Pero el Barça es diferente, y en su entorno tiene a su peor enemigo, a veces mas perjudicial que esos periodistas que llevan un disfraz de neutrales pero cuyas bufandas blancas les delatan.
El peor enemigo del Barça lo tiene en casa, y una prueba más es la idea que va creciendo en las redes de que el Barça no se presente a la final de Copa, o al menos que sus directivos se nieguen a participar en los actos protocolarios del evento.
Están pidiendo que el Barça se solidarice con aquellos llamados presos políticos por unos y golpistas por los otros, y en el propio programa El Penalti, en radio y televisión aparecieron defensores de esa implicación política incluso una ex directiva lo ha pedido con reiteración.
Y sin entrar en el fondo del asunto, puesto que las decisiones judiciales han de ser potestad del juez, mi opinión particular es que el Barça ha de hacer, mas pronto que tarde, un inventario de sí mismo, de lo que quiere ser de mayor, y decidir si participar en política o dedicarse al deporte como le reclamamos muchos aficionados.
Pedir que el Barça se retire de la Copa del Rey haría que el club fuera sancionado con dos o tres años sin participar, y complicaría aun mas la relación, siempre tirante, con el colegio de árbitros y sus representantes.
Ya puestos podríamos retirarnos también de la liga y dejar que Atleti y Real Madrid se la jugaran en el apasionante derby, incluso si la UEFA continúa molesta por las esteladas también renunciar a la Champions, y dedicarnos a amistosos reivindicativos, que a muchos alegraría, sobre todo a los que andan como cuervos deseando llevarse a nuestros jugadores gratis.
Tal vez porque estamos confundiendo la grandeza del Barça, uno de los mejores clubs del mundo, y sin duda el mejor de lo que va de siglo, circunscribiéndolo a un territorio y aun en éste, a la mitad de sus habitantes.
A título personal he defendido siempre, y me mantengo en ello,que Cataluña acabará siendo lo que quieran los catalanes, pero mientras los catalanes se deciden y rompen el empate, deberíamos dejar que el Barça, que siempre ha sido más que un club cuando no se podía reivindicar nada fuera del deporte, vuelva a ser un gran club, el mas grande del mundo, y que se le reconozca por sus gestas deportivas.
Porque corremos el riesgo de quedarnos en un terreno pantanoso, en unas arenas movedizas en el que cada movimiento político que nos haga querer salir nos hunda en el aspecto deportivo, y nos deje descolocados.
Algo así como unos náufragos a los que al despertar les hubieran robado su isla.