Sumó tres puntos más el Barça tras vencer al Almeríapor 4-1 en un partido que vale más por su registro en la tabla de Primera que por el juego desplegado. Fue un encuentro que descubrió de nuevo un equipo de doble velocidad. Una cosa es el valor del Barça atendiendo a los puntos conseguidos y otra muy diferente el valor de lo que ofrece sobre el terreno de juego, que dista mucho de lo exigible. Nada aclara el partido respecto a lo que se puede esperar de este Barça.Los pesimistas siguen desesperándose con la falta de ritmo, de continuidad en el juego, con alineaciones difícilmente comprensibles y con los errores en defensa, especialmente a pelota parada que convierten cada saque de esquina en contra en una sesión de tortura.
Por el contrario, los optimistas pueden alardear de que ayer el Barça volvió a engancharse a la Liga. Sin hacer un partidazo, goleó y se colocó a un punto del líder del campeonato. Además, con el triunfo de ayer, sigue dependiendo el equipo blaugrana de sí mismo para ser campeón. Por tanto, cualquier síntoma de alarma debe de ser sospechoso de proceder de esas fuerzas del mal que no descansan en sus campañas antibarcelonistas.
Seguramente, la verdad debe de estar en el punto medio, aunque lo cierto es que tras el desastre de Anoeta, el público esperaba más juego e intensidad por parte de los suyos, ya que el triunfo y los tres puntos, se daban por descontados.
De nuevo el Barça volvió a maquillar con el resultado una actuación que durante 70 minutos levantó muchas sospechas. El ejercicio cosmético del Barcelona es impecable desde el punto de vista matemático, porque los números le avalan, pero más allá de la suma de goles y de puntos no es que incite al optimismo más desbordante.
El Barça invita a la fe, porque a fuerza de instantes de calidad sigue teniendo opciones a todo mientras se espera que, tal como se fue, se vuelva a encender la luz y este equipo deje de vivir a golpe de apagones.
En el partido de ayer Martino, que se sentó en la grada a medio metro de Pautasso, decidió de nuevo que Iniesta y Pedro se tenían que quedar en el banquillo y el Barça salió encomendándose a la presión de Fàbregas y de Alexis sobre la defensa rival.
De entrada la idea funcionó y tras nueve minutos de dominio del partido, Alexis aprovechó un mal rechace de Esteban a un tiro de Fàbregas para marcar el 1-0. El partido se encarrilaba y cuando en el 24 Messi convirtió un magnífico tiro libre en el 2-0 ya parecía que todo iba a ser coser y cantar. Ahí saltaron los plomos.
Tres minutos después del gol de Messi, el Almería volvio a dejar en evidencia a la defensa culé con un gol de córner en el que Valdés, Cesc y Puyol no se entendieron dando la oportunidad a Trujillo de acortar distancias.
La segunda parte fue un sopor en el que el Barça estuvo más cerca de complicarse la vida que de ampliar el marcador. El Camp Nou se puso nervioso y en algunos momentos del partido llegó a pitar a sus jugadores, que parecían dar por bueno el 2-1. A siet minutos del final, Puyol recogió un rebote tras un remate de cabeza de Messi que dio en el poste para asegurar el resultado y cinco minutos después, Xavi, con un gran disparo maquilló definitivamente el resultado y volvió a encender la luz. El Barça mejoró al final, cuando entraron Pedro e Iniesta en el campo y se fue a dormir a un punto del Madrid, pero la sospecha del Camp Nou es que se vivió un ejercicio de cosmética.