El bocage, cuando la verde campiña se vuelve inexpugnable

Por Ireneu @ireneuc

Paisaje agrícola en bocage

Cuando paseamos por los campos de Centroeuropa o por el norte de España, llama la atención el paisaje extraordinariamente verde que nos rodea. En muchos de los casos, se trata de pequeños campos que están separados entre sí por setos o hileras de árboles que hacen las veces de alambradas naturales y que son muy importantes ecológicamente hablando debido a su papel de corredores biológicos. Estos paisajes, relictos de una época en que no se había generalizado ni los alambres ni las telas metálicas, pero en los que se hacía necesario marcar una linde entre propiedades, produce un paisaje que es muy característico de zonas como Asturias, la Bretaña francesa, Normandía o Bélgica, donde la humedad no falta en el ambiente. Esta fotogénica campiña produce una estampa bucólica apta para cualquier fotógrafo aficionado, aunque no se pensó lo mismo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando estos amables setos se convirtieron en la peor pesadilla de los Aliados y del ejército Nazi.

Paisaje normando en 1945

Cuando se produjo el desembarco de Normandía en junio de 1944, los diferentes contendientes que se encontraron luchando en tierras normandas no contaron con el problema que sería el apacible paisaje agrícola del norte de Francia. En ningún momento, ni alemanes ni aliados dieron la más mínima atención al tipo de campiña en que se establecería el nuevo frente de guerra, ya que era un paisaje levemente ondulado, eminentemente agrícola -lo que significaba grandes espacios abiertos- y sin grandes relieves que sortear. Todo ello proporcionaba a priori un magnífico campo de batalla. Sin embargo, el paisaje con setos (llamado "Bocage" en francés), sería el más terrible de los contendientes, habida cuenta que fue una trampa tanto para unos como para otros.

Avance aliado en el "bocage"

Cuando a finales de verano de 1944, los aliados intentaban avanzar en su frente se encontraron que los setos no eran tan fáciles de franquear como habían pensado. El bocage estaba formado por hileras irregulares de altos árboles y por densos setos de hasta 3 metros de alto que llevaban cultivados durante siglos. Ello hacía que cuando intentaban avanzar a través de ellos, los tanques y los vehículos pesados que llevaban la ofensiva se quedaran continuamente atrancados en el paso de esta maraña de baja cobertura vegetal, llegando en algunos casos a dejar los bajos de los vehículos al aire, convirtiéndolos en blancos perfectos del enemigo.

Avanzar campo a través era díficil

Los alemanes, por su parte, se encontraron con el mismo problema, habida cuenta que cuando querían replegarse en sus posiciones se encontraban exactamente en la misma situación. No obstante, como Hitler había dado orden de defensa a ultranza de cada palmo de terreno, el ejército nazi utilizó la dificultad del terreno para asegurar sus posiciones. Para más inri, los densos setos separaban parcelas de campo bastante pequeñas, que hacían que detrás de ellos se estableciera una especie de trinchera arbustiva que convertían a los soldados que atravesaban el campo en poco menos que en muñecos de pim-pam-pum.Un desastre para unos y para otros.

Equipamiento anti-setos

Los alemanes no sabían como eludir el bocage, y los aliados tampoco, ya que la infantería que avanzaba no estaba ni remotamente preparada para estos inconvenientes, por lo que se improvisó sobre la marcha. Primeramente se pensó en el recurso fácil del explosivo, pero si bien era efectivo, el gasto de munición y la infraestructura necesaria para que lo continuara siendo era totalmente inasumible. Posteriormente se decidió por el uso de tanques equipados con palas delanteras como los bulldozers, pero habían pocos y no siempre eran efectivos. Al final se optó por equipar a los carros de combate con vigas de acero en el frente y con una especie de cuchillas como improvisados tenedores que se mostraron como la forma menos mala de salvarlos.

Los setos impedían el avance

El frente se estancó en el interior de Normandía durante dos largos meses, hasta que el avance fue capaz de llegar a una zona más abierta, donde el bonito paisaje en setos no fuese tan obstaculizante. El resultado final fue una auténtica carnicería. Tanto los alemanes como los aliados perdieron más de 100.000 hombres cada uno, con la diferencia que mientras que los aliados fueron capaces de reponer parte de los efectivos perdidos, los alemanes no pudieron hacerlo, lo que acabó decantando la balanza en la batalla.
En la actualidad, el paisaje del bocage se ha convertido en un bien de interés común debido al papel de estos setos como freno a la erosión, promoción de la biodiversidad y como corredores ecológicos. Sin embargo, la mecanización del campo y la dificultad que entraña para ella la existencia de los setos, hace que este paisaje sostenible esté en franca recesión en todas las partes en que era tradicional. Una tradición, esta sí, que por sus valores beneficiosos para el conjunto de la sociedad debiera ser conservada para siempre.

Paisaje francés en "bocage"


Webgrafía