El Caballo se quedó mientras los demás equinos míticos galoparon con rumbo a la constelación de Ara

Publicado el 04 agosto 2019 por Carlosgu82

Hubo un tiempo, hubo un mundo, donde coexistían junto al hombre, criaturas mágicas y extraordinarias, inmortales; tenían cuatro patas extraordinarias que les permitían desplazarse a gran velocidad por bosques mágicos, por playas extensas, por senderos largos en la cima de montañas, y también volaban en medio de grandes cañadas siguiendo el curso de los ríos. Estas criaturas eran Unicornios, Centauros, Pegasos, y Caballos. Eran libres, ayudaban a los hombres en su evolución, sabios, inteligentes, espirituales.

El hombre en su inmenso egoísmo trató de domesticar y controlar la naturaleza que compartían, quiso usar su aparente inteligencia superior para aprovechar los prodigios de esas mágicas criaturas en su beneficio, NO ayudando a todas las criaturas del planeta, queriendo todo para sí mismo, incluso desdeñando de algunas razas de su misma especie el hombre, muchos animales más débiles empezaron a desaparecer del planeta, los Dioses para castigarlos decidieron que unas criaturas tan extraordinarias y bellas YA NO debían convivir en un entorno así con los hombres, les dieron la opción a estas GENIALES criaturas de decidir si quedarse o irse a otros mundos (donde no hubiese hombres, donde nadie los esclavizara).

Unicornios, Centauros y Pegasos, estuvieron seguros que la conducta del hombre era irreversible y optaron por dejarlos, …sólo el Caballo tuvo fe en el hombre, en que éste podría aprender de sus errores y pérdidas y decidió seguir junto a él. Los Dioses le advirtieron que sería una labor titánica, casi imposible, tendría que acompañarlo en la agricultura, sería medio de transporte, recibiría heridas en la guerra, moriría, una y otra vez MORIRÍA (ya no sería eterno) agonizaría viendo al hombre avanzar muy poco en el camino espiritual, pasarían miles de años y ese hombre al que le tuvo fe, no demostraría un alma elevada. A pesar de todos los argumentos en contra, de los otros equinos y de los Dioses que vinieron de planetas lejanos, (Morirás le dijeron, morirás muchas veces y otras veces te olvidarán, y otras te ignorarán, otras más te cambiarán por objetos vanos), NO hicieron cambiar de idea al Caballo, de irse a un planeta  mucho más grande que el Sol, cerca de la constelación de Ara, donde podría galopar eternamente por donde quisiera, playas, dunas, praderas, bosques, selvas, pastizales, marismas, cordilleras,… tuvo una gran fe que no tuvieron ni esos cinco Dioses lejanos que vaticinaron la ruina del planeta tierra en menos de 7,585 años. Una fe muy grande.

Desde entonces lo acompaña a lo largo de la historia, galopando en días de guerra, galopando en días de paz, tratando de humanizar su vida, muchas veces en largas temporadas, olvidados ambos por los Dioses, en larguísimos lapsos de tiempo, -conociendo lo que es morir muy lejos de la constelación de Ara– y es que por tratar de lograr un destino de luz y claridad en los hombres, el Caballo tuvo que DAR a cambio… su INMORTALIDAD.

 (2012-2019)
Por Godofredo Oscós-Flores