Al encontrarme con la tapa de El barco de los niños, de Mario Vargas Llosa (Alfaguara, 2015), lo primero que me vino a la cabeza fue El otro, aquel cuento de Borges (por el banco frente al agua, el niño y el anciano, la sensación de que hay algo que va más allá de la realidad lógica).
Pasada la tapa y ya en el primer capítulo, pensé en Las mil y una noches, por la expectativa que genera el relato interrumpido (en este caso debido a la llegada del bus escolar de Fonchito).
Hay mucho amor a las historias en este relato, tanto las leídas como las contadas. Por un lado porque a uno, como lector, le vienen recuerdos de otras lecturas. Pero también porque el anciano lo dice expresamente: “… los libros están llenos de historias maravillosas. Las puedes leer y, si están bien contadas, es exactamente lo mismo que si las vivieras”.
Vargas Llosa juega con la idea de la eternidad, con la posibilidad de vivir en otros planos. Con no envejecer (¡Peter Pan!) o bien con retornar a la niñez perdida (el barco que se fue). También aparece el concepto de doppelgänger o doble, ya que el niño termina esperando el barco con la misma ansiedad que antes demostró el anciano.
Fonchito podría haber imaginado todo, aunque entonces la historia perdería su gracia. Mejor salir a navegar en el barco de los niños con la mente abierta (y atenta) a los fantasmas.
Sugiero esta lectura para ocho años o más, aunque estas cosas son relativas. El sistema de capítulos cortos ayuda a los lectores de menor edad.
- El barco de los niños
- Mario Vargas Llosa
- Alfaguara (Penguin Random House)
- Año 2015
- 112 páginas
- ISBN 9789877381009
- Otros libros del autor en el blog: Los cuentos de la peste; El héroe discreto