El Blues de la Naranja Azul...

Publicado el 22 junio 2010 por Lacoleccionistadeespejos

A Costa Rica Black Writers We
Gonna Talk Bout


*El Blues de la Naranja Azul, titulo de mi segunda novela
* Algunas palabras están escritas en Creole

Una mujer negra que no es más otra, es ella misma... June Beer
Buenas Días:
Yo soy, fui bautizada, me llaman, y me conocen desde siempre, como Dlia, (pitonisa del oráculo de Delfos) Adassa, (segunda esposa del rey Asuero, quién, para salvar a su pueblo, cambió su nombre por Esther) McDonald (que según la fe irlandesa, significa el varón y su descendencia comprada por el hijo de Donald) Woolery (del francés, trasquilar, o lugar donde se reúnen los trasquiladores) poeta, escritora; investigadora de temas étnicos, con especial relación a la etnia negra costarricense, aunque por avatares del destino, nací entre costas, en Panamá vi la luz del primer aliento del que habla la sabiduría africana, por ser la segunda hija de Amelia, y la tercera de Joseph, ambos costarricenses de padres venidos de Jamaica, quienes al igual que sus progenitores fueron a ese país a desarrollar un medio económico que les permitiera sobrevivir en una Costa Rica; valle/centrista que no les deparaba los medios para vivir de acuerdo a su modo de pensar; por tanto afro-costarricense; y no permito que se me identifique de ninguna otra manera; primero, porque mi historia es parte de la historia de este país; segundo porque solo descendemos de los árboles o, de los edificios; un proceso mecánico que se hace observando el camino que voluntariamente hemos decidido seguir, y tercero porque así es como debe ser…

Etnia, Cultura, Mujer e Identidad: el Síndrome de la Deriva
El antropólogo estadounidense Robert Henry Lowie, definió, Etnia (del griego ethnos, ‘pueblo’), como la conciencia de grupo que se diferencia de otros por compartir lazos comunes de nacionalidad, territorio, cultura, valores, raza, o tradición histórica… he ahí la primera discusión del momento
Del mismo modo que no existe una cultura igual a otra, una mujer igual a la otra, no existe un escritor igual a otro; porque al escribir (y todos sabemos cómo) no hay una palabra; aunque sea la misma, que tenga el mismo sentido que otra: hablar, expresarse, transformar la palabra, procesos que se inician en la infancia, en sí, uno de los más grandes privilegios humanos; cuyos gestos y derivaciones son fácilmente comprendidos por quienes quieren comprender lo que tenemos que decir, porque escrita o hablada la palabra, letra a letra, sonido a sonido, frase a frase, es el vínculo más potente de nuestras relaciones de reciprocas; la más perfecta expresión de nuestro pensamiento y lo único cuyo valor psicológico equipara al semántico y puede proyectar, con independencia de su valor gramatical, efectos y sentimientos completamente opuestos a lo que vivimos; pues no en vano Jesús nos hizo saber que nuestra boca habla de la abundancia que hay en nuestro corazón (Mat.12:34), y Santiago; uno de los profetas menos leídos, nos presenta la palabra como un poder (Stg. 3:5), del mismo modo que (Prov. 14:24) nos instruye en que la riqueza y la pobreza están en poder de la lengua; pues según Mateo, aun el juicio final será en consecuencia a nuestras palabras (Mat. 12:37)...
