La Bandera, 13 de diciembre de 2023
Queridos amigos y amigas:
Hace un calor que te la encargo y vengo llegando de la iglesia de los Capuchinos en calle Catedral, barrio Yungay. Yo viví por ahí cuando era niño y mi nombre completo era “Roberto Alejandro Guzmán Hemard Libertad 460”.
Hoy conmemoramos los 50 años de la detención de Juan Bautista van Schouwen (31), el Bauchi, y Patricio Munita (22), tomados presos en ese mismo convento donde habían pedido refugio. En esos días de terror el Bauchi era una de las personas más buscadas por los golpistas y un cura de esa casa que los acogió solidariamente primero, luego se complicó entero (no tuvo agallas) y se lo confidenció a un cuñado de su hermana que era militar, y el milico hizo lo más fácil: delatarlos a la recién creada DINA. Los fueron a buscar con un bus de carabineros, mostrando la misma ‘valentía’ que tienen hasta hoy cuando enteros forrados en blindajes entre varios les pegan a mujeres mapuches y a cabros descamisados. Apareció el cadáver de Patricio al día siguiente y el de Juan Bautista nunca más. Pero no están olvidados.
Al curita delator también se lo llevaron entonces y se pusieron a torturarlo para soltarlo una semana después, y le debe haber dolido en el cuerpo y en la conciencia hasta el último de sus días. Si bien recibió en asilo al Bauchi, Patricio y una persona más (que hasta hoy no se ha podido identificar), no calificó para recibir el homenaje de los y las valientes que hicimos en octubre pasado en el Museo de la Memoria[1].
El Bauchi, Patricio, Miguel, Lumi, Carmen, Astrid y tantos otros y otras, conformaron una generación de una altura humana y moral extraordinaria; una generación de jóvenes embargados de alegre y exuberante generosidad por el pueblo, cuya energía movió a todo un país… y, para vergüenza de los innobles soldados, de estos jóvenes finalmente fue la valentía Por eso están presente 50 años después.
Todo eso les picaba a los dueños del país, a Nixon y Kissinger que temían a la dignidad de los latinoamericanos. Y les picaba a las familias dueñas de las tierras, esos miopes que hoy se consideran “los verdaderos chilenos” (sic[2]), que iban al culto religioso oficiado para ellos por los nuevos fariseos, esos que el Evangelio califica sin ambages como “amigos del dinero” (Lc 16,14). En esos días ofrecían como recompensa por el Bauchi 500.000 escudos. Todo lo medían y siguen midiéndolo por el dinero: como creen que las personas valen lo que pesan en dinero, les horroriza tener que compartirlo porque tal hecho ante ellos mismos les significaría ‘valer un poco menos’. Tiemblan.
Por eso Hasbún decía en el 13 “¡álzate Chile!” y el diario La Segunda titulaba ese año ‘73 “junten rabia”… y de ahí el odio con el que mancharon a los uniformados y sus familias, que en definitiva también fueron sus víctimas.
Esa generación de jóvenes, aunque algunos procedían de la llamada burguesía, no se enriquecieron ni usaban lujos. Como modernos Robin Hood recuperaron platas de bancos sin matar a nadie (hoy alguien recordó esa acciones), con el mismo entusiasmo con el que leían poesía e iban a bailar a la «discoteque Las Brujas”. Esa honestidad altruista hacia los explotados era ofensiva para los que acostumbraban a robarles sudor y derechos. Entonces, ofendidos y temerosos, desplegaron el odio inculcado por los yanquis en la Escuela de las Américas y demostrado con los hawker hunters: mataron a ellos y a miles más para asaltar el país robando cientos de billones con una impunidad que vergonzosamente nos ha alcanzado hasta hoy, cuando transversalmente hay personas del aparato público investigadas por corrupción en estos días[3]. Leigh, Pinochet y Patricio Aylwin quisieron justificar ese abuso de fuerza explicada por ejemplo en el inexistente ‘Plan Z’, pero ni las palabras ni la moral les alcanza. Es Caín declarando que Abel tiene la responsabilidad de su asesinato: aún sobre los incontables muertos su eslogan es que “la responsabilidad fundamental de lo que ocurrió la tiene la UP” (Patricio Aylwin en 1987[4]). De la generación del Bauchi podemos sentirnos orgullosos porque los movía un amor a los ideales y al pueblo, en contraste con quienes, quebrantando su consciencia, heredaron a sus propios hijos el amor a las trampas y al dinero. Perturba un poco comparar ambas generaciones.
Hoy en el patio delantero del convento de los capuchinos en calle catedral cantamos canciones nuevas. Había allí tanto amor. Muchas de las personas presentes habían sufrido la tortura física y por haber aprendido a sobreponerse a ella saben de amor (Mauricio Redolés lo ha llegado a cantar.) Hay un drama interno en los torturadores y asesinos que los mantiene en una soledad profunda que les hace un ruido permanente como un tinitus del alma difícil de confesar. Nada saben de libertad, sólo del miedo. De ese drama quisiera escribir más adelante.
Un abrazo
[1] Fue el 24 de octubre de 2023 en el Museo de la Memoria y de ese acto hay una crónica con el mismo nombre del Homenaje: “Tiempo de Agradecer”, en este mismo blog.
[2] Así presentó la presidenta del Consejo Constituyente, Beatriz Hevia, este 2023 como destinatarios del proyecto de Nueva Constitución a ser plebiscitado en diciembre.
[3] Como muestra, por nombrar sólo apellidos con doble consonante, este año están siendo investigados Torrealba, Barriga, Hermosilla, Polizzi
[4] https://www.ciperchile.cl/2016/04/19/patricio-aylwin-y-las-heridas-de-1973/