La música siempre me depara placeres únicos, irrepetibles en directo aunque las grabaciones tiendan a capturar lo perecedero. En mi vida guardo momentos imborrables que tiendo a compartir con mis seres queridos, siendo un San Fermín de 2011 en Granada uno de ellos. Allí disfruté de un concierto increíble que titulé "Vivaldi redescubierto" con unos paisanos míos que sabía estaban haciendo historia y felizmente era testigo de ella, dudando en titularlo como "Estaciones asturianas".
La música escrita es guión y pauta para los estudiosos, razón de existir en la propia historia y hasta motivo de discusiones encontradas en pleno siglo XXI para musicólogos, melómanos e intérpretes. La música escuchada plantea la dualidad objetividad - subjetividad por todo lo que conlleva de estado anímico en ambas partes, intérpretes y auditorio, preparación y/o formación, pero sobre todo, algo tan primigenio como el gusto individual.
Forma Antiqva no lograrán jamás dejarnos indiferentes, algo que en sí ya marca diferencias. Su regreso a casa siempre resulta noticia y puedo decir que "son profetas en su tierra", que les devuelve en pequeñas dosis todo lo que ellos hacen por ella. Volver a escuchar sus Concerti Figurati ossia Le Quattro Stagioni ("Conciertos descriptivos, o Las Cuatro Estaciones") casi dos años después me mantiene la capacidad de seguir sorprendiéndome por lo irrepetible de la música.
Apuntaba en el momento de escucharlas en Granada que fue como redescubrir "Las Meninas" tras la limpieza, pero aún siguen capa a capa sacando a la superficie colores nuevos (alternar guitarra y laúd), sombras llenas de luz (silencios ligeramente más largos), fraseos distintos (arcos, ataques, peso del viento en el órgano), dinámicas estremecedoramente extremas (los pp acallaron incluso toses), respiraciones con poso (el sustento del contrabajo solo o el órgano con nota pedal) y sobre todo la frescura del espectáculo (qué bien queda rebajar el tempi cuando el tema mayor torna a menor) volvieron a asombrarme y deslumbrarme sin cegar del todo, para poder visualizar lo siguiente sin momento para el reposo (hasta los movimientos lentos resultaron subyugantes).
Cada estación, cada uno de los doce números sonaron nuevos, pero esta primavera invernal ovetense sirvió para disfrutar de un Verano indescriptible, en especial el Allegro mà non molto. La magia de Hevia no tiene parangón cuando es contagiosa para todos. Hay otras formaciones, incluso españolas, que siguen interpretando "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi, pero Forma Antiqva con Hevia las reinterpretan con la frescura y juventud de quien no pretende más que disfrutar y compartir (los alemanes han apostado por ellos ¡caramba, qué coincidencia!).
No suelo elegir ni priorizar cuando el conjunto es sobresaliente, pero realmente hubo cambio climático y me marcó toda la velada (más el resto de la noche).
Violín solista: Aitor Hevia; Violines I: Jorge Jiménez (concertino), Pablo Prieto, Cecilia Clares; Violines II: Cibrán Sierra, Miren Ceberio, Judith Verona; Violas: Antonio Clares, José Vélez; Violonchelos: Diana Vinagre, Ruth Verona; Contrabajo: Vega Montero; Tiorba: Daniel Zapico; Guitarra barroca - archilaúd: Pablo Zapico; Clave - órgano: Silvia Márquez; Clave y dirección: Aarón Zapico.