a pesar de que el cronómetro no corrió el Caja Laboral se supo ya vencedor. Los pronósticos no le daban ganador de ningún partido de la serie. Herido, Splitter había avisado que tenían todos los elementos necesarios para no sólo ganar un encuentro, sino la eliminatoria.