Cuando se contempla la corrupción del gobierno andaluz o los estragos que ha causado en España el gobierno de Zapatero, uno descubre que los gobiernos son muchas veces el problema, no la solución. Entonces surge inmediatamente la pregunta: ¿Para qué sirve un gobierno? La respuesta, a juzgar por lo que ocurre en Bélgica, que ocho meses después de las elecciones no ha logrado todavía formar un gobierno, o analizando lo que ha ocurrido en el pasado, en Italia y otros países temporalmente descabezados, es que un gobierno no sirve para nada y que mejor que tener un mal gobierno es funcionar con un gobierno provisional y con atribuciones limitadas.
Los italianos, que durante largos periodos de su historia moderna han vivido sin gobierno, tienen una frase sabia y políticamente memorable que dice más o menos lo siguiente: "No hay gobierno, entonces hay buen gobierno". La ausencia de gobierno acerca a los países a la democracia verdadera, que concibe siempre un gobierno con funciones mínimas y a unos ciudadanos responsables, que ejercen eficazmente el autogobierno.
La experiencia actual de España demuestra justo lo contrario: que un gobierno inepto, que se cree necesario y que disfruta gpobernando, termina arruinando a su país, crispando la convivencia, acosando al ciudadano con leyes imbéciles y desprestigiando la democracia y el mismo concepto del poder político.
El periódico belga De Standaard ha publicado varios informes sobre la carencia de gobierno en ´Bégica. En el último de ellos, titulado "¡Para qué sirve un gobierno?", ese medio se declara sorprendentemente a favor del actual gobierno provisionaly de poderes limitados, resaltando su buen hacer político y financiero. Un Gobierno limitado a los asuntos cotidianos -afirma el periódico- tiene, incluso, sus ventajas, considera De Standaard.
Gracias al primer ministro dimisionario, Yves Leterme, y a su Gobierno a cargo de gestionar el día a día, Bélgica incluso sale beneficiada con esta crisis política.
Numerosos expertos y analistas independientes belgas afirman que la gran ventaja de un gobierno con atribuciones limitadas es el rigor de la política presupuestaria, desplegado con un método conocido como las “doceavas provisionales”, el cual consiste en que, hasta que no se aprueba un presupuesto anual, los ministros sólo reciben mensualmente una doceava parte de la partida que les había sido asignada el año anterior. En la práctica, esta situación puede contribuir al ahorro, pues los ministros no están autorizados a adoptar “nuevas iniciativas”. La prohibición de actuar en tiempos de precariedad presupuestaria es lo mejor que puede ocurrirle a este país.
Es casi seguro que a paises como España, que han sido destrozados por su mal gobierno en los últimos años, le habría ido mejor sin gobierno o con uno provisional y con atribuciones mínimas que con la demencial locura de un gobierno como el de Zapatero, que ha conducido al país hacia la pobreza, el desempleo, la desconfianza, el desprestigio, el retroceso y la infelicidad. Andalucía, con un gobierno provisional y bajo control, habría evitado la pérdida de cientos de millones de euros en corrupción y el cúmulo de abusos y de injusticias perpetrados por la Junta, practicando el amiguismo, el clientelismo, el enchufismo, la arbitrariedad y la corrupción a gran escala.
Los funcionarios garantizan el buen gobierno cuando no hay poder Ejecutivo. Así ha ocurrido en Bélgica, en Italia y en otros países. El problema para "democracias" que han sido prostituidas por su clase política, como la española, es que más del 60 por ciento de los funcionarios españoles no han hecho oposiciones y deben sus puestos de trabajo a partidos políticos o a amigos con poder, todo un drama que demuestra que la democracia esañola es un basurero indecente.