Pero en este, mi pequeño país, constituido por siete provincias, dos costas y una isla patrimonio de la humanidad; Parques y Reservas Nacionales que son el hogar para más de 200 especies de mamíferos, incluyendo seis especies de felinos; jaguar, ocelote, puma, jaguarondi y tigres; 857 especies de aves, 11,000 de insectos y más de 9,000 mil especies de plantas, incluyendo 1,200 bellísimas variedades de orquídeas, playas, todas diferentes; variedad de climas, animales y flores y fauna, una lista sin fin de árboles y 4.5 millones de habitantes; de gran diversidad étnica, cultural y fantástica, país de reformistas y poetas, pioneros y lectores, antagónicos y negados, conocedores, anarquistas y revolucionistas ajenos, todos creen saber que SER poeta, escritora, o cualquier otro factor relacionado con la palabra cultura, representa que en materia de escribir TODOS SOMOS IGUALES; y debemos hacer y aceptar lo que otros hacen; sin entender que en realidad es estar siempre en el centro factores que conforman las mareas disociadoras de la nacionalidad del ser y esencia costarricense; y cuando a eso agregamos el ser mujer, negra, no educada dentro de los cánones de esa identidad social cultural, las cosas cambian para peor; porque es navegar por ciudadelas en guerra y conflictivas sin salvoconducto que te lleven por y con bien por la carretera manchada de tu propia sangre fluyendo constantemente en tu contra; pues una cosa es lo que escribe un miembro de un grupo étnico no hegemónico, y otra muy distinta la forma en que un miembro de las etnias lo haría, aunque estemos escribiendo lo mismo
Ser escritor o poeta, por lo general es ser bicho raro, patógena enfermedad desconocida, pero en el caso de lo que escriben los grupos minoritarios, o las etnias; por carecer de antecedentes del problema; etiqueta engomada en el anverso de un sobre en blanco sin destinataria ni remitente, cuyo estudio y evolución a duras penas nos hace pensar en que los factores que la integran; y en donde el lenguaje, que en este caso se encuentra en vías de extinción, es la valoración más importante a definir dentro del devenir que representa la norma del escritor entre uno u otro grupo; y que por ser un patrimonio intangible; fortalece el miedo a tomar la palabra herida desde un mismo principio de homogeneidad; que si bien vamos perdiendo conforme se duerme el siglo; silenciadas por relatores no oficiales, enmarcados en la parcialidad y la ignorancia de nuestra verdad, en donde el mismo negro no sale a defender su conocimiento, y dice que el Creole; lengua autóctona materna de muchos de nosotros a nivel mundial, es su fuente de refugio aunque para él resulte igualmente desconocido, porque al igual que su cultura sufre mutaciones, día con día, sin llegar nunca a un término final de extinción; catalogándonos de acuerdo a lo que tenemos que decir frente a ese mar en constante evolución de quienes hemos decidido ser cultores de arte cualquiera que este sea.

Dentro de todos los mundos, las visiones y las formas de pensar, el blues, por llamarlo de alguna forma, el querer expresarse ante la muralla que sea, es lo que siempre subsiste pese a todo lo demás; y su secuencia sigue un eje que en ocasiones no podemos comprender; pues como una naranja, fruto hidroscópico moviéndose en una doble dirección sin de-construir el androcentrismo, en sí la raíz de las prácticas sociales y culturales, que por un lado reconstruye la perspectiva de las mujeres, en especial de las que forman parte de las etnias, según yo, en muchas ocasiones la gran ausente de la cultura de Centro, Norte y Sur América, es decir la latina en general, por el otro, si llegamos a poder hablar de una literatura creada por las etnias que se expresan a sí mismas con la individualidad del caso; en nuestro caso, nada es estático, nuestras estrategias de sobreviviencia son variantes que se adecuan a nuestras necesidades cada vez distintas; de acuerdo a los procesos que se están viviendo
Crítica Literaria y Escritura de Mujeres de la Etnia.
Esas Otras Voces que hablan de Nosotra/os

….finga nebba sae louk yah, him always sae louk deh…
La diferencia entre los escritores de las etnias, comienza con el reconocimiento de la marginación de las mujeres de la tradición literaria, pues para algunas críticas, como la Dra. Dorothy Mosby, (sic) …el análisis de lo que escriben las mujeres de las etnias, y en especial las mujeres negras, en este caso, no puede confinarse a perpetuidad en un silogismo sin movimiento ni mejoría, a no ser que se quiera correr el riesgo de encerrarse en un ghetto del que no se saldrá más que para observar lo conveniente del canon asignado por otros… con lo que se explica que pese a que todo texto, independientemente de que su autor sea mujer u hombre; es conformado por la serie de asunciones estéticas y políticas sobre el género que en muchos casos puede considerarse como escritura sexualista, en el tanto que se refiere al género, en lugar de una estrategia diseñada para dar a entender que casi todos los escritores escriben desde su propia perspectiva, de ahí que en mi opinión la ideología del género se inscribe en el discurso producido y reproducido en las prácticas culturales dominantes; donde lo que conocemos como cultura (los textos literarios en nuestro caso) al transmitir valores y valoraciones desconocidos para otros, están en constante producción de otredad; palabra que sin querer queriendo identifica al otro, al que nos mira desde afuera, al que se limita a creer que es parte de una corriente de vida; de una práctica discursiva que no sólo reproduce sino que produce ideologías de varias maneras, siendo las más sutiles la utilización de convenciones que el mismísimo lenguaje produce; y que al ser cómplice ideológicamente instaurado con el sistema que se pretende subvertir, solo porque esta ahí, presente en ese momento, sin entender que al reutilizar de modo subversivo y crítico, el lenguaje se re-inscribe