El cabo de St Abb y sus aves marinas, Escocia

Por Marbel

En una de las excursiones del máster del mes de mayo, nos llevaron al Cabo de St Abb (St. Abb’s Head) con la intención de ver aves marinas. El Cabo de St Abb está en la costa oriental de Escocia, al sur del estuario de Forth, cerca de la localidad de St. Abbs, Scottish Borders. Esta zona está declarada reserva natural nacional (NNR) y está gestionada por el National Trust for Scotland (NTS) junto con Scottish Natural Heritage. Es también Área Marina de Conservación Especial (SAC) y Sitio de Especial Interés Científico (SSSI). La razón por la que se protegió es porque se trata de una importante colonia de aves marinas con unos 60.000 ejemplares anidando en los acantilados. Entre las aves más abundantes están las gaviotas tridáctilas y los araos, pero también hay cormoranes, gaviotas argénteas, fulmares, alcatraces y frailecillos.

Las costas e islas escocesas son de una belleza inigualable y cuentan con muchos lugares de atracción turística. Quizás no sea el típico destino de sol y playa pues sus aguas frías no invitan a bañarse, pero son lugares con gran riqueza natural y faunística, que sin duda atraerán más a los ecoturistas. El verano es un buen momento para conocerlas, así como otros lugares bañados por el Mar del Norte que están en otros países. Una interesante opción podría ser un crucero como éste, que te permitirá conocer varios países del Mar del Norte de una sola vez.


El día que fuimos a St Abb estaba lloviendo y no hacía precisamente muy buen tiempo. El profesor nos avisó que si el tiempo estaba muy mal, especialmente si soplaba un viento fuerte, podría suspender la excursión. Acercarse a los acantilados en un día de viento puede ser peligroso, ya que no hay ninguna barrera protectora, y nosotros nos tendríamos que acercar al borde para poder hacer los censos de aves. A pesar de que llovía y soplaba un poco el viento, nuestro profesor decidió arriesgarse e ir, lo cual me alegró mucho ya que yo no quería perderme la visita a este lugar por nada del mundo.

Lo cierto es que el documento informativo que nos enviaron antes de la excursión imponía un poco. Decía que muchos biólogos habían muerto allí mientras hacían censos de aves, y nos aconsejaban cosas tan obvias como mirar siempre al suelo mientras caminábamos en lugar de hacerlo con los prismáticos en los ojos. Claro, me imagino que la emoción que embarga a un biólogo cuando descubre una especie interesante en estos acantilados puede hacerle olvidar los peligros con tal de acercarse más para verla. Entiendo que esto podría pasarme a mí también si viera a uno de mis queridos frailecillos (especie de la que estoy absolutamente enamorada), los cuales no son tan fáciles de ver como otras especies más comunes.

Por el camino no paró de llover, la verdad que el tiempo no podía tener peor pinta. Cuando llegamos a St Abb, paró la lluvia y el viento no soplaba muy fuerte. Hicimos una visita al centro de interpretación y los baños antes de acercarnos a los acantilados. Allí el profesor nos explicó en qué consistía el censo que teníamos que llevar a cabo. Por equipos, teníamos que contar el número de individuos de cada especie en distintos puntos donde íbamos a parar. Claro que aquello sería un conteo aproximado porque con tantas aves dar un número exacto sería casi imposible. Nos aconsejaron contar la población de un bloque y después multiplicar por el área total de ese lugar concreto. También teníamos que estimar la productividad de algunas especies, contando huevos o pollos en los nidos. Más tarde se compararían los datos obtenidos por los distintos equipos.


Por fin empezamos a caminar y no tardamos mucho en llegar a los acantilados.

Enseguida llegamos al primer punto de conteo y allí estuvimos un buen rato tratando de identificar las distintas especies. No había mucha variedad, ya que casi todas las aves que veíamos eran araos, y algún que otro alca. De lejos ambas especies se parecían mucho (negras con el pecho y vientre blancos) pero con los prismáticos se podía ver una diferencia importante: el alca tiene una delgada línea blanca que va de los ojos al pico.

Grupo de araos

Alca

También había bastante gaviotas argénteas, bastante comunes en Escocia y a las cuales había visto numerosas veces. Continuamos al siguiente punto de conteo y allí aparecieron otras especies como el fulmar, el alcatraz, el cormorán moñudo y la gaviota tridáctila.

Gaviotas tridáctilas

No hubo más especies nuevas el resto del día, excepto un eider (especie de pato de zonas costeras del Ártico) que vimos en el sitio donde paramos a comer.

Al final de la excursión llegamos a esta zona donde había un faro. Allí también paramos para el conteo.

El tiempo empezó a estropearse, cada vez el viento soplaba más fuerte y empezó a llover. Ya sólo nos quedaba un punto más para terminar el censo, y de allí emprendimos el camino de vuelta. En esa zona las colonias eran muy numerosas.

Volvimos por un camino distinto, y los paisajes que nos ofrecía eran muy bonitos. Fue una pena que no pudiera hacer fotos mejores en ese momento, estaba lloviendo demasiado como para sacar la cámara.

Al final pudimos hacer la excursión entera a pesar de que el tiempo no fue muy bueno. Vimos muchas aves pero me faltó ver a mi querido frailecillo. Sabía que no sería fácil verle, ya nos avisó el profesor de que no había muchas posibilidades. Aunque ya le había visto en dos ocasiones (en el norte de Inglaterra y en Noruega), fue hace muchos años y tenía muchas ganas de verle otra vez. Espero que haya otra ocasión para ello.


Archivado en: St Abb Tagged: acantilado, alca, alcatraz, arao, ave marina, Cabo de St Abb, cormorán, costa, eider, Escocia, estuario de Forth, frailecillo, fulmar, gaviota, National Trust for Scotland, nido, pollo, reserva natural nacional, Scotland, Scottish Borders, Scottish Natural Heritage, SSSI, St. Abb's Head, St. Abbs