Basile levanta la Copa ante la alegría de sus compañeros y la mirada de Pascual -EFE.
El Rey Juan Carlos le entregó la Copa que lleva su nombre a Roger Grimau, que saludó a las autoridades presentes, entre ellos su presidente Sandro Rosell, pero no la levantó. El capitán azulgrana bajó las escaleras de la grada, se presentó en el parqué al lado de sus compañeros y tuvo un gesto que define cómo es este grupo humano: le cedió el trofeo a Gianluca Basile, lesionado casi todo el curso y que hace poco recayó cuando estaba a punto de reaparecer. Vázquez le aguantó las muletas y Basso levantó el trofeo con orgullo, mientras Xavi Pascual le miraba emocionado un día antes de cumplir tres años como primer entrenador del club. Una instantánea generosa y de amistad de un Barça convertido en una reunión de colegas implicados en la causa de disfrutar, vaciarse y ganar el mayor número de títulos posible. De los últimos seis oficiales en juego los azulgrana han ganado cinco. El último, la Copa en el territorio del rival, el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid y ante más de 13.000 espectadores, les permitió igualar los 22 títulos coperos del conjunto blanco, al que venció por 60-68, en una actuación menor de Juan Carlos Navarro en su quinta Copa ganada (siete puntos, 2/9, muy bien defendido por Pablo Prigioni), y excelente del MVP Alan Anderson (19) y Víctor Sada, el más valorado con 20 (siete puntos, seis rebotes y otras tantas asistencias, tres recuperaciones…). Desde 1988 ningún equipo lograba revalidar el título. El último en hacerlo fue el propio Barça ganando también al Madrid en Valladolid con un triple final de Nacho Solozabal.“Tenemos un grupo muy especial”, se congratuló Ndong. Sada restó importancia a que no se le nombrase Mejor Jugador de la Final y elogió al escogido, Anderson, que con sus “uno contra uno nos ha liberado mucho”. ¿Sois conscientes los jugadores de que están haciendo historia? “Cuando tengamos el pelo blanco ya nos lo replantearemos”, bromeó Sada. Aunque la frase más significativa la pronunció Basile: “Se sufre mucho mirando cómo juegan los compañeros”. Y esta vez Basso sufrió mucho en el banquillo, pues no resultó un triunfo plácido y tranquilo para el Barça como tantas veces le ha sucedido contra el Madrid de Messina, que desde que dirige al conjutno blanco sólo ha vencido a los azulgrana una vez, intrascendente, un partido de cuartos de final de la pasada Euroliga. El Barça sólo pudo poner la directa en el último cuarto, cuando logró una renta de 15 puntos (49-64 a 5m 02s) con Sada como base (Ricky estaba en el banquillo lesionado) y con Grimau y Anderson como alas. Ndong apuntillaba en la pintura.
Los triples de Mirotic y la jugada de Morris
Como durante toda la Copa, el Madrid persistió en busca de la remontada, impulsado por el intermitente Sergio Rodríguez y el descarado Mirotic, que se ha ganado un hueco en el equipo en muy poco tiempo y, entre otras cosas, es un tirador muy preciso: anotó dos triples, el último a 33 segundos (60-66). El conjunto blanco no hizo falta y Morris, en una jugada cómica, falló un mate y el balón subió para arriba y se metió para dentro para acabar con una final muy física y más competida por el Madrid que la anterior de Copa, la de la Supercopa o el último partido en Liga.
Messina tenía tres ideas muy claras: no dejar correr al Barça, frenar a Navarro e impedir que el marcador fuese irreparable al descanso como le había sucedido tantas veces ante los azulgrana. Para no dejar jugar a su rival el técnico italiano planteó una defensa muy física y encomendó a Prigioni incordiar a Navarro, cosa que logró casi siempre, especialmente en la primera parte, en la que La Bomba no anotó ni un punto y falló sus cuatro intentos. Messina quiso jugar más con sus interiores y de ahí la importancia de Tomic, hábil como finalizador y un imán para capturar rebotes. El pívot croata recibió cuatro personales en los primeros dos cuartos, por las seis de otro jugador capital, Suárez, tan sólo incómodo ante Anderson, el primer agitador del partido.
