Va a ser el titular que el día menos pensado se encuentre Pep Guardiola. No es normal la cabezonería que tiene el equipo blaugrana que viaja a última hora sí o sí. Puedo entender sus argumentos y, en buena parte no le falta razón, pero hay circunstancias que requieren hacer todo lo posible para llegar en garantías al partido. Este fin de semana es especial.
Es especial por doble motivo. A estas horas los controladores aéreos han vuelto a poner el país patas arriba. Barajas se encuentra cerrado e Iberia asegura que hasta las once de la mañana no volverá al cielo, si es que vuelven mañana.
Quedan trece horas para que Gobierno y controladores lleguen a un acuerdo, o que caiga la breva de que los controladores de El Prat y de Noáin mañana estén puntualmente en sus asientos.
Y no nos olvidemos de la climatología. Esta mañana ha caído una señora nevada sobre Pamplona. La previsión es que no vuelva a nevar, claro que se queda en eso, una previsión, porque esta noche iban a caer cuatro copos y nos hemos levantado con ocho centímetros de nieve. Un tren con destino Pamplona ha estado parado varias horas en Calahorra. Los aviones no han despegado ni aterrizado en Noáin (salvo el de las siete de la mañana), y varios autobuses han sido cancelados o han experimentado grandes retrasos.
Mi opinión es que mañana el Barcelona llegará a tiempo y sin mayores problemas, pero me parece que juegan con fuego. Si no pudieran llegar, ¿deberían perder 3-0? No sólo eso, según el artículo 215 del reglamento de la Federación Española de Fútbol, se les debería dar el partido por perdido, restarles tres puntos y sancionarles económicamente. No creo que se atrevieran.
El Barcelona debería planear y plantear sus viajes uno a uno y según el momento, si no quieren tener un susto de verdad.
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Etiquetas: Barcelona, Osasuna, viajes, imprudencia, suspensión, nieve, climatología