La Isla de Navidad se corresponde con un enclave geográfico ubicado en el océano Índico, y más en concreto al sur de la isla de Indonesia y noroeste de la isla de Australia, a la cual pertenece tanto gubernativamente como administrativamente.
Pues bien, en esta pequeña isla, de apenas 1500 habitantes, se produce todos los años entre Noviembre y Diciembre, dependiendo del clima, un hecho tan habitual como sorprendente. El cangrejo rojo, unas de las especies de animales más características de la isla, recorre varios kilómetros (el viaje puede alcanzar hasta los 50 kilómetros de distancia), desde el centro de la isla, lugar donde vive dicha especie en los frondosos bosques y selva tropical que allí se han desarrollado, hasta las playas que bañan el Océano Índico, con el fin de desovar. Una vez los huevos son bañados por el mar, eclosionan, y las larvas se adentran en las aguas marinas donde permanecerán, aproximadamente, durante un mes. Transcurrido ese tiempo, el crustáceo vuelve a la orilla para adentrarse en el interior de la isla, donde desarrollará gran parte de su vida.
Sin embargo, en este artículo no quería centrarme en la reproducción, mismamente dicha, del cangrejo rojo, sino en el periplo que deben recorrer desde el interior de la isla hasta las playas. En primer lugar quiero señalar que lo sorprendente de este fenómeno, es que, cada año son más de 100 millones de cangrejos los que cruzan dicha isla. Y ello, se convierte casi como en una fiesta nacional. Los habitantes ayudan a los cangrejos a cruzar las carreteras y caminos, el gobierno corta algunas de las carreteras del país para evitar que los crustáceos sean aplastados por las ruedas de los vehículos, e incluso se han construido vallas y “puentes de cangrejos” sobre las carreteras, con el fin de reconducir a estos pequeños animales por lugares más seguros. Aunque, lamentablemente, no se ha podido evitar que unos cuantos miles de estos cangrejos mueran cada año intentando llegar a su objetivo.
En definitiva y debido a esta situación, de la que podemos disfrutar cada año, yo he sacado dos conclusiones. Por un lado, la superación que llevan a cabo algunos animales para reproducirse y, de esta forma, perpetuar la especie en el tiempo. Y por otro lado, el cariño y la admiración que los habitantes de aquel pequeño lugar del planeta, tienen y muestran hacia esta especie. Ayudándolos, defendiéndolos e intentando hacer todo lo posible porque el número de muertos en el trayecto resulte mínimo. Creo, que todos deberíamos aprender de ellos e intentar cuidar más la fauna y flora de nuestro alrededor.