desde la reinvención de los mismos artículos y elementos mediante un pulso incesante que a su vez retro-alimenta la crítica literaria formal que presta atención a la convivencia entre literatura e ideología, pero no a lo que quieren decir las etnias, que –aún— no tienen formas de inscribir su ideología en los mecanismos de funcionamiento de la literatura costarricense (en general), y mucho menos en las instituciones de producción y consumo literarios, haciendo diferencias entre los que escriben las mujeres, lo que escriben los hombres, los gays (que hasta finales de los setenta quería decir personas alegras y felices, tal como se les haya siempre en los libros de Faulkner y Miller) prostitutas, lesbianas; que al no tener quienes presten oídos al amplio archivo de conocimientos que sabemos existe; se limitan a ser tan solo una irrupción, mediante creaciones aisladas de miembros uni-particulares y no de su estructura social global; sobretodo teniendo en cuenta que la literatura étnica es casi exclusivamente de sobrevivencia; y esta dado desde lo que en lo personal denomino, lateralidad, es decir “the outsider standing at the first brick of the gate, just looking in...” (El extraño parado justo afuera de nuestra puerta de entrada, solo mirando hacia adentro...), una recuenta hecha por quienes escriben, literariamente hablando acerca de un mundo que ven al través de una ventana ajena; porque en cuanto a nosotros, los miembros de las etnias, la cultura está hecha por otros: máxima que engloba a los que miran hacia fuera para contarnos su historia, con su propia voz e instrumentación de un mundo particular, punto poco común entre una cosa y otra, y no son los mismos, no son nosotros.
Pero cuando una ventana permite dos miradas que no se interceptan en ninguna parte, debido a que tanto el insider, (el de adentro) como el outsider, (el de afuera) miran por la misma, a poca distancia uno del otro, sin llegar a interceptarse y menos a saber que comparten el mismo espacio, bien podemos decir que hay una ilusión comunicativa perdida en algún lugar... Pese a que una de las funciones sociales de la literatura es la de crear y prestigiar los mitos de la cultura dominante, aunque en ciertas ocasiones los textos literarios desafíen y subviertan esos mitos; algunos estudiosos de la literatura nacional académicamente formados para ello; arguyen que no existe una cosa denominada literatura étnica, y sin embargo, moviéndose tan sutilmente que es capaz de develar la noche más oscura con su ideario y palabra; no es de extrañar que inmersa en una cultura patriarcal, hegemónica, que en general margina a las mujeres (de todos los grupos étnicos y sociales), que por desconocimiento teoriza sobre la experiencia literaria de otros grupos étnicos, por estar hecha de acuerdo a sus propias necesidades; que la tradición literaria siga ese mismo patrón de comportamiento, y que marginando; silenciando los textos de los insiders, es decir, que por procesos de aclimatación, o mejor dicho de absorción y transculturación, descalifican la experiencia estética literaria de otros grupos; es decir que escrito por miembros de las etnias, mediante una lectura revisionista de la herencia literaria y cultural; vista como una necesidad exponencial que se define a sí misma como un cataclismo en la forma de entender la historia y el significado literario; pero que al ser escrito por quienes viven dentro de su mundo se define como un boom, por un lado catalogado por quienes se dicen descubridores, o impulsores como un fenómeno de amplia repercusión dentro del que ellos han irrumpido mediante etiquetas de homologación que margina el conocimiento de que Caribe y Atlántico tienen, básicamente, el mismo eje conductor, ancestro desconocido que en beneficio de una gran mezcla de culturas y razonamientos técnicos, engloba que la etnia negra actual que tiene raíces afro-antillanas, afro-jamaiquinas, afro-whatever, creada por las gestiones navieras y ferroviarias norteamericanos e ingleses que, en sus muchos despliegues económicos, trajeron mano obra contratada para crear lo que ellos necesitaban; un ferrocarril de comunicación entre costas, negando de paso una historia de arraigo que empezó poco después de 1492 con la conquista y posterior colonización de América, y en donde a menos que estemos hablando de una conducta en particular, esa provincia es nada más, muerte, violencia y pobreza; su cultura son carnavales, y futbol, en primer lugar, Eulalia Bernard, Quince Duncan son quienes representan literatura, y Negrin con sus mujeres rotundamente negras, violentamente coloridas y tetudas, mal vestidas, desdentadas, al frente de comida apetitosa para las moscas y los gusanos, el máximo exponente de la plástica, y de no ser por pocos conocidos la obra de Oscar Thomas, (quien murió en los Estados Unidos; por la imposibilidad de seguir luchando para que aceptaran su obra como tal), o Ángela DaCosta, entre muchos otros, prácticamente pasa desapercibida
A weh we dee
Bajo lo que se conoce como cultura, se agrupan un conjunto de saberes, prácticas y de intereses diversos que no obstante su pluralidad, tienen una serie de características comunes; cuya condición más llamativa es la negativa a constituirse, en sí misma, en un discurso que responda a una concepción auto metabólica de teorías y métodos normativos que a su vez nutren del comportamiento social de homogenización cultural; (Msc. Alder Senior: La Construcción de una Identidad… la lluvia es una piel... Revista Fronteras) hablar de literatura escrita por miembros pertenecientes a una etnia, tal o cual en particular, resulta un proceso amplio, porque en estos portentoso siglo, y en el anterior también, la mayoría de los costarricenses persiste en llamar Caribe a la región Atlántica del país, significando con ello “...zona negra,” según Rafael Cuevas Molina, que con frecuencia no son la misma cosa, sobre todo porque no todos los negros hablamos ingles.
Dicho en pocas palabras la “cultura afro-costarricense”, por sus muchos y variados nomolos , no es solo el vestir, preparar comidas con un arte distinto, cantar secuencias espirituales de libación en honor de creencias personales; sino un amplio espectro de observaciones sensibles que en casi todos los sentidos, es woman made, diásporicamente inscritas en las obras de las primeras afro-americanas que lo dieron a conocer: Phillis Wheatley, Ida B. Wells, Amanda Berry, publicadas a partir del final del siglo XVIII, quienes al escribir y describir su vida y su pensamiento dentro de la esclavitud retroalimentaron El Renacimiento Harlemniano de Marita Bonner, Zora Neale Hurston; línea puntal sobre las que basan su desarrollo literario Gwendolyn Brooks, Maya Angelou, Sonia Sánchez y Rosa Guy, y más recientemente Michelle Wallace, Patricia Hill Collins y Toni Morrison, la última premio Nobel de Literatura.
Y es que nuestras raíces, ya gitanas y mestizas, nacionales, o regionales, son un proceso que se pierde en la nube de los tiempos, y no calza con las estadísticas que establece “Nuestra Identidad Cultural”, ¿Quiénes somos, cuál es nuestra historia, por qué somos pueblos resguardados dentro de las costumbres de otros, cuáles han sido las transferencias culturales y sociales dentro el medio que se nos dio, y qué mostramos al mundo?, es una tarea que por un lado no nos preocupamos por mostrar, y por el otro, de alguna manera carente de sentido que permitió sobrevivencia, nos ha sido negado porque otros relatan nuestra historia desde su punto de vista...
Espécimen, botánicamente desconocido, atrapado por casualidad en el ojo del crítico general que, considera que en materia literaria todo está dicho y escrito, muy probablemente porque; salvo la observación europea y estadounidense, sobrevivió a todo lo demás porque nadie se ha detenido a tocar; a analizar el envés de la hoja, su corrugado, condiciones de adaptación, sus estrategias de sobrevivencia, procesos reproductivos y su función dentro del ecosistema; pues el nicho ecológico que subyace a la cultura étnica es lo mismo que el braille para quien nunca ha visto la maravilla del color de otra forma que no sean sus dedos; y explica por qué pese a nuestra evidente diversidad cultural, la población de la República de Costa Rica, (según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas), con 3.834.934 habitantes (netamente ticos), con una densidad de 75 hab/km², no guarda especificaciones de cuanto es el porcentaje que corresponde la población, indígena, china y la afro-costarricense, y mucho menos la condición de la mujer, y ¿Quiénes son los gestores y críticos de nuestra cultura; si relegado bajo el concepto de novedad, la perenne hierba del pensamiento humano siempre encontrará forma de desarrollar estrategias para lograr la transmutación, paso, o secuenciación siguiente, correcta o incorrecta, para pasar de ser un objeto solo admirable por su belleza, o su función decorativa a uno que jamás dejará de lado el conformismo? Volvemos de nuevo al proceso de el outsider, cuyo sistema de dominación defiende la ideología (entendida en el sentido marxista de percepción, como la distorsión de la realidad en función de intereses de clase, ampliada a cualquier deformación específica de la visión y valoración de hechos condicionados por la necesidad de un determinado sistema de dominación; en nuestro caso, mucha de la obra escrita por miembros de las etnias no transciende, no por el miedo a enfrentar un sistema trans-clasista que en los últimos tiempos se ha convertido en derecho patrimonial de un petit comité, en pugna por recordarnos a la vez que tratan de civilizarnos, las veces que nos han integrado a la sociedad civil, mediante propuestas que no nos representan; sino porque no pone la comida sobre la mesa) sexista del patriarcado; inscribiendo mecanismos de funcionamiento que no informan la totalidad de las prácticas sociales
