Probablemente muchos de los lectores conozcan detalles acerca del Priorato de Sion gracias a la novela El código Da Vinci, de Dan Brown, o a la película del mismo título, protagonizada por Tom Hanks, Audrey Tautou y Jean Reno: la existencia de una asombrosa estirpe de descendientes de Jesús de Nazaret y María Magdalena, que desde hace siglos son protegidos por fuerzas poderosas y que preservan la sangre, la herencia, el ADN, de aquel a quien los católicos llaman el Hijo de Dios. Multitud de indicios iconográficos (entre ellos, el célebre cuadro “La última cena”, de Leonardo) son aportados como pruebas que corroboran esta sorprendente hipótesis.En su reciente publicación El caso Newton(Erein, 2018), el durangués Anton Arriola retoma esta interesante línea narrativa y la funde con otros elementos no menos vistosos: de un lado, un manuscrito encriptado por el padre de la Ley de la Gravedad, que ha sido sustraído del Trinity College de Cambridge por un catedrático de la universidad de Deusto y que vuelve a ser sustraído en Bilbao por manos desconocidas; del otro, un ejemplar del Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, que se suma a la lista de valiosos libros robados. ¿Quién se encuentra detrás de estas sustracciones y por qué las está perpetrando? Y, sobre todo, ¿por qué están produciéndose en el País Vasco una serie de actos vandálicos que se rubrican con la posterior publicación de frases de Erasmo, en latín, en la prensa local?El antiguo sacerdote Ander Azurmendi, que ahora trabaja como profesor en las aulas de Deusto y que comparte su vida con la dulce Ane, se verá arrebatado por un espectacular torbellino de acontecimientos donde no faltarán atropellos nocturnos, agresiones sexuales, accidentes que luego resultan ser premeditados, fotografías borrosas, prelados inquietantes, matones sin escrúpulos, policías ambiguos, allanamientos de morada, perros eviscerados y otros ingredientes de alto voltaje argumental, que Arriola resuelve con buen pulso y sin dejar que el ritmo de la narración se le descarríe o enrede.Además, las reflexiones que se vierten al final de la obra sobre la condición de nuestro mundo y nuestra época añaden un tinte filosófico que enriquece estas páginas. Un experimento novelesco (mezclar esoterismo, género negro y análisis del nihilismo que preside el arranque del siglo XXI) de muy notable factura.
Probablemente muchos de los lectores conozcan detalles acerca del Priorato de Sion gracias a la novela El código Da Vinci, de Dan Brown, o a la película del mismo título, protagonizada por Tom Hanks, Audrey Tautou y Jean Reno: la existencia de una asombrosa estirpe de descendientes de Jesús de Nazaret y María Magdalena, que desde hace siglos son protegidos por fuerzas poderosas y que preservan la sangre, la herencia, el ADN, de aquel a quien los católicos llaman el Hijo de Dios. Multitud de indicios iconográficos (entre ellos, el célebre cuadro “La última cena”, de Leonardo) son aportados como pruebas que corroboran esta sorprendente hipótesis.En su reciente publicación El caso Newton(Erein, 2018), el durangués Anton Arriola retoma esta interesante línea narrativa y la funde con otros elementos no menos vistosos: de un lado, un manuscrito encriptado por el padre de la Ley de la Gravedad, que ha sido sustraído del Trinity College de Cambridge por un catedrático de la universidad de Deusto y que vuelve a ser sustraído en Bilbao por manos desconocidas; del otro, un ejemplar del Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, que se suma a la lista de valiosos libros robados. ¿Quién se encuentra detrás de estas sustracciones y por qué las está perpetrando? Y, sobre todo, ¿por qué están produciéndose en el País Vasco una serie de actos vandálicos que se rubrican con la posterior publicación de frases de Erasmo, en latín, en la prensa local?El antiguo sacerdote Ander Azurmendi, que ahora trabaja como profesor en las aulas de Deusto y que comparte su vida con la dulce Ane, se verá arrebatado por un espectacular torbellino de acontecimientos donde no faltarán atropellos nocturnos, agresiones sexuales, accidentes que luego resultan ser premeditados, fotografías borrosas, prelados inquietantes, matones sin escrúpulos, policías ambiguos, allanamientos de morada, perros eviscerados y otros ingredientes de alto voltaje argumental, que Arriola resuelve con buen pulso y sin dejar que el ritmo de la narración se le descarríe o enrede.Además, las reflexiones que se vierten al final de la obra sobre la condición de nuestro mundo y nuestra época añaden un tinte filosófico que enriquece estas páginas. Un experimento novelesco (mezclar esoterismo, género negro y análisis del nihilismo que preside el arranque del siglo XXI) de muy notable factura.