El arte de las pruebas, como cualquier otro tipo de arte, es, sencillamente, una cuestión de elección. Si uno sabe qué añadir y qué quitar se puede demostrar cualquier cosa de manera convincente. Pág. 150.
Qué ingeniosa puede llegar a ser una novela policíaca. Sí, ingeniosa; y no solo adictiva, trepidante, intrigante, apasionante y toda esa retahíla de adjetivos referidos al «gancho» que tan a menudo se le asignan. Esto es lo que pensé cuando terminé El caso de los bombones envenenados (1929; Lumen, 2012), una de las obras más destacadas del británico Anthony Berkeley (1893-1971), maestro del género de misterio del siglo XX junto con escritores como G. K. Chesterton, Agatha Christie y Dorothy L. Sayers, que escribieron principalmente durante el periodo de entreguerras. Este libro corresponde a un ciclo protagonizado por el detective Roger Sheringham, un hombre astuto y con madera de líder, que se dedica a investigar crímenes de la alta sociedad inglesa, un ambiente tranquilo y elegante, alejado de la acción «oscura» más propia de la corriente de novela negra estadounidense; pero, como es habitual en las series de suspense, se puede leer sin necesidad de conocer los volúmenes anteriores, puesto que cada publicación desarrolla un caso distinto. En castellano también están disponibles El misterio de Layton Court (1925; Lumen, 2010) y El crimen de las medias de seda (1928; Lumen, 2011).
Anthony Berkeley