La película española que competirá por una candidatura a la mejor cinta extranjera en los Oscar es El buen patrón, la radiografía que estábamos esperando sobre el ambiente laboral en nuestro país. Si Fernando León de Aranoa y Javier Bardem retrataron con éxito a la clase trabajadora española en Los lunes al sol (2002) en un tono decididamente dramático, aquí optan por una comedia en toda regla para dibujar a cierto tipo de empresario, lamentablemente, muy reconocible. El humor permite algo que el tono dramático y solemne no facilitaba: el subtexto. El buen patrón tiene varios niveles de lectura: en la superficie, se trata de una comedia costumbrista, que recoge muy bien la idiosincrasia laboral en nuestro país. La película describe certeramente y con gracia -hay que aplaudir los diálogos- cómo funciona una empresa, las ínfulas del jefe, los escaqueos de los trabajadores, el mamoneo con las becarias, los líos de oficina, la rabia del que se queda sin curro y la humanidad de todo el conjunto. Pero por debajo de esa mirada comprensiva, casi amable, hay una potente crítica hacia el sistema, que es presentado como despiadado. Lo mejor de El buen patrón es que no se conforma con demonizar al jefe, sino que no deja títere con cabeza: cuidado con las becarias, ojo con la secretaria e incluso se podría debatir si el único personaje que lleva su lucha hasta el extremo de la integridad, ha perdido el contacto con la realidad. En el centro de todo esto está Javier Bardem, completamente entregado a dar vida a un empresario que vive también en dos niveles: por un lado está su discurso, con el que intenta seducir a todo el mundo y aparentar ser un hombre intachable; y por otro lado está lo que es capaz de hacer para mantener intacta la fachada y conseguir sus objetivos -ridiculizados, por cierto, de forma metafórica, mediante una idea afortunada que da mucho juego: es fabricante de básculas-. Descubriremos durante la película hasta dónde puede llegar el protagonista. León de Aranoa junto a Bardem, en la que puede ser la interpretación del año, hace uso de una estrategia que creo similar a la de Los Soprano (1999-2007). En aquella se nos obliga a ponernos de parte de un mafioso asesino y despiadado, pero es tal el carisma de James Gandolfini, que no nos quedaba más remedio que rendirnos ante él. Bardem está aquí así de bien, y creo que no voy desencaminado si tenemos en cuenta esa secuencia de El buen patrón que es un claro homenaje a la saga de El padrino de Francis Ford Coppola. Este empresario es encantador, culto, embaucador y gracioso, pero al mismo tiempo se cree 'dueño' de sus empleados, a los que trata como un padre... siempre y cuando no supongan un obstáculo. Como decía antes, la película no se conforma con crear a un 'malvado'. Además de humanizarlo, coloca delante de él a un grupo de personajes que no son precisamente perfectos, encarnados por actores que cumplen muy bien con sus papeles: Almudena Amor -posible actriz revelación-, Manolo Solo, Fernando Albizu, o Tarik Rmili sirven para León de Aranoa trascienda la crítica social y nos muestra las pequeñas miserias de todos los seres humanos.
El buen patrón -la comedia humana
Publicado el 18 octubre 2021 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertranLa película española que competirá por una candidatura a la mejor cinta extranjera en los Oscar es El buen patrón, la radiografía que estábamos esperando sobre el ambiente laboral en nuestro país. Si Fernando León de Aranoa y Javier Bardem retrataron con éxito a la clase trabajadora española en Los lunes al sol (2002) en un tono decididamente dramático, aquí optan por una comedia en toda regla para dibujar a cierto tipo de empresario, lamentablemente, muy reconocible. El humor permite algo que el tono dramático y solemne no facilitaba: el subtexto. El buen patrón tiene varios niveles de lectura: en la superficie, se trata de una comedia costumbrista, que recoge muy bien la idiosincrasia laboral en nuestro país. La película describe certeramente y con gracia -hay que aplaudir los diálogos- cómo funciona una empresa, las ínfulas del jefe, los escaqueos de los trabajadores, el mamoneo con las becarias, los líos de oficina, la rabia del que se queda sin curro y la humanidad de todo el conjunto. Pero por debajo de esa mirada comprensiva, casi amable, hay una potente crítica hacia el sistema, que es presentado como despiadado. Lo mejor de El buen patrón es que no se conforma con demonizar al jefe, sino que no deja títere con cabeza: cuidado con las becarias, ojo con la secretaria e incluso se podría debatir si el único personaje que lleva su lucha hasta el extremo de la integridad, ha perdido el contacto con la realidad. En el centro de todo esto está Javier Bardem, completamente entregado a dar vida a un empresario que vive también en dos niveles: por un lado está su discurso, con el que intenta seducir a todo el mundo y aparentar ser un hombre intachable; y por otro lado está lo que es capaz de hacer para mantener intacta la fachada y conseguir sus objetivos -ridiculizados, por cierto, de forma metafórica, mediante una idea afortunada que da mucho juego: es fabricante de básculas-. Descubriremos durante la película hasta dónde puede llegar el protagonista. León de Aranoa junto a Bardem, en la que puede ser la interpretación del año, hace uso de una estrategia que creo similar a la de Los Soprano (1999-2007). En aquella se nos obliga a ponernos de parte de un mafioso asesino y despiadado, pero es tal el carisma de James Gandolfini, que no nos quedaba más remedio que rendirnos ante él. Bardem está aquí así de bien, y creo que no voy desencaminado si tenemos en cuenta esa secuencia de El buen patrón que es un claro homenaje a la saga de El padrino de Francis Ford Coppola. Este empresario es encantador, culto, embaucador y gracioso, pero al mismo tiempo se cree 'dueño' de sus empleados, a los que trata como un padre... siempre y cuando no supongan un obstáculo. Como decía antes, la película no se conforma con crear a un 'malvado'. Además de humanizarlo, coloca delante de él a un grupo de personajes que no son precisamente perfectos, encarnados por actores que cumplen muy bien con sus papeles: Almudena Amor -posible actriz revelación-, Manolo Solo, Fernando Albizu, o Tarik Rmili sirven para León de Aranoa trascienda la crítica social y nos muestra las pequeñas miserias de todos los seres humanos.