El investigador ilicitano se sumerge en un estilo artístico que brilló con fuerza en la provincia de Alicante, con el reconocimiento de autoridades del mundo del arte
Por: Tania Baeza
Este trabajo es un resumen de mi tesis doctoral, «Arte y Contrarreforma en la antigua diócesis de Orihuela (1564-1767)». Una vez defendida en diciembre de 2013, los miembros del tribunal sugirieron que debía publicarse pues es un libro que aborda un estilo artístico concreto –el Barroco– como consecuencia de un movimiento cultural y religioso determinado –la Contrarreforma o Reforma católica– desde múltiples puntos de vista, tratándose la arquitectura, la escultura, la pintura, la platería, el tejido, el mueble, etc., pero no sólo como meras creaciones artísticas sino también como respuesta a programas de exaltación, caso de la Semana Santa, la Eucaristía, la Virgen o los Santos. A esos contenidos se le sumaron otros, que vinieron después de la defensa como consejo de los doctores Lorenzo Hernández Guardiola y Joaquín Sáez Vidal, tales como el estudio de la ciudad barroca, las ceremonias o el muy importante capítulo del arte efímero.
¿Qué particularidades tiene el Barroco alicantino que le hagan merecer un libro?
El Barroco en la provincia de Alicante está ligado desde sus mismos orígenes al surgimiento de la diócesis en el año 1564, un año después de clausurarse el famoso Concilio de Trento, cuyos decretos comenzaron a implantarse casi de inmediato en estas tierras merced a la acción del obispo Gregorio Gallo, quien fue uno de los asistentes a dicho Concilio. Es decir, ya el inicio advierte de unas circunstancias muy especiales. Como era de esperar, el impacto artístico de la Contrarreforma, lo que se ha venido a denominar como Barroco por parte de los grandes historiadores de la talla de Mâle o Weisbach, en tierras de la diócesis de Orihuela fue ejemplar. La arquitectura se adecuó rápidamente a la nueva estética y, lo que es más importante, a las nuevas necesidades litúrgicas, que demandaban espacios diáfanos. Ello se tradujo en la tipología de nave única con capillas entre los contrafuertes, crucero y cabecera desarrollada. La arquitectura se complementó con unos ricos programas artísticos a base de esculturas y pinturas. Quizá la particularidad mayor del Barroco alicantino sea precisamente la adaptación del arte y la arquitectura a los nuevos imperativos. Y ello, desde luego, no es un hecho baladí.
¿Puede decirnos algunas de las obras y localidades que aparecen en su libro?
Dado que se trata de un libro que abarca la provincia de Alicante, lógicamente están presentes los templos, ya sean parroquiales, conventuales o capillas, de las poblaciones de mayor calado, caso de Orihuela –que era el centro espiritual–, Alicante –que fue motor económico gracias a su puerto–, Elche y otros lugares como Albatera, Callosa de Segura y la Vega Baja, San Juan de Alicante, Muchamiel, Aspe y todo el valle del Vinalopó…
¿Hará presentaciones en todos los lugares que aparecen o solo en grandes ciudades, como Elche?
En principio se hará una presentación –quizá en febrero o marzo– en Alicante, aunque el lugar está por determinar. Es posible que se haga otra presentación en Elche u Orihuela aunque por el momento todo ello está en el aire.
Con sus obras está dando a conocer gran parte del patrimonio artístico provincial, ¿ha recibido el reconocimiento de alguna autoridad? ¿Le gustaría recibirlo de alguien concreto?
Por autoridad entiendo que nos referimos a autoridad en el tema. Los grandes historiadores del arte que ha tenido la provincia de Alicante –que son los que, por otra parte, iniciaron la historia del arte en estas tierras– conocen sobradamente mi trabajo. El doctor Lorenzo Hernández Guardiola me ayudó proporcionándome ideas y mucha documentación inédita, como también hizo el doctor Joaquín Sáez Vidal, ambos para mí espejo en el que mirarme. Sus trayectorias como investigadores son, desde mi punto de vista, absolutamente intachables. Lo mismo ocurre con la doctora Inmaculada Vidal Bernabé, quien asimismo me hizo unas oportunas indicaciones. Sus opiniones, junto con las de los profesores universitarios que formaron parte del tribunal de mi tesis doctoral y otros a los que he recurrido pidiendo consejos, ha sido muy positivas. Debo reconocer que he llegado a emocionarme cuando me han llamado para decirme que habían recibido el libro y que les parecía fantástico.
Su libro ha sido editado con el respaldo de una institución importante, ¿le costó conseguirlo?
En ocasiones, conocer a la persona exacta en el momento exacto facilita mucho las cosas. En este caso, la persona que ha obrado todas las gestiones para que este proyecto llegase a buen fin ha sido el doctor Wifredo Rincón, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y director de la colección «Biblioteca de Historia del Arte», al cual conocí hace algún tiempo, se interesó por mis investigaciones y me propuso, lógicamente pasando todos los filtros y evaluaciones pertinentes, publicar un libro derivado de mi tesis doctoral en una de las colecciones del CSIC. En febrero de 2014 se puso en marcha la idea, envié el original al Consejo para que lo evaluasen y en junio de 2015 recibí las primeras pruebas.
Y, relacionado con el respaldo que determinadas instituciones da a los escritores, ¿qué le parece la información que se ha conocido sobre el almacenamiento de libros por un valor de medio millón de euros realizado por el anterior gobierno autonómico valenciano?
En ocasiones estas cosas suceden. A veces nos enteramos, otras veces no. Espero que hagan un reparto de esos libros almacenados –el valor de algunos ejemplares rondaba los 300€– y que la población pueda acceder a ellos, ya que son libros que pueden resultar muy interesantes.