Camaradas,
Santo y legítimo orgullo llena hoy los pechos españoles. La noticia oficial de un gran hecho de armas de la División Azul de voluntarios encuentra eco y preeminente cita entre los numerosos actos de heroísmo que se registran en el frente del Este Europeo, donde se libran combates de proporciones asombrosas como jamás anotó la Historia. Allí, entre las soberbias divisiones alemanas, modelos de organización, frutos de una escuela tenaz y un espíritu por encima de toda ponderación elogiosa, los soldados españoles se baten y cubren servicios de riesgo y gloria frente a un enemigo potente.
Dura lucha, misiones de extraordinario riesgo —como el paso de un río, que en el orden táctico es la operación más audaz— han sido confiadas por el Alto Mando Alemán a los soldados españoles en su primer contacto con el enemigo. Esta misión, con su seria importancia, revela el concepto que los soldados españoles merecen. En efecto, ¿qué contingencia guerrera puede ser ajena a los soldados del Jarama, de Brunete, de Teruel y el Ebro? ¿Qué paisaje, por hosco y frío, por cenagoso o por ardiente, ha de sorprender a los veteranos de la guerra de liberación española, escuela de heroísmo? Fríos de Rusia, como en Teruel, barrizales como en los campos encharcados por las lluvias de Andalucía y Extremadura, armas rusas —bien conocidas en España—, cuanto puede surgir en la trágica grandeza de la guerra en el Este es bien conocido por los soldados voluntarios que han ido a continuar su propia historia considerados como veteranos por el alto Estado Mayor Alemán, al atribuirles nada menos que el cruce de un río y el establecimiento de una cabeza de puente, operaciones arduas para las que se requieren arrojo, pericia y temple.
La intervención de los españoles se alaba por lo sustantivo del hecho y no necesita el adjetivo que salta a los labios como expresión de entusiasmo puramente cordial. Reflexivamente considerado el gran hecho de armas en su importancia táctica, nos da por sí mismo el alto elogio de los soldados de la División Azul. Los soldados del Caudillo, los que éste supo forjar en los campos de batalla españoles figuran hoy junto a los formidables guerreros alemanes. Éste es el juicio exacto, incuestionable, que llena de orgullo a toda España y más si se considera que los voluntarios de la heroica y ya laureada División Azul cumplen una misión de altísimo valor político. Defienden la civilización y cooperan a labrar la nueva y auténtica Europa.
El bautismo de fuego de los soldados de la División Azul de voluntarios españoles en el frente oriental se ha registrado en el transcurso de una operación en la que ha conseguido establecer una cabeza de puente al este del río Volchov. Todos los desesperados esfuerzos llevados a cabo por los bolcheviques para recuperar las posiciones perdidas han fracasado ante la tenaz resistencia de los españoles, que han conseguido ocasionar hajas extraordinariamente importantes a su adversario, muy superior en número. Los escasos caminos que atraviesan el paisaje donde se han desarrollado estos combates se encuentran convertidos en lodazales pantanosos y las carreteras que en los planos soviéticos figuran con las características de caminos de primera categoría son en realidad rutas sin acondicionar donde el soldado se hunde hasta la rodilla en el barro. Los soldados españoles han conducido largas filas de prisioneros en cuyos rostros se podía leer la fiebre del combate reciente, y los colores nacionales de España—rojo-amarillo-rojo— se destacan sobre los uniformes de los voluntarios de la División Azul, todos cubiertos de barro medio seco.
Casi todos los voluntarios españoles son hombres jóvenes en cuyos rostros puede verse la alegría de los que regresan de un combate victorioso y que hace todavía unos momentos se encontraban en plena lucha, resistiendo el empuje de sucesivas olas de soldados bolcheviques, valientemente esperadas.
El botín de cañones y ametralladoras recogidos a los bolcheviques ha sido enorme y se cuentan por centenares los muertos que los soviéticos han dejado sobre el campo de batalla ante las fuerzas españolas. Los soldados de España han dado pruebas de un enfrentamiento y de un espíritu de ofensiva verdaderamente temerario en el transcurso de la resistencia, superior a todos los elogios, que han ofrecido ante el empuje de los rojos.
Los soldados alemanes estrecharon la mano de los españoles con orgullo de camaradas de armas. Cabe destacar el caso del Teniente español que hace unos días atravesó a nado un río para aproximarse y hacer volar una casa ocupada por los rusos. Al día siguiente atravesó el río con su destacamento y avanzó contra cuatro nidos de ametralladoras, tres de los cuales fueron destruidos tras cortos combates. Otro Teniente español se ha distinguido al mando de su unidad de cazadores de tanques y ha rechazado los intentos de ataque de las tropas soviéticas con ayuda de las armas de su sección. En los demás puntos, los intentos soviéticos de romper la resistencia española acabaron en completo fracaso, quedando diezmados dos batallones bolcheviques. Ciertamente la División Azul puede estar orgullosa de este primer episodio de grandes combates.
¡Arriba España!
¡Muerte al comunismo!