Si se ofertan estas operaciones es porque hay demanda y la verdad es que no creo que esa demanda obedezca al dolor durante las relaciones sexuales —que en alguna publicidad se esgrime como razón de la intervención— y sí a la tiranía de la estética. Por supuesto, quien lo desee en vez de ejercicios de Kegel, puede estrechar su sufrido canal vaginal post parto o partos vía cirugía. Y aquellas que consideren que sus labios mayores y/o menores son feos tienen en este terreno la solución.
No sabía que hay un estándar de genital femenino hermoso y otro prototipo de su contrario, y lo digo con tanta sinceridad como sorna. Con respecto a narices, culos, tetas, vientres, labios, pómulos… sí lo tenía bastante claro, pero tras buscar información, me ha sorprendido comprobar que para muchas mujeres su vagina y sus genitales son poco agraciados, causa de complejos e inseguridades variadas. Hay un canon, pues, de genitales femeninos bellos y como la mujer que se precie ha de ser deseable, también y especialmente debe serlo su entrepierna. No dejamos de ser un objeto de consumo y por ende también lo es lo más íntimo de nuestra anatomía.
Dentro de lo que serían genitales femeninos antiestéticos, las que hemos parido nos llevamos la palma. A saber, porque el canal vaginal ha perdido estrechez sí o sí y porque a buena parte nos queda una herida de guerra, la episiotomía de la que hablaba en el primer párrafo (si este procedimiento es necesario siempre que se realiza u obedece a una medicalización excesiva del partosería objeto de otro post).
Chelo escribía hace unas semanas sobre el contouring de traseros, valiente memez, chorrada mayúscula, pero no deja una de sorprenderse con algún otro dictado estético de esta la sociedad tan superficial que a machamartillo nos han construido. En junio de 2015 dediqué un post la moda de la depilación íntima femenina, pero los imperativos de la belleza van mucho más allá y han llegado a nuestros genitales, para quedarse, intuyo.
En plena operación verano en la que, por cierto, no estoy inmersa, me he puesto a pensar que no deja de llamarme la atención este culto irracional y desatado a la estética, a lo joven, y la sufrida dictadura que el mismo implica para muchas féminas. Llevo años ‘trabajando’en mi firmeza mental e interior y me preocupa mucho más que la de mi vagina y también que la de mis muslos. Cosas de tener 40 años, afortunadamente.