Dijo el Tata en la previa del partido que no era tiempo para cometer errores y al instante su equipo metió la pata hasta el corvejón. Y en casa. Y ante un Valencia en proceso de remodelación. Y dependiendo de lo que pase hoy en el Manzanares y en el nuevo San Mamés, puede que la catástrofe sea de dimensiones colosales. Al Barça se le ven las costuras, al Tata su falta de cintura, a los jugadores las vergüenzas y el Emperador anda desnudo por la calle. Ha sido el Valencia de Pizzi y de Rufete el primero que ha gritado al mundo que el señorón anda por la calle enseñando las vergüenzas. El 2-3 de ayer con el que el Barça compromete seriamente sus opciones de cara a una Liga que va estar en un pañuelo y en la que un estornudo se convierte en un constipado es un síntoma claro que en este equipo hay algo que no funciona. Igual lo de hoy es una mala noticia para el Barça, pero también es una gran noticia para el fútbol español que un equipo como el Valencia sepa rearmarse en un fin de semana para meterle el agua en casa a uno de los mejores equipos del mundo. Quizás si todos hicieran como el Valencia, la Liga sería más divertida.
El partido expuso a plena luz los problemas del Barça en sus días malos: La defensa fue un chiste, Busquets no llega a tapar los agujeros de unos compañeros de línea que no meten la pierna ni por equivocación, Alexis es la ciclotimia personificada y Messi no basta. El argentino fue, de largo, el mejor de su equipo hasta que le duró la gasolina, que fue cuando empezó a regalar balones a los defensas del Valencia. En los 55 minutos anteriores, dispuso balones a sus delanteros, que no los aprovecharon. Cuando él tuvo la oportunidad de marcar, tampoco tuvo la suerte de cara. Vive una racha mala de cara a portería. Se solucionará porque es el mejor del mundo. Pero todo indica que el mejor ya no juega en el mejor equipo del mundo como hasta hace poco. Mal síntoma para el Barcelona.
Cuando Messi se apagó, el Valencia se encendió. Jugó el Barça 25 minutos iniciales excelsos. Que le en otras épocas de fortuna le hubieran proporcionado una ventaja de 4-0. Pero este Barça es un lobo sin colmillos. Amenazaba mucho, pero no marcaba. El gol inicial de Alexis, que de hacerlo Maradona pasaría a la historia, pero que en sus botas (de manera injusta, probablemente) se quedará en un churro afortunado no supuso el final del partido, como hubiera pasado en otras épocas. Con el 1-0, el Barça, como un Narciso de pacotilla, se ensimismó en su reflejo y no supo como entrar a matar el morlaco. Tanto se gustó, que el Valencia de Pizzi creció desde la miseria. Se hizo fuerte desde la debilidad y pasó de no tener esperanza ninguna a creer en la salvación. Pizzi, especialista en remontadas, le dio todo un meneo al Tata Martino.
La fe del Valencia doblegó a un Barça inane que se fue diluyendo en proporción inversa al crecimiento de los valencianistas, que empataron en una jugada de tiralíneas en la que Parejo empató el partido y que empezaron el segundo tiempo con mirada asesina. Olieron sangre y fueron a por ella. El partido se podría resumir en una historia de valientes y cobardes. El Valencia fue valiente, porque es valiente el que desde la inferioridad busca la superación. El Barça fue un gallina. De la superioridad pasó a la mediocridad.
Sin colmillo, el Barça se dejó avasallar por un Valencia en el que Piatti marcó de cabeza en un síntoma de que no hay retos minúsculos para los pequeños. Empató Messi cinco minutos después de penalti más que dudoso por manos de Ricardo Costa. Tan discutible fue el penalti como perfecto el golpeo de Leo. Únicamente así se le marcan penas máximas al mejor portero del mundo en esta materia.
Cuando se suponía que el empate jugaba moralmente a favor del Barça, la defensa blaugrana volvió a habilitar al equipo valencianista, que mediante Alcacer marcó el 2-3. A partir de ahí, a cada paso del Emperador, se le abrían más las costuras. E iba quedando más desnudo. Messi más torpe, Iniesta más intrascendente, Xavi insustancial, Cesc y Alexis desparecidos…mientras el Valencia se agigantaba de la mano de un Feghouli imperial que poco a poco, desnudaba al emperador.