Si el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, hubiera sido tan sincero como con sus amigos, habría usado este jueves en Salamanca su imagen habitual de los nacionalistas catalanes: toros españoles que embisten al torero español en el espectáculo más español que existe.
Juncker recibió en la antiquísima universidad salmantina un doctorado Honoris Causa, donde reiteró la imposibilidad de conservar la pertenencia a la UE de cualquier territorio que se separe de un Estado miembro.
Porque para evitar rupturas y choques territoriales los Padres Fundadores crearon hace 66 años la CECA, tras finalizar la II Guerra Mundial, embrión de seis países de lo que serán 27 países tras el Brexit.
Se trataba de que los antes beligerantes prosperaran juntos haciéndose socios y enterrando sus conflictos, especialmente los fronterizos germano-franceses.
El discurso de Juncker ante los académicos y políticos gubernamentales abanderados por Rajoy fue un nuevo golpe a los separatistas catalanes, a los que les recordó que desde 2004 su antecesor Romano Prodi ya se había pronunciado en igual sentido.
Como Durao Barroso antes de Juncker: quien se salga de su país pasa al estatus de no miembro y se expone al veto al ingreso de la nación de la que se separó.
La advertencia de Prodi iniciaba el aviso a los políticos catalanes que planeaban ya la separación de España
El último embate del independentismo no viene, pues, del recorte del Constitucional al Estatuto catalán de Zapatero, elaborado con la oposición del PP por no respetar el pacto entre los dos partidos sobre reformas de Estatutos.
Pero el independentismo siguió embistiendo al torero una y otra vez en una corrida en la que ha quedado malherido: el animal totémico independentista es el burro, pero también el españolísimo toro, realmente el burritoro.
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SALAS
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OTRAS COSAS, COMO SILVIA CORTÉS TORRES, RESPONSABLE DE PERSONAL DEL NESTLE Y ENTUSIASTA DEL SEPARATISMO