Sánchez, que ya ha incrementado el número de vicepresidencias y de ministerios, incrementando el gasto público notablemente y disparando un déficit que pretende reducir cobrando impuestos, es todo un peligro para la economía española, que en los últimos años destacó como una de las que más crecían en la Unión Europea.
Sanchez, además de dividir el país en dos bandos enfeentados y en dar alas a los peores españoles, aquellos que se alinean con el totalitarismo (Unidos Podemos), los etarras (BILDU) y con el golpismo (ERC y los de Puigdemont), tiene un programa económico espeluznante, contrario a lo que el resto del mundo hace en el presente para combatir la amenaza de recesión, con subidas masivas de impuestos programadas, intervencionismo feroz y despilfarro a manos llenas, tod una locura que espantará a los emprendedores y generará mucha economía sumergida.
El PP tampoco es un partido decente y tiene también su hoja de servicios llenada de errores, corrupciones y abusos, pero, salvo en la estúpida etapa de Rajoy, un dirigente digno de olvido que practicó políticas socialdemocrátas inadecuadas, es menos intervencionista y trata de gestionar bien los impuestos para que generen puestos de trabajo y riqueza, facilitando a las empresas su labor creadora de puestos de trabajo y riqueza.
El PSOE de Sánchez será un desastre moral, político y también económico, un gobierno lleno de amenazas y peligros para el Estado de Bienestar, para la justicia y para el bien común, cuyos primeros pasos apuntan ya hacia la ruptura de la unidad, el fin de la igualdad entre territorios y pueblos y la parálisis de una economía asfixiada por los impuestos, la burocracia y la inseguridad jurídica.
Sánchez es una amenaza terrible para la España moderna que desea mantener lo que proyectó tras la muerte de Franco, una larga etapa de prosperidad y paz, bajo el paraguas de una Constitución que, aunque imperfecta, sería más que suficiente si se cumpliera y si los partidos políticos no se hubieran habituado a violarla.
La corrupción se ha instalado en España y el PSOE es el campeón de esa maldita práctica, a la que encumbra no sólo robando el dinero público, sino comprando voluntades, medios de comunicación y votos, creando clientelismo e interviniendo constantemente para beneficiar únicamente a sus militantes, a los que ha despojado de toda ideología altruista y solidaria para hacerles abrazar el reparto de prebendas y el uso del Estado para el enriquecimiento y otros privilegios,
El PSOE ignora que la Historia ha demostrado hasta la saciedad que las únicas políticas que triunfan y generan progreso son precisamente las contrarias al programa de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, las políticas que exaltan la libertad, las que reducen el gasto público y los impuestos, las de un Estado que intervenga poco y ayude a las empresas a producir y a que hagan lo que mejor saben hacer: crear empleo y riqueza.
Basta echar una mirada al mundo para convencerse de que la economía no funciona en el socialismo, creador de pobreza endémica como las que azotan a países como Vanezuela, Cuba, Nicaragua, Vietnam y otros, mientras que funciona brillantemente en el mundo de las libertades, como en Singapur, Estados Unidos, Alemania y otros muchos países democráticos y libres.
Francisco Rubiales