Estuve hospitalizada por varios días luego de una operación de emergencia. Fueron exactamente cuatro días los que estuve sin ver ni escuchar a mi hijo. Ya estaba desesperada porque llegara el momento de abrazarlo y darle muchos besos a mi Coco.
El temor principal era su reacción pues, con las heridas, tenía terror que me lastimara.
Cuando por fin llegó el momento, mi hijo dijo en voz baja ¡Mamá! y luego me dio muchos pero muchos besos. Con una delicadeza impresionante. Luego me preguntó si estaba enferma y le enseñé las heridas. Comenzó a darme besos en ellas. ¿Te duele?, me preguntó. Una vez más le dije que no. Sus besos me curaron todo.
Fueron días de tortura por varias circunstancias. Sin embargo, todos quedaron atrás al ser recibida con tanto amor por parte de las personas que tanto amas.
Ahora mi esposo no me deja hacer nada. Solo quiere que descanse y me recupere pronto. Él ha tomado el mando de las cosas del hogar, del niño y de mi.
Esta es una de las tantas cosas que valoro de tener una familia. Vivimos momentos felices juntos y los no tan buenos, también.
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Crédito Imagen: Flickr|Rich Renomeron