Los escritores somos llorones. "No estoy inspirado", "no tengo tiempo", "no se me ocurre nada", "estoy atravesando un periodo de sequía" o "yo ya no escribo" son algunas de las frases que más decimos a la hora de enfrentarnos al folio en blanco.
Y lo cierto es que el bloqueo del escritor existe como tal, pero es algo puntual que proyecta una sombra demasiado grande, de la que tenemos miedo. Creemos que la fuente se ha agotado y que ya hemos escrito todo lo que teníamos que decir y que a partir de ahora sólo vamos a hacer frente al silencio o a las reediciones.
Julia Cameron da clase a artistas de toda índole. Ella era guionista y alcohólica y llegó a un punto en el que tuvo una catarsis. Dependía demasiado de la inspiración y de las Musas y no del trabajo regular, así que se dedicó a descubrir cómo recuperar esa ilusión interior para seguir creando, arreglando a artistas rotos.
El libro es una mezcla entre teoría y autoayuda y no deja de tener un marcado carácter new age. Eso sí, si sabemos separar el grano de la paja, encontraremos algunos ejercicios de desbloqueo dignos de ser tenidos en cuenta.
Uno de ellos es el fluir de conciencia, que tampoco es el descubrimiento de la rueda porque ya lo hacían los artistas del periodo de entreguerras. Ella propone escribir a mno tres páginas al día de monólogo interio, donde demos rienda suelta a nuestras preocupaciones, dudas, traumas, temores y obsesiones. Hay que hacerlo por la mañana, nada más levantarnos. De esta forma liberamos la mente para poder escribir.
Al principio el escritor ególatra que llevamos dentro nos dirá que eso no sirve de nada, pero poco a poco veremos que se repiten unos patrones o que las horas de escritura nos cunden más. Es lo que decía Albert Einstein, cuando reconocía que las mejores ideas se le ocurrían en la ducha. A otras personas les ocurre conduciendo. Sheldon Cooper se puso a trabajar en el Cheese Cake mientras pensaba en su teoría de cuerdas.
Es decir, estamos poniendo al cerebro consciente en nivel automático para que aflore el subconsciente, responsable en el proceso de creación. Por supuesto, estas páginas serán caóticas, estarán mal escritas y son privadas.
Julia Cameron también propone citas con el artista interior, que es básicamente, cuidar esa parte nuestra que fue herida en la infancia y que es responsable directa de muchos de los problemas que tenemos de adulto. Es lo que se llama el niño interior, quien además es capaz de crear y por eso debemos cuidarle especialmente.
Como digo, hay algunos ejercicios interesantes si se escarba en el libro, además de muchas frases sobre creatividad. válidas para todos los ámbitos de la vida. Y si puede colaborar a que dejemos de lloriquear y nos pongamos a escribir, pues mucho mejor.