Velickovic, Vidal y Begic no juegan
Errático por un día Navarro, muy fallón también en los dos primeros cuartos Lorbek, surgió Anderson como un cohete en un partido con muchos contactos, pura guerra simbólica, en el que ambos entrenadores hacían constantes rotaciones, aunque en ellas nunca figuraran ni Velickovic ni Vidal ni el recién llegado Begic por el Madrid. Sólo Lakovic no disputó minutos en el bando azulgrana. Un guiño a la filosofía de unos y de otros.
Por momentos el partido funcionó como un enfrentamiento particular entre un pívot, Tomic, y un escolta, Anderson, sustituido por un nervioso Ingles tras su segunda personal al final del primer cuarto (15-17). Sangre, puro nervio, era Sada, un jugador impagable en el conjunto azulgrana: capaz de dar un salto como si tuviera muelles en las piernas, de defender al límite y de repartir más asistencias que nadie. Su ascendencia en el equipo es innegable.
Sada lucha por un rebote con Fischer -EFE.
Los triples de Lorbek
Sin Anderson sufrió el Barça y se gustó Suárez, y al descanso se llegó con empate a 30, después de que el estadounidense volviese a la pista y continuase con su gran racha (llevaba 14 puntos con un solo fallo en tiros de campo). Mala, mucho, era la de Navarro, que por fin en el primer minuto de la segunda parte metió un triple afortunado en su sexto intento. Lorbek se destapó con dos triples consecutivos para responder a otro de Prigioni, el hombre para todo para Messina. Un palmeo de Sada, cómo no, puso a los azulgrana con su mayor ventaja hasta entonces (37-44 a los 24m 32s).
Negado Llull (0/6), impreciso Suárez, Messina apostó, ahora sí, por dar entrada a Sergio Rodríguez, tras no haberle concedido ni cuatro minutos en la primera parte. Y el base canario metió dos canastas consecutivas, las mismas que llevaba su equipo en todo lo que se había jugado de tercer cuarto. La entrada de Sergio Rodríguez (decisivo en cuartos ante el Gran Canaria e importante, a pesar de sus siete pérdidas, en la remontada ante el Power Electronics Valencia) coincidió con el gran susto de la final: Ricky pisó mal y se fue cojeando al banquillo, maldiciendo su suerte, haciendo cábalas de qué lesión podía tener: era un esguince de tobillo. Un alley-oop de Vázquez y dos puntos más de Navarro, desde la línea de personal, cerraron el último cuarto (43-48).
Con Ricky mermado y Lakovic ignorado por Pascual, Sada pasaba a ser el único base, tenía que ser el guía hacia la victoria. Y lo fue. Un resbalón de Llull aprovechado por Grimau fue el inicio del fin para el Madrid, sometido por el capitán azulgrana, golpeado por los puntos de Anderson, Morris y Ndong. 15 puntos fue la máxima renta. Un colchón que fue suficiente para que el Barça volviese a ganar a su rival histórico e igualarle a número de Copas (22). El guión fue muy distinto a los precedentes, pero el final resultó exacto.
MADRID 60 (17+13+13+17): Tomic (12), Prigioni (10), Reyes (3), Tucker (9) y Suárez (8) –quinteto inicial–, Llull, Mirotic (8), Rodríguez (8) y Fischer (2). BARÇA 68 (19+11+18+20): Rubio (1), Navarro (7), Anderson (19), Perovic (2) y Lorbek (9) –quinteto inicial–, Sada (7), Vázquez (4), Ingles (1), Ndong (6), Morris (8) y Grimau (4). Árbitros: Martín Bertrán, Daniel Hierrezuelo y Juan L. Redondo. Eliminado por cinco personales Tucker.