Toda forma de arte, bailarín, o dramaturgo, escritor, o un creador de cualquier cosa relacionada con cultura, nos hace ser diferente; aquello que todos (ambas corrientes) miran con la sospecha ineludible de que pese a que se esconde en la sombra, es del que todos hablaran en buen o mal sentido, pues como al cazador neófito en su oficio, por tanto, deshecha en el primer momento posible la presa desconocida antes de identificar su origen. En materia literaria, social o no, escrita por hombres o por mujeres, hegemónica o, étnicamente diferente necesita de sensibilidad, uso de estrategias de trabajos mejores y diferentes para darse a conocer, y cada generación tiene su propia forma de luchar contra las valoraciones culturales
En este portentoso siglo nuevo nuestro, lleno tecnologías y descubrimientos por Internet, no es de ninguna manera fácil introducir este tipo de escritura pseudo “marginal” dentro de los cánones establecidos para todos los demás, sobre todo cuando algunas veces se trata de hacer pensar que se debe agradecer, del mismo modo que la sumisión y lealtad de las mujeres de antaño era exhibida públicamente, la intermediación que lleva al bien personal del descubridor, y no al de lo descubierto; lo cual, simplemente uniforma todas las tendencias y la cabezas para que sean iguales, sin distingos ni más justificación que un principio de igualdad; en sí una homogenización injusta si tomamos en cuenta que, salvo en algunos casos, este espécimen es completamente desconocido al patrón de la realidad de los demás
Solas, en la lejanía de la noche, nuli-cromáticas, parecidas a delfines, cohabitando en un mar de peces pequeños y coloridos, que solo atacan cuando son molestadas, las escritoras de la etnia negra, en particular, hemos sido transformadas en ORCAS, ballenas asesinas por ese instintivo hábito de tratar al lenguaje con neutralidad; y sin ser monotemático y recurrente con respecto a un mismo tema: la oficialidad no es lo nuestro; porque al no haber otro remedio, renegar de la raíz de origen, girando siempre alrededor de viejas voces hundidas en el marasmo de la cotidianidad, que ya no tienen (o tuvieron) los medios para exponer más allá que su propia expresión de mundo; la intolerancia a aceptar que nadie puede entender aquello que no conoce, y que lo único realmente nuestro es el callo que hemos adquirido después de un largo camino; recursos histriónicos más gustado “porque” que aceptar lo que se impone a si mismo como único y necesario, se vuelve incomodidad dentro del medio cultural...
La diferencia crea la muralla; pero esta vez, reforzada por el concepto de la identidad, social y cultural, la imagen que establecen los miembros del clan, en general, se mezclan con esa variable aportada por otros como aquel detalle que subsiste con enlace entre el mundo afro y el españolizado (origen de las listas blancas de la orca)
Pues ¿De qué otro modo podrían proyectarse los valores sociales y los sistemas simbólicos en la subjetividad sino es con la ruptura de los códigos que hacen posible, tanto la representación como la auto-representación, interrogativa retórica del modo de vida, sino señalando a la etnia de sus componentes? ¿Cómo representar la experiencia de las mujeres, cuando lo que está en juego no es tanto, cómo hacer visible lo invisible, (según yo la tarea faltante de la arqueológica del primer feminismo costarricense de los años 1970), sin establecer que inmersas en las culturas no-hegemónicas, la indígena y la negra, buscan constantemente las condiciones de visibilidad para un sujeto socialmente diferente?

