"El carnicero" basa su fuerza narrativa en lo que no se muestra, en lo que se intuye. Es una película con dos personajes tan sólo y está contada de una manera sutil y adulta, consecuente con toda la historia cinematográfica que tenía detrás. Chabrol nos acerca a la relación entre un asesino, de profesión carnicero, y una maestra que le comprende, que lo ampara, que lo besa. Y nos deja dos escenas memorables: la primera, cuando la maestra encuentra en el lugar de un crimen el encendedor que le regaló al carnicero y lo oculta. Todos pensamos que el asesino es el carnicero. Aunque nada apunta a que pueda serlo, aunque se ha mostrado cordial y afectuoso en todo momento a esa altura del metraje, de inmediato nuestra alma acusadora grita: Es él. No nos paramos a pensar que acaso haya otro encendedor como ese y otra persona que lo poseía y lo ha perdido. La segunda escena es aquella en que la maestra lleva al agonizante asesino al hospital y la cámara muestra los árboles del camino, la carretera, de manera desmayada, agonizante también, de manera misteriosa y onírica, anticipando la muerte del carnicero.
Me parece que ésta es otra obra maestra del gran director francés.