El artista redescubrió la bóveda funeraria en 1966. El pintor de Urda logró descender a la cripta de Santo Domingo el Antiguo un 25 de agosto
Cecilio Mariano Guerrero Malagón defendió siempre que el cuerpo del Greco jamás fue trasladado de la cripta de Santo Domingo el Antiguo en la que fue enterrado a su muerte hace ahora cuatro siglos. Las hemerotecas hablan por sí solas.
El pintor de Urda cumplió en los años 60 con una reivindicación añeja: redescubrir la bóveda que el hijo del cretense, Jorge Manuel, rubricó el 26 de agosto de 1612 con la abadesa Francisca de Avalos y Ayala. Este acuerdo, al que hace referencia la académica Balbina Martínez en numerosas publicaciones, es el punto inicial a una serie de teorías con más o menos fundamento que aún a día de hoy rodean la muerte del Greco.
La mayor parte de esta colección de fotografías jamás ha sido publicada, a excepción de algún aporte que el propio redescubridor de la cripta realizó en los medios de la época, como ‘El Alcázar’ que el 7 de junio de 1968 -dos años más tarde del descenso del urdeño a la cripta- publicaba las declaraciones de los doctores Alfonso López Fando y Rafael Sancho San Román, que acompañaron a Guerrero Malagón en esta expedición que tenía un objetivo: reafirmar que Domenikos Theotocopoulos seguía y sigue enterrado en Santo Domingo el Antiguo.
Aquí se alude a la investigación documental en el archivo del monasterio que realizó la entonces directora del Archivo Provincial, Mercedes Mendoza, en la línea de esclarecer el número de enterramientos efectuados por la familia Alcocer en la misma bóveda subterránea que Juan de Alcocer de Herrera manda adecentar en 1677 para enterramiento propio y de sus familiares.
«Entonces coge un terreno pegado al del Greco y se hace su bóveda», escribe Guerrero Malagón en el libro que la editorial Zocodover publicó en 1982 con la conferencia íntegra que el pintor ofreció en 1968 sobre el redescubrimiento de la cripta y de los restos óseos que asoció al Greco y a su nuera.
«La pregunta salta a flor de boca, -continúa Guerrero Malagón sobre el enterramiento de la familia Alcocer- ¿ por qué no utiliza la que ya estaba hecha, por qué la aísla de su recinto, qué es lo que le obliga a respetarlo?». La respuesta es sencilla, «algo debía de existir con anterioridad allí, ese algo no es otra cosa que los restos que nosotros hemos buscado y que al final hemos encontrado».
25 de agosto de 1966. A las diez de la mañana del 25 de agosto de 1966, y tras meses de indagaciones y trabajo, Guerrero Malagón, hijo adoptivo de Toledo, desciende a la cripta. El acceso en el que hoy se encuentra una losa de cristal por la que los visitantes pueden vislumbrar un ataúd sobre un pequeño altar de ladrillo, estaba entonces cubierto por un suelo no de época, de plaquetas blancas y negras que los albañiles contactados por la comunidad cisterciense retiraron antes de iniciar la expedición que el propio académico relató más tarde de la siguiente forma.
«A las diez de la mañana se levantaba la losa de pizarra que estaba ya escondida por el enlosado del nuevo pavimento de la Iglesia. Descendimos por una escalera de mano que pusieron los albañiles, los cuales habían sido requeridos para tal caso por las monjitas del convento», Guerrero Malagón escribe al detalle lo que encontró en la cripta a la que no se bajaba desde 1910.
En aquella ocasión fue el primer historiador toledano Francisco de Borja de San Román el encargado de descender al enterramiento y escribir lo que allí encontró. «Gran cantidad de restos humanos, esparcidos unos por la tierra que les sirve de pavimento y otros conservados en deshechos ataúdes dando al oscuro recinto una nota que no puede ser más macabra».
La descripción que San Román redacta a principios del siglo XX y que el académico recoge en un artículo publicado dos años antes de redescubrir el enterramiento, el 28 de febrero de 1964 en ABC, sigue así. «En la bóveda que adquirieron el Greco y su hijo por el contrato de 1612 se observa una circunstancia que merece tenerse en cuenta: la de que está dividida en dos compartimentos, uno mayor que otro, la cual no existe en las otras (...) El anterior hallazgo nos sugiere la natural suposición de que aquellos restos puedan ser los del Greco, así cabrá explicarse la división de la bóveda con el fin de reservar parte de ella para el artista y su familia y la otra para la fundación de Alcocer».
