Los tres aviones descargaron unas treinta bombas, un total de seis toneladas, a primera hora de la mañana, sobre el mercado, repleto en ese momento de ciudadanos que hacían sus compras. Para justificarse, los servicios de información republicanos afirmaron que creían que en Cabra se encontraba un campamento de tropas italianas que ayudaban a los sublevados de Franco, pero aquella mentira quedó pronto desmontada porque la intención real era castigar y aterrorizar a la población civil.
Se da la circunstancia de que Cabra es la localidad natal de Carmen Calvo, vicepresidenta del gobierno de Sánchez, integrado por fuerzas totalitarias, golpistas y antiespañolas que provocan el rechazo de millones de españoles. A través de los medios y las redes sociales, los indignados españoles ante el sectarismo y la ruindad de la vicepresidenta, le preguntan si piensa o no condenar aquella matanza del Frente Popular en 1938, integrado por fuerza parecidas a las que integran hoy el gobierno español.
El texto enviado por cientos de miles de españoles a la vicepresidente, a través de los medios y las redes, dice: "Me gustaría saber qué actos piensa organizar el gobierno de España para recordar esa masacre y pedir perdón. Hagamos circular esto, para que les llegue”.
La guerra civil española fue un episodio vergonzoso que puedo haberse evitado, pero que la política españoles de la época, sobre todo los socialistas de Largo Caballero, buscaron y provocaron de manera vil y miserable. La memoria de aquella vergüenza nacional, causante de cientos de miles de víctimas y de una inmensa pobreza y deterioro, quiso ser enterrada durante la Transición, en la que España, tras la muerte de Franco, decidió reconciliarse y olvidar el pasado cruel para construir sobre ese dolor común una España nueva y próspera.
Pero, de manera irresponsable, de nuevo el socialismo, cuando era capitaneado por el lamentable Zapatero, aprobó una Ley de la Memoria Histórica que constituye todo un monumento al revanchismo más vil e irresponsable, gracias al cual las heridas de la guerra y la memoria de Franco, casi plenamente olvidadas por la inmensa mayoría de la población, han vuelto a abrirse de manera arbitraria e irresponsable, correspondiendo toda la responsabilidad de esa brutal operación al socialismo actual y a sus socios de gobierno comunistas, populistas, separatistas, golpistas y amigos del terrorismo etarra.
España no necesita reabrir sus heridas y si lo hace es sólo porque sus políticos, acostumbrados a nadar en la miseria y el odio, utilizan la sangre del pasado para ganar votos y apoyos.
Francisco Rubiales