La película que llega con dos años de retraso (y basada en hechos reales), tiene entre sus mejores bazas la colaboración del siempre polémico Emir Kusturika, que otorga a su personaje ciertos toques de soñador y apasionado haciendo sombra de principio a fin a Guillaume Canet, que interpreta al maltrecho ingeniero que tuvo en sus manos la documentación que cambió la posición del bloque soviético y que produjo por ejemplo, la caída del muro de Berlín.
Al margen de la reflexión y la moralina final (ambas más que aceptables) la cinta no cae en la exageración ni la extravagancia casposa para recrear los ochenta y traza con acierto y precisión la vida de los dos personajes principales para poder comprender mejor sus decisiones y las consecuencias de sus actos.
No obstante, la poca explotación de los secundarios (incluido la fugaz pero intensa intervención de Willem Dafoe) es más que reprochable.
Guillaume Canet y Emir Kusturika
El Caso Farewell no contiene ni dosis de acción, ni pistolas ni efectos especiales (ni falta que le hace), y demuestra que con sencillez y con un buen guión se pueden hacer películas redondas y de factura que recuerda al espionaje que se rodaba en los sesenta y setenta.
En breve estaremos de regreso y como podéis sospechar, seguiremos en modo vacacional unos días más. Abrazos wasaberos.