Inadaptado a los códices del canon, ideales, sin caer en los debates convencionales acerca de representación y experiencia, o de celebración de lo femenino, y la invocación de la androginia, tensión siempre latente en lo que, en términos de políticamente feministas, podría ser la oposición entre la diferencia del feminismo y feminismo de la igualdad, ¿Qué dicen nuestros artistas literarios y plásticos, y quién sabe quiénes son si no somos capaces de defenderlos de los lobos predadores de las hojas de vida que nos arraigan a una historia común? Este cuestionamiento representa un ladrillo más en mi muro de lamentaciones; porque pese a ser parte de nuestro desarrollo cultural, la mayoría de las veces todo lo que hemos conseguido, es el tener que “vestir” en solitario el largo muro de minorización, lucha de géneros distintos contra géneros comunes, “críticos” auto-impuestos mostrando el qué y cómo deberían ser hecha nuestra escritura a favor de los logros obtenidos después del apoyo y descubrimiento que nos han dado, no por derivación social, sino del mismo modo que le corresponde a las mujeres de otras etnias, por obligación moral, por salud mental y social, recalcando los estereotipos presentes en todas las sociedades del planeta…
La literatura, aunque cierto es que tiene sus matices, senderos y muestras maestras presentes en la suerte de la escribe, nace de cada cosa que vemos; pues no en vano la palabra tiene poder; crea objetos; por eso somos tan pocos los escritores de las etnias, y la vida para nosotros no ha sido fácil…
A lo mejor la división viene de las fuentes, falla de origen le llaman a eso los especialistas en comunicación; es decir, que lo enmarcado por algunos dentro de lo que escriben los hombres; y las diferencias técnicas y estilos de lo que escriben las mujeres, es solo un factor culturalmente abierto a una época y etapa particularmente regida por la conceptualización de la cultura hegemónica dominante…

So Wáá?
La escritura hispano-parlante es diferente a la nuestra, y la nuestra lo es de cualquier otra etnia. Al igual que la indígena, tiene cláusulas de identificación y condicionamientos donde no priva la educación sino la habilidad, la intuición para desempeñar una función conciliatoria con el medio para desarrollar un don; la probable clave para que las obras de García Márquez, Cien años de Soledad, Ana Cristina Rossi, Limón Blues, Quince Duncan, Un Mensaje para Rosa, o Isabel Allende, La Casa de los Espíritus, hayan tenido la respuesta que han obtenido; pues a mi entender están llenas del Realismo Mágico de las culturas africanas, pero quizás solo en el caso de Duncan, reconozcan el paso dado...
El primer taller al que asistí, dirigido por uno de tantos que creen conocer la literatura del caribe porque crecieron en Turrialba, cerca de la cultura afro-descendiente, sentó las bases de lo que llamo definición laboral, salir del closet diría un psicoanalista, pese a personas que no entendían ni la manera en que yo tenía que decir las cosas; o porque las decía. El segundo al mando de dos de nuestras glorias literarias, me hizo ver la necesidad de entender el proceso que se gestaba en mí, sin quemar mi obra como me dijeron, para seguirlos a pies juntillas pues prometía como poeta, pero debía someterme irrestrictamente a su condicionamiento, para ser uno de los dios-oscuro de la cultura nacional. En el tercero, El café Cultural de Francisco Zúñiga, definió el empate cuando dos de sus miembros y diré los nombres y apellidos en su momento, se reunieron con Chico Zúñiga para plantearle la necesidad de que me expulsara del taller porque primero, ser mujer, después por negra, y tercero pero no menos importante, porque ellos no entendían lo que yo tenía que decir, y luego me voy yo por pendejo, porque la función del poeta no ex explicar su obra a nadie, construyó claramente y a prueba de fisuras, mi ideario profesional al mostrarme el camino a seguir: efectivamente nadie nace escritor. Que importa si hombre o mujer quien habla, si es café o leche, y nadie nos dice qué o cómo lograr las cosas que deseamos expresar, si al final del camino, seremos por siempre huérfanos

A so it go…?
