El Cafetón

Por Alejandropumarino

Un amigo me envió esta imagen de la Plazuela de San Miguel en Gijón, tras la cabalgata típica de la víspera de Reyes; se conoce que la comitiva pasó lejos de la zona, a tenor de la inusual limpieza del suelo urbano. La iluminación navideña da un aire festivo a la calle, mientras la imagen del Café di Roma evoca otros tiempos en los que el “cafetón”, Café San Miguel, abría sus puertas a propios y extraños. El local y los camareros eran una institución en este Gijón del alma, y lo fueron hasta que la codicia inmobiliaria decidió establecer un precio para el establecimiento incompatible con los cafés a veinte duros. El Café di Roma es una franquicia atendida por jóvenes que no suelen durar más de tres meses detrás de la barra y que atienden con la displicencia propia de quien se sabe despedido antes de empezar a trabajar. Después de la Navidad viene el carnaval, la cuaresma, la Semana Santa y vuelta la burra a la noria, como si tal cosa, otro año más; siempre un año más viejos, que no necesariamente más listos. Las luces de esta campaña son de bajo consumo, como corresponde, y hacen diferente la calle; el Café di Roma lleva ya algunos años recordándonos que la globalización es buena, pero tampoco necesariamente mejor y uno echa de menos el “cafetón” con su vieja barra de un mármol que fue blanco alguna vez. Cuando esta entrada vea la luz, ya habrán sido retiradas las luminarias navideñas y esperaremos pacientemente a que se coloquen las de carnaval, prólogo de lo festivo y lo lúdico; recuerden que el trabajo es algo tan malo que hasta se paga por ello.