Hay una solución clara aportada por Voto en Blanco, que es la resistencia, el rechazo y el boicot a la clase política. Otra es la conveniencia de la lucha pacífica, Otra es la propagación de ideas libertadoras. No despreciéis el valor y la fuerza de la palabra. En apariencia, no logramos casi nada y somos pocos, pero yo os digo que la resistencia en la España actual es poderosa y firme y que crece cada día mas, provocando que los políticos se asusten, armen a sus policías y se parapeten tras ellos preparándose para mayores niveles de indignación popular. La opinión pública está cada día mas próxima a los postulados que este blog defiende a diario y ya no ocurre como años atrás, cuando Voto en Blanco era casi un luchador solitario. Hoy, cosas parecidas a lo que decimos aquí se dicen en muchos sitios, incluso en medios de comunicación conocidos y muy divulgados. Así que no hay espacio ni razones para el pesimismo, sino todo lo contrario. Los gobiernos son sucios y canallas y los gobernantes son gente sin ética ni decencia, pero la opinión pública cada día los conoce mejor y sus votantes menguan, lo que debemos asumir como una victoria parcial y una satisfacción después de casi una década de lucha en el ciberespacio.
Nuestro criterio de partida es que la crítica, en sí misma, es una opción para los demócratas y una forma de lucha contra un sistema como el español, que está degradado y es básicamente dañino para la sociedad. La crítica de los ciudadanos es un elemento clave en democracia porque sin ella no existiría la transparencia, ni saldría a la luz la verdad. Los gobernantes, sin la crítica, tienden a acomodarse y a instalarse en la complacencia, la corrupción y el abuso de poder. De hecho, muchos de los problemas de España se deben a la falta de crítica ciudadana y a que el poder, ante la pasividad y la ausencia de los ciudadanos, encontró libre el camino hacia lo que hoy conocemos como corrupción y degradación.
La democracia es un sistema de controles, cautelas y leyes cuya principal misión es sujetar a los gobernantes dentro de un corsé cívico, evitando así las tendencias naturales del poder, que siempre aspira a crecer y a abusar. La vigilancia ciudadana y la crítica son partes esenciales de esos controles y frenos a los poderosos.