De esta guisa ha sacado esta tarde la policía francesa al exdirigente de ETA José Antonio Urruticoetxea Bengoetxea, alias «Josu Ternera», del Palacio de Justicia en Bonneville. La foto de Denis Balibouse (Reuters) nos enseña el capuchón que algún desafortunado mando policial le «regaló» minutos antes al verdugo «Josu Ternera» y que le ha permitido ocultar su cabeza y su rostro ante las cámaras y las portadas de mañana.
Esta imagen es otro tortazo hacia sus víctimas, especialmente a las familias de esos 32 muertos (entre ellos 10 niños) y 133 heridos que este sanguinario exdirigente etarra cuelga a sus espaldas tras dar la orden de reventar con explosivos la casa cuartel de Zaragoza o el Hipercor de Barcelona, dos masacres que convirtieron 1987 en el año más bestia de ETA.
Independientemente de que pueda ser un protocolo habitual de la Policía gala, algo que desconozco, esta imagen de proteger al verdugo ante el foco mediático no es de recibo. Al menos no debería serlo en un país miembro de la Unión Europea. Por ahora nos quedamos sin verle la cara actual a un «Josu Ternera» del que nunca nos hemos olvidado. Estaba en paradero desconocido desde hace 17 años y campó a sus anchas por varios países desde el 2002, en un periplo que debería avergonzar a cualquier policía del mundo. 17 años en libertad escapando de su mortífero pasado. Afortunadamente, hoy «Josu Ternera» dormirá de nuevo entre rejas y mañana se despertará vivito y coleando. No así sus víctimas a las que este infame de 68 años les arrancó de cuajo la vida. Es decir, TODO.
ACTUALIZACIÓN
Menos mal que nos queda la Guardia Civil, que esta noche ha facilitado la foto de un demacrado «Josu Ternera» –padece cáncer– minutos antes de ser detenido.