LLega este hermoso cuento del Insituto de Estudios Sufíes, que compartimos esperando que os sirva y os guste:
En cierta ocasión, Hodja Nasreddín extravió su burro. Al cabo de un buen rato, azorado, comenzó a dar gritos en medio del bazar, ante el gentío que pasaba:
-“¡Oh gentes! He perdido mi burro y estoy desseperado, pues es lo que más amo en el mundo. Así que necesito econtrarlo y a quien lo encuentre se lo daré en recompensa”.
A un amigo suyo que pasaba por allí la forma de razonar de Nasreddín le pareció extraña, por no decir absurda:
-”Pero, vamos a ver, Hodja, si lo piensas dar en recompensa, ¿por qué quieres encontrarlo?”, le dijo el buen hombre, que, como de costumbre, no entendía nada.
Esto fue lo que Hodja le contestó:
-”Porque el placer que obtienes cuando encuentras algo perdido es mayor que la alegría de poseerlo”.
Cuanto más das más tienes, cuanto más das más eres. El corazón se alegra al recuperar algo extraviado o al descubrir algo nuevo; pero se ensancha, cuando puedes desprenderte de ello. Esa es la lógica paradójica de la vida. Por eso, sólo se le permite a alguien acceder a la senda interior sufí si es capaz de dar. Y es que recibes en la medida que eres capaz de servir y dar.
Halil Bárcena