Estudios realizados en distintos países arrojan conclusiones ambivalentes. Por ejemplo, el Ministerio de Industria en España calcula un ahorro de 300 millones de euros anuales. Por el contrario, en Estados Unidos se realizó un estudio un par de años después de comenzar a realizar el cambio de hora de verano y, de acuerdo a los resultados, el aumento energético en los hogares aumentó un 1 %. ¿Quién tiene razón?
La Comisión Europea reconoce que llevó a cabo una encuesta entre 13 Estados miembros y la respuesta predominante fue que el horario de verano suponía un pequeño descenso en el consumo de energía. Till Roenneberg, un cronobiólogo de la Universidad Ludwig-Maximilians de Munich, Alemania, ha afirmado, con respecto al cambio de hora, que "la consecuencia de ello es que la mayoría de la población disminuirá drásticamente la productividad, disminuye también calidad de vida, aumenta la susceptibilidad a enfermedad y uno siempre se encuentra cansado".
El cambio horario se aplica unos 70 países en todo el mundo. En Europa viene determinado por una Directiva comunitaria que se comenzó a aplicar preceptivamente desde 1981. Posteriormente, se decidió que el último domingo de marzo y de octubre se pasaría de un sistema horario a otro con carácter permanente.
Los estudios acerca de este tema son variados y los expertos tienen opiniones diversas, pero no hay una resolución concluyente. Hay matices añaden un componente de duda. Las costumbres culturales en función del país también influyen en el resultado, además de la localización geográfica, e incluso la evolución tecnológica. La respuesta no está clara, aunque al menos nos recuerda que podemos adoptar medidas para fomentar el ahorro, y no sólo a nivel macroeconómico, sino también en cada hogar e individualmente.