Se basan en que todas las encuestas muestran un gran desprecio por esa guerrilla, alcanzando tan solo un 3 o 4% de aceptación. Pero olvidan que los peligros del populismo están a la orden del día”.
Sostiene Hernández “que el elevado abstencionismo electoral de Colombia facilita el acceso de los corruptos a los cargos de elección popular, porque a menos votantes hay menos votos que comprar”. El presidente Santos así lo ha comprendido, por eso ha propuesto su ‘congresito’, porque con pocos parlamentarios para integrarlo, menos votos tiene que comprarles.
Menciona a continuación nuestro autor que el abstencionismo “evidencia la existencia de una masa de inconformes que puede ser capitalizada en cualquier momento, dado el alto desprestigio de la clase política”.
Recordemos que algún sacerdote español, de reconocida clarividencia, corrigió al papa Francisco advirtiéndole que el principal problema de Latinoamérica no era la corrupción de sus líderes, sino la demagogia de ellos. Que su corrupción figuraba después de su demagogia. Porque por medio de esta convencen las izquierdas a esos inconformes para que voten por utopías que les prometen el paternalismo del Estado de la cuna a la sepultura. Con esas falsas promesas se toman el poder, y luego destruyen las economías y esclavizan la población, como sucedió en Venezuela y en Grecia.
Las zonas de reserva campesina figuran como otro de los escalones de las Farc para tomarse el poder. “Santos ha demostrado hasta la saciedad que está dispuesto –continúa Hernández- a hacer todas las concesiones que el terrorismo exija, abriéndole la puerta a este caballo de Troya que va a destruir nuestra democracia”. Para quien comenta, este caballo lo van a ingresar por medio del cogobierno de las Farc en dichas reservas, estimadas por algunos en el 15% del territorio nacional, como cuota inicial. Allí podrán plantar coca, exportarla, y utilizar sus armas para forzar en las elecciones los votos de sus infortunados ‘esclavos’.
Ojalá pueda el Congreso impedir la dictadura que pretende implantar el presidente Santos por medio de las facultades extraordinarias que ha solicitado para legislar sobre cualquier propuesta que provenga de La Habana, así como para anular y reemplazar el Congreso por un ‘congresito de enmermelados’.
No lo menciona Hernández, pero la pavorosa crisis de la economía colombiana que se avizora para el resto del gobierno de nuestro retorcido presidente Santos, les caerá como anillo al dedo a los demagogos de las Farc para llegar al poder.
La ruta es clara: impunidad, no desmovilización, participación demagógica en política, inconformidad y pobreza en las ciudades, zonas de reserva campesina y presidencia.
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