Oikocredit trabaja con cooperativas de productores de cacao en África y América Latina para mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores y sus familias. Su propósito es mantener una producción constante del cacao a lo largo del tiempo basada en unas condiciones dignas y respetuosas con los derechos humanos, especialmente los de la infancia. Esta circunstancia, junto con el calentamiento global y el cambio climático son los principales escollos que deberá salvar la industria
El cacao ofrece una multitud de beneficios y buenas propiedades. Se obtiene de las semillas que se hallan en las vainas del árbol de cacao, que una vez procesadas, se convierte en el cacao propiamente dicho, ingrediente principal del amado chocolate.
A pesar de que los países africanos producen más del 70% del cacao consumido en todo el mundo, los países latinoamericanos (14%) se posicionan como el principal proveedor de cacao fino de aroma del mundo, según la Organización Internacional del Cacao. La excelencia del cacao amazónico, como motor de prosperidad en América Latina, ha convertido su industria en un ejemplo de crecimiento, innovación y sostenibilidad.
El preciado chocolate supone uno de los alimentos más consumidos en todo el planeta. Según estudios recientes, se estima que alcanza las 8,5 millones de toneladas en el mundo. Pero, ¿es todo tan dulce cómo lo pintan? ¿A qué retos y problemas debe enfrentarse la industria del cacao especialmente en países con pocos recursos? ¿Es posible consumir un chocolate ético y responsable?
Oikocredit, mayor cooperativa de inversión de impacto enfocada a los Países del Sur, que trabaja con varias asociaciones de África y Latinoamérica considera que la producción del cacao bajo unas condiciones dignas y respetuosas con los derechos humanos, especialmente los de la infancia, y el calentamiento global son los principales escollos que deberá salvar la industria del cacao para mantener una producción constante a lo largo del tiempo. Además, también destaca la importancia de escuchar al consumidor que pide, cada vez más, una trazabilidad responsable, un comercio justo y una producción ética.
Las cooperativas agrarias Norandino (Perú) y Manduvirá (Paraguay) son dos claros ejemplos de cómo Oikocredit mejora la calidad de vida de las personas a través de la inclusión financiera, apoyando a pequeños agricultores que tienen un nulo o limitado acceso al mercado y a los recursos de financiación. Mediante la concesión de préstamos de Oikocredit, Norandino logró financiar una nueva oficina central, mientras que Manduvirá construyó una planta procesadora de azúcar orgánica respetuosa con el medioambiente.
«Al comer chocolate certificado, ayudamos a los agricultores a obtener un mejor precio por su cosecha. Afortunadamente, cada vez más personas eligen conscientemente comprar chocolate de comercio justo, por ejemplo, para que los productores de cacao también puedan construir una buena vida con su familia», comenta Rose Serrano, responsable de relación con los inversionistas en España de Oikocredit.
Del grano a la tableta: Trazabilidad con conciencia social para un chocolate ético y responsable
Alrededor de 6 millones de personas en el mundo viven directamente del cultivo del cacao y más de 50 se dedican al procesamiento desde que se cultiva hasta que llega al consumidor. Sin embargo, un informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo señala que los pequeños agricultores del cacao viven en la pobreza (no cuentan con dinero para cubrir sus necesidades básicas). Así se da la circunstancia que los pequeños productores reciben entre un 3% y un 6% de lo que se paga por una chocolatina en el supermercado. El resto se reparte entre los intermediarios y los vendedores finales.
Identificar el chocolate desde el origen y conocer en detalle su trazabilidad es fundamental a la hora de consumir de manera responsable. De esta manera, el consumidor podrá tener la garantía de que quiénes trabajan en la producción del cacao tienen unas condiciones dignas de trabajo, y rechazar aquellos que no cumplen con las normas básicas de derechos humanos.
Por eso es importante apostar por el comercio justo, ya que cuando se compra a través del comercio tradicional solo se impacta un 6% en los países de origen. El chocolate es un producto mal pagado y es fundamental proporcionar un valor añadido a los países que producen la materia prima para contribuir a la distribución de la riqueza con la menor desigualdad posible.
La cara más amarga del chocolate
La importancia de la trazabilidad del producto lleva a un asunto en el que un gran número de organizaciones dedicadas a la producción comercialización y distribución respetuosa con los derechos humanos están poniendo bajo foco al chocolate: la esclavitud infantil.
Según un informe de quince ONGs europeas en 2018, más de 2,2 millones de niños y niñas trabajan en la producción de cacao en condiciones durísimas.
Cambio climático y deforestación principales amenazas para la producción de cacao
El futuro del cacao, corazón de la creciente industria del chocolate, está amenazada. El último informe de la National Oceanic and Atmospheric afirma que el cambio climático afectará a la siguiente generación de plantas de cacao y que el 90% de los cultivos ya no serán aptos en 2050.
La culpa de este agorero vaticinio la tienen una combinación de factores, que van desde el calentamiento global -el progresivo incremento de la temperatura de la tierra provocarán pequeñas fluctuaciones en el clima que afectarán directamente a las zonas de cultivo del cacao-, pasando por el cambio climático, la deforestación o las plagas. Incluso algunos científicos hablan de «la extinción del chocolate» en las próximas cuatro décadas.
Fuente Comunicae