A juzgar por las virtudes de Tardes de sol. Noches de agua, resultan promisorios los primeros pasos de la productora rosarina C.A.Y y del realizador Vicente Menzella. El cortometraje filmado en el transcurso de este año se destaca por una buena dosificación de las revelaciones que permiten reconstruir la historia de la joven Lamia, y por una fotografía –en blanco y negro– consecuente con los claroscuros de una vida avasallada.
Menzella escribió y dirigió esta ficción que transcurre en un pueblo chico con características de infierno grande. Aunque ambientados en una pequeña localidad argentina (el rodaje tuvo lugar en San Nicolás de los Arroyos, La Emilia y Rojo), los hechos relatados podrían ocurrir en cualquier rincón del mundo atravesado por la violencia machista, el fanatismo religioso, el ensañamiento contra las personas declaradas a/subnormales.
Acaso por este alcance universal, el film fue elegido para participar de tres festivales extranjeros: el IX FIBABC, festival iberoamericano de cortos que auspicia el diario español ABC; las First Time Filmmaker Sessions de Pinewood, Reino Unido, y el Festival de Cine en Cusco, Perú, CineSuyu.
Menzella coprodujo Tardes de sol… con Fiama Donnet. De hecho ésta es la tesis que ambos presentaron para finalizar la carrera de Producción y Realización Audiovisual que cursaron en la Universidad Abierta Interamericana.
Además del guión, y de la fotografía del también rosarino Victorio Parodi, seguro los evaluadores académicos elogiarán la dirección de los actores de trayectoria más bien teatral: Lara Todeschini, a cargo del rol protagónico, Adriana Frodella, David Giménez, Héctor Vilmar. Y acaso cuando piensen en el calvario de Lamia terminen recordando los versos de Fito Páez: