Revista Psicología

El bueno, el feo y el malo por Raquel.

Por Saval

La que escribe hoy no lo hace por iniciativa propia, lo hace porque se lo dije. Así que lo primero gracias y tal. Trabajamos juntos en Socialnest y hemos tenido discusiones sobre política durante varias horas (solamente coincidimos en que la gente que se define como apolítica le falta un hervor). Es de derechas en lo económico pero, al menos, en lo moral no es ultra. Por eso discutir con ella no me provoca más úlceras.

Ah y lo que hace, lo profesional, lo hace muy bien. Entrad en la web. La oratoria mola.

Sino conocéis a Álvaro en persona deberíais saber que es un capullo, si lo conocéis estaréis de acuerdo conmigo. Por eso cuando me propuso ser uno de sus invitadXs de domingo no pude desaprovechar la ocasión de llamare capullo en su propio blog. Me pareció divertido.

Y de capullos es de lo que yo quiero hablaros hoy, lo primero es definir la palabra. ¿Qué es un capullo? La RAE no ofrece ninguna definición a mi gusto así que he decidido explicaros lo que para mi significa. Un capullo o capulla, es un tío o tía muy, muy, muy tocapelotas, son esas personas a las que a veces te apetece coger del cuello, que te sacan de tus casillas, te enervan y desesperan y luego derrepente no se sabe muy bien porque, ni como consiguen que te olvides de lo capullos que son y que por un momento, o incluso un tiempo largo hasta llegues a quererlos.

Seguramente os habréis encontrado con alguno en vuestra vida, probablemente hasta vosotros en algún momento habréis sido uno. Hay diversas razones que te hacen serlo.

Por placer. Tocar las pelotas es divertido, al menos para que el que las toca, quizá no tanto para el que es tocado. Y esto es una verdad tan universal como que el sol sale por la mañana y se pone por la noche. Podríamos llamarlo el “Capullo Bueno”. El coleguita que siempre gasta bromas, vacila. Pero también es ese que todo lo sabe y todo te lo tiene que decir, el que desea que te equivoques para corregirte, el que te pincha en cualquier discusión para sacarte de tus casillas. Si eres un capullo por placer, adelante, no hay nada de malo en esa elección siempre y cuando sepas medir los tiempos y tengas claro que si uno estira mucho una cuerda esta acaba inevitablemente rompiéndose. Nadie quiere en su vida a un capullo 24 horas, pero para un ratito….

Por miedo. Este es el peor tipo de capullo que uno puede ser, y que solo acaba haciendo daño al capullo en cuestión. Y es que en esta vida se puede tener miedo a muchas cosas pero  a lo peor que uno puede tenerle miedo es a las personas. Si eres capullo por miedo eres de esos que tocan tanto las narices a las personas de su vida que solo puede acabar solo. Es un capullo al que le gusta ser insoportable para poder darse a sí mismo la razón, que tiene tanto miedo a que alguien le haga daño que busca tocar las pelotas hasta conseguir apartar a esa persona y poder finalmente respirar tranquilo y autoafirmarse en su realidad inventada de que se equivoco al confiar en esa determinada persona. Es el “Capullo Feo”. Alguien me dijo una vez que no vale la pena, pues eso, no vale la pena así que deja de ser tan capullo.

Por deformación profesional. El “Capullo Malo” Hay personas que son capullas y punto, estas no consiguen que te olvides en ningún momento de como son y cada vez que los ves te preguntas porque te molestas en perder un solo segundo de tu tiempo. No lo hagas, si una persona es capulla por deformación profesional no tiene solución, tampoco la quiere, y no te va a aportar nada bueno. Quizá sea capaz de comportarse con otras personas, o quizá viva en una tribu llena de capullos profesionales, en cualquier caso ni tu vas a hacer nada por el, ni el por ti.

Estos son mis tipos de capullos, seguro que Álvaro conoce alguno más, es lo que tiene estar en la “onda”. Por cierto, que él es un “Capullo Bueno” le gusta tocar las pelotas, pero lo hace por placer.

Para el “Capullo Feo” esta canción.

@proyectocicero


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