El bastón de mando de los alcaldes

Por Eyg


Hola Charo, he visto el video de la toma de posesión de alcaldesa de Sonia y me gustaría saber qué significa el bastón de mando que se entrega a los alcaldes cuando toman posesión, ya que aunque parece lógico que significa o que representa la autoridad que tienen, seguro que la tradición viene de algún sitio y por algo. ¡Gracias!. (Laura, de Alicante)
Hola Laura. Para todos los que nos leen aclaro que Sonia es Sonia Castedo Ramos, la Excma. Alcaldesa de Alicante.
Efectivamente, todos los símbolos tienen un origen y una razón de ser. Te copio íntegramente el artículo que sobre esto publicó mi compañera María del Pino Fuentes de Armas, que contesta brillantemente tu pregunta:
"EL BASTÓN de mando que simbólicamente reciben los alcaldes al ser elegidos tiene su origen, según los arqueólogos, en la Prehistoria, pues han aparecido ejemplares de la época hechos de hueso, asta de reno o venado, tallados, con decoración esgrafiada con figuras de animales, y se presupone que expresaban el poder social del jefe de la tribu. En la antigua Grecia tuvo un uso militar, se entregaba al jefe superior del Ejército un bastón de forma cilíndrica, réplica exacta de otro que quedaba en poder del éforo -cada uno de los cinco magistrados que anualmente elegía el pueblo en Esparta-, y cuando entre ellos se querían comunicar algún tema delicado enrollaban una cinta a modo de serpentina a lo largo del mismo, escribiendo el texto en el sentido de las generatrices, de forma que al recibirla su destinatario y liarla de nuevo en el suyo, de exacta longitud y diámetro, permitía leer lo que era ininteligible para cualquier interceptor.
En Grecia, el bastón no era emblema de autoridad; pero más tarde, por proceso inverso, se convirtió en distintivo de mando, llamándose vara, báculo, bastón o cetro, y representando poder, dominio, potestad, jurisdicción o jerarquía. Lo portaban desde el más humilde puesto de "cabo de varas" -el presidiario de confianza que vigilaba de los demás reclusos- hasta reyes o emperadores, pasando por generales, prelados, ministros, alcaldes...
En España, por Real Orden de 14 de noviembre de 1853, se otorgó a jueces, magistrados y fiscales del Tribunal Supremo y de las Audiencias, estableciéndose más tarde para los ministros de la Corona, jefes superiores de Administración Civil, gobernadores civiles y delegados de Hacienda, alcaldes y jueces municipales, etc., diferenciándose su categoría por la empuñadura de oro o plata, y por el color del cordón o trencilla y de las borlas o bellotas, que iban desde el dorado o plateado a las sedas de color azul, negro, verde, blanco... Al de los alguaciles siempre se le denominó vara y su representación le correspondía como ejecutores de la potestad de los corregidores y magistrados, su utilidad "para apartar al vulgo y hacer plaza y lugar".
En el Ejército español su uso se reglamentó en el reinado de Felipe V, hacia 1706, cambiando la denominación de "bengala" por la de bastón de mando, señalando también la diferencia jerárquica según su empuñadura: de oro para el coronel, de plata el teniente coronel, casquete de plata blanca que guarnecía un dedo del bastón por arriba el sargento mayor y el capitán, etc. Las Reales Ordenanzas de Carlos III, de 22 de octubre de 1768, limitaron su uso a los coroneles en propiedad, tenientes coroneles en ejercicio y al sargento mayor, determinando que los cabos "tendrán una vara sin labrar del grueso de un dedo regular y que pueda doblarse a fin de que su uso (con el soldado) de esta insignia que distingue al cabo no tenga malas resultas". Más tarde se concretó qué cargos y mandos debían utilizarlo, disponiendo la Real Orden de 16 de diciembre de 1908 que en la Guardia Civil lo llevarían los coroneles subinspectores de Tercio y primeros jefes de Comandancia.
Las últimas normativas dictadas sobre el particular que sustituyen al Reglamento de uniformidad de 27 de enero de 1943, redactadas a partir de 1983, no concretan el uso de este símbolo que fortalece la voluntad -art. 17 de las Reales Ordenanzas de los Ejércitos-, por lo que se sigue atribuyendo a los oficiales generales, jefes de cuerpo y jefes de Estado Mayor de las grandes unidades, el uso de este distintivo de autoridad. El del capitán general presenta artísticos dorados, plateados y pedrería esmaltada, así como los cuarteles del escudo nacional y los colores de la bandera; los demás son de caña de India o madera rica y puño de oro, llevando cordón y dos bellotas también de oro el de los generales y cordón y dos bellotas de seda negra los restantes. Aunque ese reglamento dispone su uso obligatorio para las uniformidades de gala y de diario, incluso cuando se llevaba sable, y en ningún caso se contempla su uso en formación, leí hace poco en una revista militar, que "es un engorro feroz que complica la vida al que lo lleva, lo que ha hecho que, poco a poco y a la chita callando, se vaya dejando por los rincones, poniendo exquisito cuidado en olvidarlo en todas las oportunidades", circunstancia que se da también en el ámbito civil, aunque siempre está el don nadie de turno que busca la mínima excusa para llevarlo.
Historias curiosas sobre el bastón de mando hay muchas, sobre todo cuando los jefes de protocolo son nuevos en el oficio. Desde la del alcalde que se hizo colocar en su interior un estilete para su defensa, a ese otro corto de talla, pero no de astucia y sutileza, que al ser relevado del cargo entregó la vara a falta de la empuñadura de oro, por lo que al preguntar su sustituto, dijo que lo había cortado porque era excesivamente largo para su estatura. 
Todos los alcaldes deben saber que el bastón de mando no es un adorno, sino una insignia. Es el emblema de su autoridad. El acto de toma de posesión de un alcalde se perfecciona cuando éste recibe el atributo que tradicionalmente lo identifica. Si recuerdan la puesta en escena del teatro clásico español, por ejemplo "El alcalde de Zalamea", de Calderón de la Barca, o en las comedias de Lope de Vega, el personaje que da nombre a la obra se caracteriza porque porta permanentemente la vara y no la declina ni ante el propio rey.
Cuando al final del drama, el rey absuelve al alcalde de Zalamea de toda culpa, porque "erró en lo menos, pero acertó en lo más", por haber ahorcado a un capitán de sus Tercios, a quien no ampara el fuero militar, por haber deshonrado a la hija de Pedro Crespo -el alcalde-, éste no le entrega la vara. Tampoco lo hizo el teniente general Pérez Viñeta ante el rey, a quien acompaña a pasar revista, pero sin soltar su vara de mando en plaza.
Uno de los errores más frecuentes que se cometen en el protocolo local es la entrega por parte del alcalde de su bastón a cualquier personaje relevante. Es un acto de sumisión errado e impropio. Como ejemplo, están las imágenes de una Letizia Ortiz desconcertada, a la que un alcalde entregó el bastón de mando municipal, sin saber qué hacer con él ni dónde colocarlo. Aunque pueda parecer simpático el gesto de este primer edil, lo cierto es que en una sociedad democrática estos actos de sumisión y pleitesía con sabor añejo no se justifican.