Esta aportación, fiel, es la baza principal de aquellos que sostienen que en la actualidad el candiota sigue enterrado en Santo Domingo el Antiguo, más allá de las teorías del traslado de los restos a San Torcuato en 1619 por las desavenencias entre su hijo Jorge Manuel y la comunidad cisterciense, y de aquí a San Bartolomé al desaparecer la iglesia anterior como lanzó el canónigo de la Catedral Primada Francisco de Asís en una conferencia en el salón de actos de los Hermanos Maristas. Una aportación que el propio Guerrero Malagón desacredita.
Documentación histórica. La partida de defunción de Domenikos Theotocopoulos es clave. El documento se conserva en el archivo parroquial de Santo Tomé, y es más, por el IV Centenario se ha editado en facsímil de la misma que puede adquirirse en las dependencias del acceso para visitar la obra ‘El entierro del conde de Orgaz’.
La partida de defunción del cretense aparece como segunda anotación en la página 332 del ‘Libro de entierros de Santo Thome de Toledo desfde el Año de 1601 afta el de 1614’ y reza así: «En siete de él [el mes de abril del año 1614] falleció Dominico Greco. No hizo testamento. Recibió los sacramentos. Enterróse en Santo Domingo el Antiguo. Dio velas».
La exhumación del Greco está clara, se enterró en Santo Domingo el Antiguo, en la cripta familiar que los Theotocopoulos adquieren ‘graciosa’, es decir, gratis, a instancia de Luis de Castilla en 1612. Este documento existe, no así ningún apunte en el que se manifieste el traslado del cadáver del griego a la cripta que su hijo Jorge Manuel construye en San Torcuato en 1619, tan sólo el permiso que el Arzobispado le concede para sacar a finales de 1617 los restos de su esposa recién enterrada -Alfonsa de Morales fallece el 9 de noviembre en los aposentos del Marqués de Villena- y los de su padre.
Guerrero Malagón apunta que el permiso de la autoridad eclesiástica dice «que los restos los sacaría siempre que el convento se lo pidiere», el pintor y académico apoya su teoría en que el convento «jamás pide que los saque» y que este tipo de permisos eran para hacer uso de los mismos «dentro de un plazo no muy largo, ¿cómo iba a pensar en el traslado a San Torcuato si no existía? ¿Dónde, pues, iba a trasladar aquellos restos», se pregunta.
Los restos del Greco. Guerrero Malagón describe de manera minuciosa lo que encuentra en la cripta, incluso, con un lapicero y un cuaderno realiza dibujos ‘in situ’ de lo que ve. «Primeramente nos encontramos ante una bóveda de unos tres metros de ancha por cuatro de larga», escribe y añade, «esta bóveda tan macabra nos deja a la izquierda según se pasa una especie de puerta mal hilvanada. Esta puerta es la que nos da paso a otra bóveda, la que construyó Jorge Manuel y su padre en 1612. Está más adentro y por lo tanto más húmeda y más oscura».
El relato de Guerrero Malagón no da lugar a equívocos, el Greco, sus restos, permanecen en Santo Domingo el Antiguo. «Encontramos unos trozos de huesos humanos. Estos restos están en un estado muy difícil de identificar (...) todo es aquí proyección y reflejos de una verdad insospechada. Los fundamentos de esta verdad están bien claros, estos pedazos de restos que han permanecido olvidados en el oscuro rincón de su nicho, creemos que no pueden ser otros que aquellos que sostuvieron un día lejano el cuerpo de aquel hombre que nos llegó de la lejana Creta».
Y así, 400 años después, el misterio sigue merodeando en torno al genio y maestro que descansa desde entonces en la bóveda subterránea de Santo Domingo.
Javier Guayerbas - lunes, 7 de abril de 2014http://www.latribunadetoledo.es/noticia/Z2E551138-E699-E786-882738F7A0177F99/20140407/guerrero/malagon/defendio/cadaver/greco/jamas/fue/san/torcuato