Ayer me encontré a Paco en el café, en la mesa de siempre. Tenía el periódico en la mano, sección economía, como siempre. Se lo veía alterado porque, no se si os lo he dicho alguna vez, a Paco lo “amortizaron” en una de esas prejubilaciones que montó la banca, hace ya lustros. Ya se lo decía cuando empezaron a enviar a la gente al cajero para todo; “mira que las máquinas os quitarán el trabajo…” Dicho y hecho, los luditas acertaban y mi amigo acababa guardado en el trastero. Desde entonces su vida ha sido un tobogán. Se saca unas perras en la campaña de la renta, lleva alguna contabilidad de algún amiguete autónomo porque claro, lo enviaron a casa con cincuenta y pico “¿Dónde vas tú a encontrar faena con estas edades y no sabiendo hacer otra cosa más que estar en el banco?” Me dice cabizbajo cada vez que le pregunto por si ha salido algo. Puede que razón no le falte, aquí no somos capaces de valorar a alguien simplemente porque “es mayor”, ¡mayor con cincuenta años en un país donde la esperanza de vida supera los 80!. Lamentable, tanto como las políticas esas que prometen la recuperación de personas con experiencia y con mucho que aportar todavía. Esas políticas que anuncian a plato y bombo pero que acaban siendo como los matojos esos que pasan arrastrados por el viento en las calles de las películas del Oeste.
Ando leyendo que cierta entidad bancaria (encima no voy a hacerles propaganda) está empezando a “deshacerse” de unas dos mil personas sólo porque se le ha ocurrido pensar que sobran. Van a “prejubilarlos” en unas condiciones teóricamente ventajosas para las carteras de los que dejarán de trabajar. Pero sólo para las carteras porque no se si es que a nadie se le ha ocurrido pensar que las personas somos mucho más que dinero en el bolsillo. Por otra parte parece que nadie ha pensado en que si pueden despedir a tantas personas pagándoles tanto igual va y sus cuentas de resultado no son mentira. Están ganando muchísimo dinero y no les estamos pidiendo NADA de los que nos deben. No les reclamamos nada de lo que era nuestro y que nos ha costado la vida a base de recortes salvajes. Pero bueno igual con eso de las promesas de sillones mulliditos no han caído.
¿Y porque sobran los empleados? Ahora que el negocio de la banca en este país ha caído en manos de sólo 5 entidades y que nos obligan a tener una cuenta bancaria porque lo del calcetín no resulta aceptable (según quien seas) ya ni siquiera se molestan en hacerse la competencia entre ellas, ¿te acuerdas cuando nos “regalaban” cosas (todavía conservo una vajilla del “Banco de Valencia”, que en paz descanse) y hasta Raffaella Carrá o Concha Velasco hacían un anuncio de otro difunto, el Banco Central Hispano. Ya no les importan los clientes, sólo el beneficio. Les da igual que en estos barrios en los que todavía no es que seamos unos genios de las tecnologías no tengamos una persona para atendernos por lo visto con enfrentarnos al cajero automático ya vamos que ardemos. Se han vuelto muy modernos, casi como en las películas futuristas aunque si les llega a salir un ordenador como JOSHUA (juegos de guerra), como HALL9000 (2001 una odisea en el espacio) o un Terminator cualquiera nos vamos a reir un rato.
Como tienen más cara que espalda y hay que “reducir el gasto” nos han sustituido nuestra oficina de toda la vida por una página web en la que nos tenemos que apañar de la forma más impersonal posible y encima les pagamos unas comisiones cada vez más altas por un trabajo que hacemos nosotros mismos, con nuestras manitas y dejándonos los ojos cara la pantalla. Pase que eso puede valer para los que nos defendemos en las lides de la informática pero ¿Qué hacemos con los que no?¿Cómo se apañan los que no tienen tanta soltura o no tienen los medios? Seguro que no han caído en que muchos de ellos son personas que viven en lo que ahora llamamos “la España vacía”, justo donde van a ver desaparecer las oficinas. Lo que decíamos, van sobrados, no les importamos para nada y están totalmente al saqueo y a “sus negocios”.