Llegó para regenerar y poner orden en el país, después de un desastroso gobierno de la derecha, comandada por el indolente y mediocre Rajoy, pero equivocó el camino y superó las maldades y dramas del gobierno de la derecha, condujo a su gobierno en dirección contraria a la historia y a la decencia y, en lugar de rectificar, intentó esquivar todo el tráfico que le venía de frente, hasta estrellarse contra el muro de la corrupción y, ahí anda, intentando convencer a todo el mundo de que los que están equivocados son los que circulan contra él.
Cuando aparece la Justicia para recriminarle que circula de manera suicida, en vez de rectificar él se defiende diciendo que es enemigo de Franco y que debe defenderse de los franquistas, para lo cual viola las leyes, coloniza centros de poder, se rodea de fieles corruptos, utiliza el dinero público para comprar poder, se alía para gobernar con lo más indecente y sucio de la nación, partidos golpistas, lleno de odio a España y herederos del terrorismo, reparte prebendas y, acepta entrar en maniobras y comportamientos nada éticos para que no le quiten el carnet de conducir y le permitan seguir conduciendo por la autopista de España en dirección contraria, poniendo en peligro la nación.
Se niega a dimitir y condena la posible dimisión de los suyos, como si ese paso, genuinamente decente y democrático, significara reconocer errores, algo que el arrogante sanchismo se niega a admitir.
Para conservar el poder miente, pero disfrazada sus indignas mentiras como "cambios de opinión", y despedaza España para entregar trozos a sus cómplices, aquellos que le mantienen en el poder para participar en el gran expolio de España.
Lo suyo es, claramente, una dictadura, pero él, en lugar de rectificar y someterse a las reglas de la decencia política, ha reunido a su partido en Sevilla, en un Congreso Federal, para que esa dictadura indigna y antidemocrática sea bendecida por la militancia y consagrada como la única estrategia y doctrina del socialismo español.
Francisco Rubiales