Pero el resultado andaluz ha tranquilizado a los dos grandes partidos, al PP porque VOX ha quedado frenado y no es necesario para gobernar y al PSOE porque los partidos que se sitúan a su izquierda han fracasado.
El casi monopolio del poder que disfrutan los dos grandes partidos españoles es una traición a la democracia y una agresión a España, que se ve privada de ese modo de sangre fresca renovadora y de partidos que han nacido para regenerar la vida política.
Gracias al bipartidismo, los dos grandes partidos españoles han logrado impunidad suficiente para asesinar la democracia sin tener que pagar por ello. También han deteriorado la prosperidad, la justicia, la honradez, la decencia y la esperanza. No sólo han corrompido el país, sino que lo mantienen en estado permanente de suciedad y tienen secuestrados a los ciudadanos, a los que no les queda más remedio que votar a la vieja derecha o a la vieja izquierda.
Aunque su apariencia sea de lucha de ideas y proyectos, el bipartidismo oculta una manipulación de la competencia, que es imprescindible en democracia. Es como si Iberdrola y ENDESA se pusieran de acuerdo para repartirse en exclusiva el negocio de la electricidad en España, pero con la diferencia de que el monopolio de las derechas e izquierdas es cien veces más suculento y rentable.
El bipartidismo, además de llenar el país de mediocres que no tienen otro mérito que ser amigos de los líderes, ha dado a los políticos de esos dos partidos dinero en abundancia, privilegios y un casi exclusivo disfrute del poder. PSOE y PP parecen dos enemigos encarnizados, pero están siempre de acuerdo en lo fundamental: en repartirse el poder, subirse los sueldos, financiarse a costa de los impuestos ciudadanos, pactar con los enemigos de España para formar mayorías, incrementar los privilegios, marginar a los ciudadanos y practicar el boicot y el acoso a los nuevos partidos para que no pongan en peligro el rentable y suculento negocio del bipartidismo.
Gracias al bipartidismo, hay decenas de miles de políticos con patrimonios abultados que no pueden justificar, obtenido con corrupciones y chanchullos que quedan impunes porque ambos partidos así lo quieren.
El bipartidismo ha sonreído ante las corrupciones y abusos del viejo rey Juan Carlos, al que animaron para seguir acumulando dinero porque así ellos podían hacer lo mismo. La izquierda y la derecha son gemelas en la suciedad, el deterioro de la democracia, la arbitrariedad de las leyes y el ansia de poder, como también son cómplices en la prostitución de la democracia, el control de los medios de comunicación y de los poderes básicos del Estado, donde tanto el poder judicial como el legislativo están dominados por los partidos y el ejecutivo que gobierna.
Gracias al bipartidismo, los políticos nunca rinden cuenta al ciudadano de sus desmanes, abusos y corrupciones y gracias a ese maldito bipartidismo se sienten impunes, han perdido el miedo al pueblo y a las leyes y se sienten autorizados a protagoniza desmanes, abusos y mezquindades dañinas para la nación, como fueron el saqueo de las cajas de ahorro y esos escándalos en los que desaparecieron decenas de miles de millones.
Lo disfrazan con matices, ideas hermosas y mentiras a barullo, pero la aparente lucha entre el PSOE y el PP es una pantomima cuyo único objetivo es fanatizar y dividir al electorado en dos bando que les votan llenos de rencores y odios.
El sistema político español no se regenerará jamás mientras subsista el bipartidismo actual, que no es otra cosa que el reparto del poder entre dos rivales que al mismo tiempo son amigos y cómplices.
Francisco Rubiales