El Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum) de Viena exhibe una de las pinturas matemáticas imprescindibles: la ya comentada de Los tres filósofos de Giorgione. La pinacoteca alberga otras muchas otras obras de interés procedentes de las colecciones imperiales. Destacamos un Retrato (1529) de calculista aritmético o avispado comerciante, obra de Barthel Beham (1502 – 1540), un artista de Núremberg, la patria de Durero.
El algoritmo arábigo y las cifras decimales para las operaciones está ya plenamente implantado. El personaje quiso ser recordado en pleno proceso de cómputo.
Nos detenemos también en otras dos pinturas, una del Parmigianino y otra de Crespi.
Girolamo Francesco Maria Mazzola (1503 – 1540), llamado il Parmigianino, es un artista valioso que nos ofrece en Viena un pequeño Autorretrato con especial interés: la utilización del espejo curvo para mostrar la realidad deformada.
Por último nos fijamos en El centauro Quirón enseñando a Aquiles de Giuseppe Maria Crespi (1665 – 1747), apodado Lo Spagnuolo y perteneciente a la Escuela de Bolonia. El centauro sabio enseña a Aquiles no solo las artes guerreras también la ciencia matemática, como ponen de manifiesto la esfera armilar y los libros.