Tardó en llegar a nuestro país esta obra de Costa-Gavras, una película que no vislumbra un futuro nada halagüeño. Un futuro sin salida, y en el que manda algo tan etéreo como la coyuntura, somos esclavos de la coyuntura. Es la ambición desmedida y enloquecida en un juego sin reglas la que influye en esa coyuntura, y la ambición es característica humana. En la cinta, nuestro protagonista asciende vertiginosamente en el mundo de las finanzas, un mundo de hombres que evidencian su virilidad con la entrepierna y la cartera, donde se confunden los negocios con el lujo el sexo y las drogas; un mundo de chantajes de altos vuelos, delincuencia y evasión fiscal.Hay personas “normales” que rodean a personajes como el protagonista de El Capital y que quieren hacerle entrar en razón, son la conciencia, los Pepito Grillo que fracasan estrepitosamente. Un tío, evidentemente de izquierdas que tiene que escuchar cómo ha triunfado la Internacional, pero la internacional capitalista en la que un juguete es fabricado en Tailandia con una marca alemana para ser comprado en Francia. Juguetes que sirven, además para tener desde la infancia adormecida la conciencia de los más pequeños como muestra un contundente plano de niños y niñas que abandonan el juego en la calle para adentrarse en la individualidad de las consolas.Ni una atractiva economista inglesa, ni la propia esposa son capaces de espantar la avaricia de un hombre que hace suya la máxima “robo a los pobres para dárselo a los ricos”, unos ricos que “son como niños”. Imprescindible película para entender la crisis que vivimos. Claro, luego, me dirigí, muy revolucionario a ver Los Miserables...
Director: Constantin Costa-GavrasGuión: Constantin Costa-Gavras, Karim Boukercha, Jean-Claude Grumberg (Novela: Stéphane Osmont)Reparto: Gad Elmaleh, Gabriel Byrne, Liya Kebede, Jordana DePaula, Céline Sallette, Hippolyte Girardot, Natacha Régnier, Paul Barrett, Bernard Le Coq, Eric NaggarPaís: Francia