Si su responsable de protocolo no tiene las cosas claras, hay que dejar el bastón de mando en el ayuntamiento y recordar que la vara es una insignia de la dignidad democrática que se ostenta por elección de los ciudadanos. Que un alcalde haga entrega del bastón de mando -cosa frecuentísima y generalizada- es tan absurdo como si un militar se quitase sus divisas ante el Rey y se las diera a éste. Claro que no solamente se mete la pata en el ámbito civil, pues célebre es la anécdota de una autoridad militar gallega, con bastón, que hizo entrega de éste al ministro de Defensa de turno.
Cortés, sí. Respetuoso y educado, también, pero determinados gestos de sumisión y vasallaje son impropios de una sociedad democrática. Y que se sepa el presidente de la Comunidad Autónoma no tiene como distintivo un bastón de mando, así me evito tener que explicarlo a los homólogos municipales cuando va a los actos solemnes que estos organizan."
Respecto al Ayuntamiento de Alicante en concreto, el Reglamento Orgánico del Pleno, en su Capítulo III, artículo 11.5, del Título II, dice que "Seguidamente, el Alcalde proclamado electo, prestará juramento o promesa en relación con el nuevo cargo, y el Presidente de la Mesa de Edad le dará posesión del mismo, y le entregará la Medalla de la Alcaldía y el Bastón de mando, con lo que quedará investido de la autoridad, tratamiento de Excelentísimo, derechos y deberes del cargo, tras de lo cual pasará a ocupar la Presidencia del acto y dirigirá la sesión hasta el final, en la forma que estime procedente".Saludos, Laura.