Las que, hemos tenido oportunidad de usar un Tuareg, del swahili, pies cubiertos y caminantes en el eclipse de lo establecido por la academia, el sello de la lateralidad traspasa las fronteras hegemónicas, y a la vez, que critica; analiza y re-estructura el componente evolutivo literariamente activo, prevé lo necesario para la sobrevivencia; es decir que del mismo modo en que biológicamente el ovulo, en sí inactivo y sésil, hasta que recibe la visita de lo que viene de afuera para la fecundación, nutre un producto apto y significativo al medio, donde solo lo más estratégicamente correcto emerge, germina y trasmigra; nuestra lucha, la lucha de las mujeres negras, mucho más constante en algunos sentidos que la hecha por las hermanas de la etnia indígena y china, voltea a mirar hacia adentro, hacia las raíces expuestas de los componentes de la sociedad grupal, en tanto los de afuera, identificados a su vez con la novedad del proceso mismo, asumen un mundo y conocimiento desconocido para ellos…
Independientemente de los pormenores de los distintos períodos históricos, la exclusión discriminatoria de personas de origen africano de la corriente de la vida nacional, ha sido un tema deprimente y constante en la historia del Nuevo Mundo, y Costa Rica, no es ninguna excepción…
A la luz de una nueva era, hablar de la mujer negra, escritora, poeta, costarricense, es hablar de la diáspora, porque ambas son igualmente germinativas y reproductivas, sobre todo porque pese a la fina línea de la uniformidad, en donde cultural, literariamente hablando, es suponer que la democracia nos hace a todos iguales, pero representa que a la hora en que tu trabajo empiece a transcender las esferas normales, te atraviesen el caballo con todo y veterinario, establos y demás para detener tu paso; representa desgaste, acusativos, confrontaciones, que te digan que tu trabajo no vale, ni es tan meritorio como aquel que hacen quienes tiene una maestría en whatever. Representa que si toman tu nombre para subir el raiting de publicaciones antojadizas; debas guardar silencio y ser agradecido por el favor que te hacen, precisamente porque al no haber un proceso de estudio verdadero, cierto, adecuado, conducente a las necesidades de la etnia afro; no se calza dentro del modelo epistolar de escritor romántico que escribe porque esta muy enamorado, o esa es su naturaleza. Es tener que aceptar que los outsiders estén constantemente interviniendo, con lujo de violencia a un mundo que no conocen; pero que es lo esperado en un país cuyas políticas étnicas, nos permitan conocer las relaciones entre una etnia y otra; las problemáticas de las mujeres, y en particular de las afro-costarricenses como parte de una agenda amplia y compartida; que sin enfrentar segregaciones que potencian y agravan su vulnerabilidad en el campo de la salud, de la educación, del trabajo, del acceso a la vivienda, pero especialmente en lo cultural, delimiten nuestro espacio cultural de acuerdo un patrón definido por quienes viven el proceso; por eso es que tanto nuestro idioma, como la cultura se han vuelto un patrimonio intangible. La forma en que las expresamos es la culpable.

A who them… A who we
No soy, entusiasta de la obra de Eulalia Bernard, pero su habilidad para expresarse tanto en ingles Standard, como en el español convencional, a mí en lo particular, me plantea el reto de la inmersión en la teoría popular de los creadores creados por una necesidad particular que bien pudiese llamarse, estilo. Miembro de la primera generación de escritoras afro-costarricense, tanto Bernard como Prudence Bellamy, pertenecen por nacimiento al caribe limonense de nuestro país, por tanto afro-caribeñas, porque guardan a su modo un nexo familiar con Jamaica y Barbados, tierra de origen de sus padres; y afro-costarricenses, porque enfrentaron su propio de guerra y manifestaron sus propias teorías de sobrevivencia adaptándose, al menos la Bernard, a las políticas culturales imperantes, cuya identidad cultural jamaiquina abrió un espacio unicelular a su propio diseño personal, adaptándose al medio. Sin embargo, carece de firmeza y reconocimiento ante la realidad que si establece Bellamy al decir: No debo ninguna disculpa,/porque mi piel es negra/ No debo ninguna disculpa/porque sobre mis espaldas/cayeron látigos mientras laboraba en las plantaciones... Misma época, educación y condicionamiento social, maestra formada en la Escuela Normal durante los años cincuenta, una de nuestras primeras profesionales en el avance educativo de la región, impuso su sello más recientemente con el fulgurante gesto de la realidad a partir de la visión paralela de Bernard, retomando una amplitud con respecto a su identidad cultural que no guarda patrones con lo establecido por otros, y que, poco a poco, irrumpe dentro de lo que actualmente se podría llamar un mosaico de percepciones oníricas del pasado, que revitalizan el futuro cercano, y lo manifiesta abiertamente cuando dice:
… Yo soy, he sido conocida, me han llamado y me llamarán hasta el día que muera, La Ventana de Schifter, La African Queen, La Reina de Saba, La mujer Rococó, Mujer de Ovarios varios, La Directora Gogó, La Mujer que Impone la Moda, Black Chinesse, La Mujer Atea, entre otros muchos nombres y apelativos, aunque me llamo, por siempre y para siempre; Prudence Bellamy Richards; o simplemente la niña Pru, para quienes fueron mis estudiantes, Pru, para mis primos y amigos; y esta es mi historia …El sabor de los años, Biografía, inédita
Colindando con la forma y el estilo, la segunda generación, cuyos padres derivan de la marea anterior, es decir que nacen de padres cuyos hijos comenzaron su vida acá, por tanto afro-costarricenses, Marcia Reed, navega entre el caribe y el casco central del país, llevando siempre la bandea del cróele, al mismo estilo de June Beer, y a ella le debemos el repunte de recuperar la memoria ancestral, con los instrumentos dados por la (re) construcción de un tema personal hecho a medida de sus diferencias idiomáticas. Wánda/ Luk ou di sii jain wid di skai/ Luk ou di fish jomp ina di sii/ Luk ou di skai a get Dhaka an darkin di sii laik it… Tal vez, mediado por el hecho de que la mayoría se dedicó a sacar una carrera profesional con qué alimentar a su familia y necesidades personales, la generación de Marcia carece de más representación, es casi la única; por tanto, la cuarta generación, Shirley Campbell Barr y yo, muestran, -según la Dra. Mosby, el Master Alder Senior, el Master Franklin Perry, investigadores de la literatura de la etnia afro-costarricense y la Lic. Sonia Jones, promotora de la misma- una diferencia con el concepto de mundo afro-caribeño, por exclusión, pues las dos, aunque descendemos de padres afro-caribeños, nuestro intercambio con el mundo ha sido del todo distinta, quizás porque ambas fuimos criadas ya no en una ciudad- puerto, sino en una ciudad-intermontana. Shirley; es mucho más clara en su definición cultural y literaria que yo, y aunque sabe perfectamente que mantiene un tronco común que ya no es el mismo; pues derivó en una universalidad que la observación del medio denota como refinamiento educativo, ella al decir,
Juro no descansar hasta encontrar la tierra prometida,/
que debe estar en alguna parte, escondida. /
Juro ponerla en las manos y en los ojos y en los sueños de los niños
despliega lejos de ella, al minotauro que yace fuera del laberinto…

Por mi lado, mi vínculo con el Caribe me es casi inexistente. Lo llevo por dentro su luz, color, alta magia… yo sé, que las mujeres negras en nuestro continente han sido violentadas por políticas de población etnocidas; que han experimentado selectivamente en cuerpos y mentes de las que no pueden reconocer que la violencia sexual recae con especial saña sobre nosotras, y no hablo solo de los golpes y de las palabras, hablo de quienes hablan en mi nombre, de los estereotipos que fomentan aún en quienes se dicen amigos y conocidos, concepto de criticidad y señalamiento; que enfrento día con día… Porque al igual que el Calipso; Negra su piel, /parecida al destello de lo prohibido /negra su piel,/ como la luna embarazada de poesía /radiante como la luna seducida por la conquista de los mortales/Ana Janel Matarrita McCalla, de reciente descubrimiento en lo que llamamos ahora escritoras afro/costarricenses, enlaza su vinculo con el mundo Caribeño de donde es oriunda con el de Kyria Perry Baltodano, nacida al mismo tiempo de madre guanacasteca… Sigo labrando tu ida/ dice Kyria, porque soy poeta y convierto sinsabores en arte./Hoy eres pequeño como todos mis vicios/ Ya no importa si estoy cerca y no escuchas nada/ si canto libre o soy eco./ Me niegas el Lujo de envejecer/ coleccionando tus ojos / Mis versos salivan y aún así/no entiendes nada…obvia integración dentro de ambos mundos, pues sus pies, las de las dos, están a ambos lados del camino, lo cual hace su genealogía en el mosaico de la etnia negra femenina costarricense, un nuevo devenir, en que aunque digamos que todavía está en estado embrionario, pues no han publicado ninguna de las dos; aún su acercamiento al mundo literario muy tenue, temeroso quizás de lo que le espera afuera de sus márgenes … pero estoy segura de que el producto final podría ser la mejor de todas las anteriores, pues su avance ha sido notorio y básica, obtenida precisamente a través de la mujer que hay en ella, de su visión, su ingenio pero sobre todo por su capacidad adaptativa al medio, por la que encontraremos convertida en el magnífico poeta que lleva dentro de su propia realidad interior, porque para ella, todo es azul, como magneto que jala prosperidad, puesal final, conservaremos solo lo que amamos, amamos solo lo que comprendemos, y comprendemos solo lo que nos han enseñado… Baba Dioum…